AÑO 2022. DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MÁGICA, LA PAZ REINÓ DURANTE LARGOS AÑOS. AQUELLOS QUE LUCHARON EN LA GUERRA CONTRA EL MAL, HICIERON SUS FAMILIA Y ACTUALMENTE SUS HIJOS SE ENCUENTRAN ESTUDIANDO EN HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
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Hakuna Matata -Fredward Weasley-
2 participantes
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Hakuna Matata -Fredward Weasley-
Me miraba al espejo mientras peinaba mis cabellos pelirrojos, la mitad caía delicadamente sobre mis hombros, de una manera armoniosa, mientras que la mitad fáltate era un manojo de pelos igual a alguien que se hubiera despertado hace unos minutos, cosa que yo había echo. Habíamos llegado la noche anterior. Hogwarts nos había dejado salir por unos días para festejar las fiestas con nuestras familias, mucho de mis primos habían viajado conmigo, mientras que un par se quedaron en el castillo, y otros como Dominique se fueron Francia con la tia Fluer y el tio Bill.
Termine de cepillar y desenredarlos, los deje caer atrás de mi espalda y me sonrei frente al espejo. Corrí al pequeño cuarto en donde guardaba mis cosas, aún tenía el piyama y quería cambiarme ya, tomar un rico desayuno que seguramente la abuela Molly había preparado y esperar el regreso de mi padres, ellos junto con Roxy habían ido a comprar las cosas que faltaban para la cena. Entre al cuarto de hurtadillas intentando no hacer ruido, Lily estaba recostada, o mejor dicho, desparramada en su cama, peor también en la mía, pues habíamos arrimado las dos juntas para pasar la noche jugando, ella se durmió rápidamente y yo la seguí sin quejarme.
Busque mi ropa y un abrigo ya que el frio se comenzaba a filtrar en la casa, entonces el vidrio tembló y en habitación se cegó por unos segundos, me apoye sobre el fino cristal de la ventana buscando la razón de aquello, no tarde mucho en encontrar a Fred sobre una escoba moviéndose con agilidad y velocidad por todo el jardín. Fruncí el ceño admirando sus movimientos y me agache buscando mi gorrito en el cajón mas bajo del placard, saliendo corriendo a la parte baja de la madriguera.
Salí al patio tan rápido como pude y me pare frente a la puerta, con los brazos como tetera imitando a mi madre cuando me regañaba. Lleva un tapado rojo tirando a coral con un gorrito a juego. – ¡Fredward! – grite cuando pude verlo no pasar muy lejos de mi. – No nos dejan andar en las escobas cuando ellos no están- tenía el ceño fruncido mientras lo miraba fijamente, había usado el tono de regaño de mi madre. Mama nunca me dejaba subir a las escobas, a pesar de que mi padre siempre le insistía, a pesar de que yo quería.
Termine de cepillar y desenredarlos, los deje caer atrás de mi espalda y me sonrei frente al espejo. Corrí al pequeño cuarto en donde guardaba mis cosas, aún tenía el piyama y quería cambiarme ya, tomar un rico desayuno que seguramente la abuela Molly había preparado y esperar el regreso de mi padres, ellos junto con Roxy habían ido a comprar las cosas que faltaban para la cena. Entre al cuarto de hurtadillas intentando no hacer ruido, Lily estaba recostada, o mejor dicho, desparramada en su cama, peor también en la mía, pues habíamos arrimado las dos juntas para pasar la noche jugando, ella se durmió rápidamente y yo la seguí sin quejarme.
Busque mi ropa y un abrigo ya que el frio se comenzaba a filtrar en la casa, entonces el vidrio tembló y en habitación se cegó por unos segundos, me apoye sobre el fino cristal de la ventana buscando la razón de aquello, no tarde mucho en encontrar a Fred sobre una escoba moviéndose con agilidad y velocidad por todo el jardín. Fruncí el ceño admirando sus movimientos y me agache buscando mi gorrito en el cajón mas bajo del placard, saliendo corriendo a la parte baja de la madriguera.
Salí al patio tan rápido como pude y me pare frente a la puerta, con los brazos como tetera imitando a mi madre cuando me regañaba. Lleva un tapado rojo tirando a coral con un gorrito a juego. – ¡Fredward! – grite cuando pude verlo no pasar muy lejos de mi. – No nos dejan andar en las escobas cuando ellos no están- tenía el ceño fruncido mientras lo miraba fijamente, había usado el tono de regaño de mi madre. Mama nunca me dejaba subir a las escobas, a pesar de que mi padre siempre le insistía, a pesar de que yo quería.
