After Party [Fred H. Whiskey]

Party Dress:

Tras el fin de la fiesta, me quedé con Fred a recoger el desastre en el que se había convertido la Sala de los Menesteres. Resoplé semi-indignada porque, aunque no era un trabajo especialmente arduo limpiar la estancia, estaba cansada y algo afectada por el alcohol. Solo quería volver a mi habitación y dormir todo el fin de semana pero por el momento no podía. Observé al chico con curiosidad mientras este limpiaba y aproveché la situación para sentarme a descansar un segundo. - No hemos bailado juntos en toda la noche, ¿sabes? - comenté al tiempo que frotaba mis sienes, agotada y con un dolor de cabeza grave. No creía que él me estuviera evitando, más bien era yo la culpable de eso.

Desde lo ocurrido con Fred en el armario de las escobas, no sabía exactamente cómo definir nuestra relación. Por suerte parecía que no se lo había tomado a mal y eso hacía que me sintiera medianamente cómoda cuando estábamos juntos. - Estoy cansada de limpiar la sala. ¿Podemos parar ya? - pregunté mientras sentía que la cabeza me daba vueltas.

La fiesta había sido decente. Incomparable con una que pudieran haber organizado James y él, pero había zafado. Era comparable con las mejores fiestas de sus tiempos en el castillo. Pero le había faltado mucho para ser la mejor. Y es que, hacer una fiesta que aspire a tanto y de tantas magnitudes, un día de clases, podía sonar bien, pero no lo era. Porque llegarían todos con la mitad de sus energías, por la jornada escolar. Su cabeza estaría pensando en las preocupaciones del día siguiente y sumando a ellas que tendrían pocas horas de sueño, sin siquiera llegar a saborear aquella fiesta. Todo estaba perfilado para que fuera una fiesta catastrófica, pero como la había organizado Kristen, había estado bastante bien.
Mientras cavilaba en todas estas conclusiones, el castaño león recogía algunos deshechos plásticos y envoltorios vacíos, que los alumnos descuidados habían repartido por todo el suelo.
La situación, cuanto menos, era tensa. Puesto que al ofrecerse a quedarse luego de la fiesta, Kristen lo había hecho junto a él. Y no habían hablado desde el altercado en las escaleras del gran hall. Donde habían sucedido, más de una cosa. Dónde todo se había vuelto, poco menos que patas para arriba. Y no era que no se había visto venir aquello, de hecho, él lo había buscado. Puesto que si había asistido a esa fiesta, era para verla y aclarar las cosas. O tratar de hacerlo de algún modo. Y en vista de cómo lo había evitado toda la noche, aquel había sido el único método que conocía para poder encararla y hablar. Solo que ahora, no sabía como romper el hielo. Como hablarle, puesto que no tenía el descaro de hacer como si nada, para abordar ese tema. Simplemente, no podía ser así de hipócrita; como no podía fingir que nada de eso había sucedido.
La voz femenina de su acompañante de tareas le rescató de aquel brumoso pantano de cavilaciones y conclusiones. Volteó a verla, buscando su silueta con la mirada y la encontró. Estaba sentada en una de las sillas dispuestas contra la pared, al lado de una mesa, frotándose la cabeza, buscando relajarse. —Bueno, es que ambos hemos tenido nuestras agendas ocupadas…— respondió con una sonrisa ladeada mientras dejaba su tarea a un lado y se erguía, dando dos pasos hacia ella, tranquilamente. —Eso o en verdad me has evitado toda la noche, como lo sospecho— añadió con descaro, mientras sentía su cabeza dando vueltas, víctima del cansancio y el alcohol por igual. No estaba borracho, claro que no, solo, un poco bebido.
Al escuchar su propuesta, soltó todo el aire que contenían sus pulmones, dejando la bolsa de residuos, donde estaba recogiendo todo, a un lado y acabando por acercarse a ella. —Podemos, ¿pero qué quieres hacer en su lugar? Porque dudo que quieras hablar…— masculló dubitativo. En realidad no dudaba de que quisiera hablar, sino que dudaba de que quisiera hablar con él. Volver a hablarle nunca. Pero tampoco lo entendía, no es que lo que hubieran hecho estaba mal. De hecho, no había sucedido nada. Y no le molestaba. Tampoco le molestaba su reacción, ya que al fin y al cabo, ella solo tenía quince años y la comprendía. Pero aún así, debían aclarar las cosas. Ella era la hermana de Frank y además, al que quería era a James. Que iluso era Fred en ese momento, y qué poco se conocía o cuanto se engañaba a sí mismo. En el estado en el que estaba, no podría manejar la situación y terminarían como en el armario, pero esta vez… se concretaría. No había chances. —Aunque si quieres…— comenzó a decir, rescatándola a ella de aquel silencio sepulcral que momentos antes los había invadido. —Podría concederte aquel baile que en la fiesta no se pudo…— lanzó la invitación mientras que, con una mano agitaba su varita, haciendo que la musica volviera a sonar, pero tenue y tranquila. Y la otra se la tendía, hacia arriba y con la palma abierta, a la joven Longbottom. Invitándola a tomarla y aceptar aquel baile.

Aún pensaba cada día en lo que había sucedido en aquel escobero unos días atras. Suspiré sin saber muy bien que contestar al respecto. Lo cierto era que si había estado intentando evitarle... después de todo lo que ocurrió no me sentía muy cómoda hablando con él y mucho menos cerca. Aún así sonreí por su invitación de baile. Ojalá simplemente pudiera olvidarlo y comenzar de nuevo con él, como amigos. - Te he estado evitando - confesé. - Solo prefería un sitio más privado para estar contigo - me encogía de hombros - ¡sin hablar! - añadí rápidamente para no confundirle. Quería olvidar lo ocurrido pero no podría por más que quisiera, así que lo mejor sería aclarar las cosas antes de que cambiaran de color y alguno de los dos cometiera un error. Me sentí tentada de romperle un vaso en la cabeza al maldito Gryffindor y volver a mi habitación.

¿Qué había de divertido en jugar conmigo? Porque sin duda era eso lo que intentaba hacer. La imagen que yo tenía de Fred Weasley era la de un chico presumido y egocéntrico que hacía lo necesario para conquistar a las mujeres. Aunque esta perspectiva había cambiado en los últimos días, pretendía que no había sido así y que nuestra conversación no me demostró que Weasley era también una persona amable, con un gran corazón que intentaba ayudarme cuando lo estaba pasando mal. Era más fácil culparle a él de mis problemas y seguir sin más amigos que los de Slytherin, las supuestas personas que eran "malas influencias" para mi.

Desvié la mirada hacia el suelo. No, no quería hablar de nada de lo sucedido, pero ahí estaba con Fred. ¿Qué podíamos hacer sino hablar? Había muchas cosas que decir, una disculpa por mi parte para empezar, pero no... mi orgullo podía conmigo. No pediría perdón por ser yo misma. Sin embargo sonreí cuando una música tenue pero animada comenzó a sonar con un gesto de su varita y mi expresión apagada se dulcificó ligeramente. - Bailaré contigo – dije tomando su mano pero lanzándole una pequeña mirada de reproche aún así. Tal y como estaba me resultaba difícil resistirme a un baile, ya que en estado de embriaguez la danza era mi entorno natural. Suspiré porque imaginaba que lo que vendría después de algo tan aparentemente inocente como un baile, vendría algo que no me gustaría tanto...

Dejé que mi cuerpo se adaptara a la fluidez y la naturalidad sencilla y elegante de la melodía que sonaba a la vez que cerraba los ojos disfrutando del momento. - Hoy he estado con mucha gente y casi nadie sabía bailar... me alegro de que tú sí – murmuré acomodando mi cabello detrás de la oreja.

Tras toda la fiesta me sentía relajada y la parsimonia me invadía, pero esto no hacía disminuir el indice de alcohol en mi sangre. Ni siquiera sabía si iba a ser capaz de llegar a la cama sin morir por el camino, o despertándome el dia siguiente en cualquier parte del castillo, y aunque lograra meterme en ella sin ningún percance, no podría conciliar el sueño. Entreabrí los labios para decir algo pero las palabras se quedaban perdidas en mi lengua. Algo me impulsaba a pedir a Fred que se quedara allí conmigo para no estar sola y amargada el resto de la noche, pero la Kristen racional que solía sacarme de todos los problemas me cerró la boca. Pensado en frío, no quería causarle ningún problema a Fred después de lo bien que se había portado conmigo, incluso mejor que muchos magos y brujas de Slytherin... realmente en el fondo me daba igual, pero al menos le debía eso. Además, mi intención no era echar sal en la herida psicológica que yo misma le había creado en aquel armario hacía unos días.