Re: Hakuna Matata -Fredward Weasley-
El viaje había sido agotador. En lugar de viajar por la red flú, el colegio había dispuesto que los estudiantes que fueran a volver a sus casas por las vísperas de las fiestas lo hicieran en el Expreso de Hogwarts. Era mucho menos difícil de organizar y abarataba costos respecto a los polvos flú. Y por eso, estuvieron viajando todo el día hasta arribar recién bien entrada la noche a la plataforma 9 y ¾. Se había pasado todo el viaje peleando con James y Hugo, mientras Lily acurrucada en su asiento trataba de sorportarlos. Mientras que por otro lado Roxy se dedicaba a fogonear las peleas y Rose al contrario, trataba de que se detuvieran.
Cuando llegaron y tuvieron todas sus maletas correspondientes cada uno, se sorprendieron al notar que quien los fue a recibir fue el propio abuelo Arthur. Todos corrieron a abrazarlo con fuerza, al punto que casi hicieron una montaña humana en pleno andén.
Mientras engullía todo lo que tenía a su alcance, Horus tuvo que escuchar como su abuela le inquiría sobre su sorprendente madrugada. Por lo que el hijo mayor de George tuvo que contarle sobre el suceso de los gorriones. Lo que generó la risa de su tío.
Comenzó a volar y disfrutar del viento helado golpeando en su cara y entumeciéndola. Haciendo que su nariz quedara colorada por el frío, mientras en el aire, viraba y giraba, intentando hacer piruetas y maniobras cada vez más complejas. ”¡Fredward!”, el grito le hizo perder el equilibrio y balancearse peligrosamente en la escoba, justo cuando intentaba de dar una curva cerrada y perfeccionar el tiempo de respuesta y arranque en aquella técnica. Se detuvo en el aire, buscando con la mirada la fuente de aquel tremebundo grito cuando la encontró. Con la melena de fuego y el gesto idéntico de su madre un Rose enfuruñada lo miraba a la distancia. Fue entonces cuando lentamente descendió hasta quedar a dos metros de ella, elevado tan solo tres metros y medio en el aire. —Vaya Rosie…— dijo con su melodiosa voz infantil. —Por poco y te confundo con la gruñona de tu madre con aquel grito que pegaste…— masculló burlón para a continuación enseñarle la lengua. —¿Por qué en lugar de ser tan mandona y seguir las reglas aburridas, no mejor tomas tu escoba y vienes a volar un rato conmigo?— le inquirió, utilizando un tono meloso y afable, buscando así seducirla. Buscando lograr, no solo que le deje de fastidiar y no solo que no le delate, sino además que sea su cómplice.
Soltó una última carcajada arrogante y aferrándose al mango de la escoba con ambas manos viró en el lugar a toda velocidad y aceleró, ganando altura y terreno, regresando a su pista imaginaria para practicar su vuelo.
Cuando llegaron y tuvieron todas sus maletas correspondientes cada uno, se sorprendieron al notar que quien los fue a recibir fue el propio abuelo Arthur. Todos corrieron a abrazarlo con fuerza, al punto que casi hicieron una montaña humana en pleno andén.
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Por ello, gracias al cansancio acumulado de tan tremendo viaje, Fred apenas llegó ni cenó en la casa de sus abuelos y fue directamente a la alcoba que antaño perteneciera a su padre y su tío. Allí se tiró en la cama sin desvestirse y se quedó profundamente dormido. Pero aquello no impidió que el canto de unos gorriones contra su ventana lo despertara bien temprano, dejándole un humor de perros. Aun con el uniforme de la escuela, tardó más de diez minutos en desperezarse, sentado al borde de su cama y el doble para cambiarse las ropas por unas más cómodas. Así que con unos vaqueros viejos y una camiseta de los chudley canons, anaranjada y negra, bajó las escaleras a toda prisa en dirección a la cocina. —¡¡¡¡Abuela Molly!!!!— vociferó lanzándose sobre ella y abrazándola con fuerza, para luego besarle sendas mejillas como ella siempre se lo demandaba. A continuación se sentó en la legendaria mesa redonda de la cocina y comenzó a golpearla con sus puños. —¡Tengo hambre! ¡Quiero comer!— vociferó intentando imitar la voz de un vikingo, grosero, bruto y grotesco. Lo que le hizo ganarse un buen coscorrón de su tío Charlie que acaba de entrar a la sala. —Compórtate— le dijo con una voz calma y alegre, pero seria, propia de él. —¡Tío Charlie! ¡Volviste de Rumanía!— dijo alegre su sobrino. Su tío asintió con la cabeza y se sentó a su lado, justo cuando la abuela Molly les servía a ambos el desayuno.Mientras engullía todo lo que tenía a su alcance, Horus tuvo que escuchar como su abuela le inquiría sobre su sorprendente madrugada. Por lo que el hijo mayor de George tuvo que contarle sobre el suceso de los gorriones. Lo que generó la risa de su tío.
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Ya desayunado, corrió escaleras arriba a buscar su sweater tejido por la abuela, era color escarlata con una gran efe en el centro dorada, era uno de sus favoritos. Bajó a toda velocidad con su bufanda flameando mientras se colocaba unos guantes de lana cargando su escoba al hombro. Cruzó la cocina a toda velocidad y salió al patio, bajo el grito de advertencia de su abuela que no lo cubriría esta vez si lo atrapaban. Sabía que no podía volar sin supervisión. Pero aún así, su abuela lo cubriría, ambos sabían aquello. Comenzó a volar y disfrutar del viento helado golpeando en su cara y entumeciéndola. Haciendo que su nariz quedara colorada por el frío, mientras en el aire, viraba y giraba, intentando hacer piruetas y maniobras cada vez más complejas. ”¡Fredward!”, el grito le hizo perder el equilibrio y balancearse peligrosamente en la escoba, justo cuando intentaba de dar una curva cerrada y perfeccionar el tiempo de respuesta y arranque en aquella técnica. Se detuvo en el aire, buscando con la mirada la fuente de aquel tremebundo grito cuando la encontró. Con la melena de fuego y el gesto idéntico de su madre un Rose enfuruñada lo miraba a la distancia. Fue entonces cuando lentamente descendió hasta quedar a dos metros de ella, elevado tan solo tres metros y medio en el aire. —Vaya Rosie…— dijo con su melodiosa voz infantil. —Por poco y te confundo con la gruñona de tu madre con aquel grito que pegaste…— masculló burlón para a continuación enseñarle la lengua. —¿Por qué en lugar de ser tan mandona y seguir las reglas aburridas, no mejor tomas tu escoba y vienes a volar un rato conmigo?— le inquirió, utilizando un tono meloso y afable, buscando así seducirla. Buscando lograr, no solo que le deje de fastidiar y no solo que no le delate, sino además que sea su cómplice.
Soltó una última carcajada arrogante y aferrándose al mango de la escoba con ambas manos viró en el lugar a toda velocidad y aceleró, ganando altura y terreno, regresando a su pista imaginaria para practicar su vuelo.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Hakuna Matata -Fredward Weasley-
El invierno se abría paso, la nieve ya ocupaba todo su territorio marcando como pertenencia prácticamente todo los alrededores de la madriguera y aún mucho más, era una vista hermosa realmente encantadora a pesar de que el frio le hacia perder un poco el encanto. El cielo pálido le daba un toque opaco a todo lo que estaba bajo el, haciendo resaltar los montones de nieve que cubría cada superficie visible, las nubes danzaban sobre el, yendo para aquí, volviendo para allá, amontonándose y separándose atrapando entre sus subes redes al sol que apenas brillaba aquella mañana. Los arboles blancos balanceaban sus ramas al compás del viento que pegaba justo en el rostro haciendo que el escalofríos recorra tu piel de punta a punta y sientas en carne viva el paisaje que te rodeaba.
Un copo de nieve recayó sobre la punta de mi nariz, prácticamente la única parte visible de mi rostro junto con mis ojos ya que el gorrito, la bufanda y el abrigo cubrían todo mi cuerpo. Sonreí mirándolo atentamente hasta que se derritió desapareciendo por completo. La voz de Fred llego en ese momento. Volví a color mis manos en la cintura y lo mire feo. – No la llames así - sabia que mi madre podía ser bastante gruñona, como la llamaban mis primos, cuando quería pero era para que no hagamos las cosas mal, aunque yo también me había enojada gran parte de las ocasiones en la que me regañaba después de todo ¿a que niño le gusta ser regañado? Puf no conocía a ninguno, es como que no te gusten los dulces ¿Quién en su sano juicio no los comía? ¡Y en especial lo de la abuela molly!
-Pero..-dije vacilante con mi baja voz aun perteneciente a una pequeña niña. Fred sabía jugar conmigo. Era buena, intentaba seguir todo lo que mis padres decían pero teniendo primos que te hacían desafiarlos uno crecía en la frontera de dos mundos, el ser obediente y el divertirse. Baje la mirada mientras movía la punta de mi pie contra la nieve, al final una sonrisa se dibujó en mi rostro y sale de mi lugar y corrí adentro de la casa mientras soltaba un alto y juvenil “espérame”.
Entre a la casa con velocidad, me pare en la puerta y busque alguna presciencia y testigo de lo que íbamos hacer. Se supone que yo siendo tan chica, junto con Albus Fred James y todo aquellos que ya estábamos en Hogwarts no podíamos subirnos a las escobas, y mucho menos volar como mi primo estaba haciendo, sin la presencia de nuestros padres. Sin nadie en las habitaciones cercanas subí por las escaleras hasta mi cuarto, primero me saque todo aquel exceso de abrigo pues sabia por experiencia que el volar de esa manera no terminaba nada bien, y luego fui a donde sabía que las escobas se mantenían guardaban.
Es así como en un ratito ya estaba volviendo sobre mis antiguas huellas marcadas sobre la nieve. Con escoba en mano corrí hacia el centro del lugar nuevamente para encontrarme con mi primo, cosa que no sucedió pues el ya estaba por los cielos. Me mordí la lengua y saque los cabellos de mi frente que a consecuencia del viento empujaban sobre mi frente molestamente.
Respire profundo y mire hacia arriba divisando la veloz figura de Fred “recuerda las clases de vuelo” no me iba mal con la escoba, en realidad era muy buena y tenía el constate apoyo de James y Fred para sentirme mas cómoda arriba de una, de echo quería estar en el equipo cuando la profesora me lo permitiese, sin embargo había un presión en mi estómago cada vez que deslizaba el palo entre mis piernas. Antes de darme cuenta mis pies dejaron la tierra y la brisa azoto mi rostro mientras empezaba a tomar altura. - ¡Fred! ¡Fred! – le grite mientras tomaba con fuerza el palo de la escoba.
Un copo de nieve recayó sobre la punta de mi nariz, prácticamente la única parte visible de mi rostro junto con mis ojos ya que el gorrito, la bufanda y el abrigo cubrían todo mi cuerpo. Sonreí mirándolo atentamente hasta que se derritió desapareciendo por completo. La voz de Fred llego en ese momento. Volví a color mis manos en la cintura y lo mire feo. – No la llames así - sabia que mi madre podía ser bastante gruñona, como la llamaban mis primos, cuando quería pero era para que no hagamos las cosas mal, aunque yo también me había enojada gran parte de las ocasiones en la que me regañaba después de todo ¿a que niño le gusta ser regañado? Puf no conocía a ninguno, es como que no te gusten los dulces ¿Quién en su sano juicio no los comía? ¡Y en especial lo de la abuela molly!
-Pero..-dije vacilante con mi baja voz aun perteneciente a una pequeña niña. Fred sabía jugar conmigo. Era buena, intentaba seguir todo lo que mis padres decían pero teniendo primos que te hacían desafiarlos uno crecía en la frontera de dos mundos, el ser obediente y el divertirse. Baje la mirada mientras movía la punta de mi pie contra la nieve, al final una sonrisa se dibujó en mi rostro y sale de mi lugar y corrí adentro de la casa mientras soltaba un alto y juvenil “espérame”.
Entre a la casa con velocidad, me pare en la puerta y busque alguna presciencia y testigo de lo que íbamos hacer. Se supone que yo siendo tan chica, junto con Albus Fred James y todo aquellos que ya estábamos en Hogwarts no podíamos subirnos a las escobas, y mucho menos volar como mi primo estaba haciendo, sin la presencia de nuestros padres. Sin nadie en las habitaciones cercanas subí por las escaleras hasta mi cuarto, primero me saque todo aquel exceso de abrigo pues sabia por experiencia que el volar de esa manera no terminaba nada bien, y luego fui a donde sabía que las escobas se mantenían guardaban.
Es así como en un ratito ya estaba volviendo sobre mis antiguas huellas marcadas sobre la nieve. Con escoba en mano corrí hacia el centro del lugar nuevamente para encontrarme con mi primo, cosa que no sucedió pues el ya estaba por los cielos. Me mordí la lengua y saque los cabellos de mi frente que a consecuencia del viento empujaban sobre mi frente molestamente.
Respire profundo y mire hacia arriba divisando la veloz figura de Fred “recuerda las clases de vuelo” no me iba mal con la escoba, en realidad era muy buena y tenía el constate apoyo de James y Fred para sentirme mas cómoda arriba de una, de echo quería estar en el equipo cuando la profesora me lo permitiese, sin embargo había un presión en mi estómago cada vez que deslizaba el palo entre mis piernas. Antes de darme cuenta mis pies dejaron la tierra y la brisa azoto mi rostro mientras empezaba a tomar altura. - ¡Fred! ¡Fred! – le grite mientras tomaba con fuerza el palo de la escoba.
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