AÑO 2022. DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MÁGICA, LA PAZ REINÓ DURANTE LARGOS AÑOS. AQUELLOS QUE LUCHARON EN LA GUERRA CONTRA EL MAL, HICIERON SUS FAMILIA Y ACTUALMENTE SUS HIJOS SE ENCUENTRAN ESTUDIANDO EN HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
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When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
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When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Me frote las manos dejando salir el vaho de mi boca divertida. Alguna especie de alucinación debía estar ocurriendo, ya que finalmente Ginger había aceptado salir a cazar y Monito no había empezado a inventar escusas así que quitándome el gorro de lana para sacudirme un poco de nieve que se había ido agolpando ahí vi como mis tres hermanas discutían unos cuantos pasos por delante de mí. Era como volver años atrás, cuando éramos niñas y nuestros padres nos llevaban al centro comercial a hacer las compras del mes o íbamos todos juntos a cenar luego de recoger a mama en el trabajo.
Las escuchaba hablar sobre un trabajo que tenían que presentar las gemelas para su clase de herbología y me eche a reír al ver como intentaban que Ginger les dejara tomar prestado el que había realizado ella dos cursos atrás. Había intentando esa técnica conmigo un par de días antes y no les había dado resultado, dudaba bastante que nuestra hermana cediera ante ello. Habíamos llegado ya a los jardines traseros rumbo al bosque cuando les pegue un grito para que se volviera hacia mí. - ¿Podéis ir adelantados? – les pregunte envolviéndome con mi capa. Quería volver al cuarto a cambiar la falda de mi uniforme por un pantalón. En mi última visita se me había enganchado en unas ramas y había quedado destrozada, como rompiera otra mama iba a matarme. Las vi alzar las manos de acuerdo, viendo el gesto idéntico de las gemelas antes de darme la vuelta para volver al castillo.
No tarde mucho en dejar de escuchar sus voces abrazándome a mi misma mientras echaba hacia atrás mi pelo a cada dos pasos. Había dejado de nevar ya, pero aun así el aire seguía soplando frio removiendo las ramas ya sin hojas de los arboles haciendo una serie de ruidos tenebrosos al chocar contra las ventanas del castillo. Aun recordaba la gran impresión que me había causado aquel edificio cuando llegue la primera vez, una mezcla de miedo y emoción al verme en un lugar como aquel. Al parecer aquel día me había despertado melancólica, quizás por haber pasado el día con mis hermanas de aquella manera, como lo hacíamos antes de que todo pasara, así que pensando en aquello vi a lo lejos ya la puerta trasera del castillo cuando una ráfaga de aire me golpeo sacándome el gorro de la cabeza al tiempo que soltaba una maldición girándome para verlo arrastrarse por la nieve siendo llevado lejos de mi.
Que genialidad, correr detrás de un gorro de lana, que para mayor calamidad era de color blanco y se estaba manchando entero así que me eche a correr recogiéndolo del suelo y sacudiéndolo. Al menos parecía no haberse manchado demasiado, pero sí que se había empapado por completo, lo que no esperaba al ponerme erguida de nuevo era prácticamente chocar contra una figura solo a unos dos pasos de mi.
Las escuchaba hablar sobre un trabajo que tenían que presentar las gemelas para su clase de herbología y me eche a reír al ver como intentaban que Ginger les dejara tomar prestado el que había realizado ella dos cursos atrás. Había intentando esa técnica conmigo un par de días antes y no les había dado resultado, dudaba bastante que nuestra hermana cediera ante ello. Habíamos llegado ya a los jardines traseros rumbo al bosque cuando les pegue un grito para que se volviera hacia mí. - ¿Podéis ir adelantados? – les pregunte envolviéndome con mi capa. Quería volver al cuarto a cambiar la falda de mi uniforme por un pantalón. En mi última visita se me había enganchado en unas ramas y había quedado destrozada, como rompiera otra mama iba a matarme. Las vi alzar las manos de acuerdo, viendo el gesto idéntico de las gemelas antes de darme la vuelta para volver al castillo.
No tarde mucho en dejar de escuchar sus voces abrazándome a mi misma mientras echaba hacia atrás mi pelo a cada dos pasos. Había dejado de nevar ya, pero aun así el aire seguía soplando frio removiendo las ramas ya sin hojas de los arboles haciendo una serie de ruidos tenebrosos al chocar contra las ventanas del castillo. Aun recordaba la gran impresión que me había causado aquel edificio cuando llegue la primera vez, una mezcla de miedo y emoción al verme en un lugar como aquel. Al parecer aquel día me había despertado melancólica, quizás por haber pasado el día con mis hermanas de aquella manera, como lo hacíamos antes de que todo pasara, así que pensando en aquello vi a lo lejos ya la puerta trasera del castillo cuando una ráfaga de aire me golpeo sacándome el gorro de la cabeza al tiempo que soltaba una maldición girándome para verlo arrastrarse por la nieve siendo llevado lejos de mi.
Que genialidad, correr detrás de un gorro de lana, que para mayor calamidad era de color blanco y se estaba manchando entero así que me eche a correr recogiéndolo del suelo y sacudiéndolo. Al menos parecía no haberse manchado demasiado, pero sí que se había empapado por completo, lo que no esperaba al ponerme erguida de nuevo era prácticamente chocar contra una figura solo a unos dos pasos de mi.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Era un día helado. El viento soplaba y la temperatura era baja. Por suerte, las nevadas habían cesado, al menos por aquella semana. Por lo tanto la nieve acumulada no era demasiada y se podía andar. Pero aquel clima, horrible para cualquier ser racional, no era impedimento para que Fred saliera a volar un rato en su escoba. Abrigado con un sweater que a kilómetros dejaba ver su impronta Weasley, con una gran “F” en el centro. Era un sweater color musgo la lana y blancos los detalles, como la efe misma.
Regresaba de su práctica diaria de vuelo, privada, cargando su vieja escoba al hombro. El frío hacía que se arrebujara en su abrigo, que lucía cubriendo su sweater y su cuerpo, una gruesa túnica negra. Entonces, vio como el viento arrastraba un gorro de lana. Y que vista había que tener para notarlo frente a tal clima tan blanquecino donde fácil era que se camuflara. Serían los tantos años de Quidditch y experiencia como cazador. Fue entonces cuando decidió salir en su encuentro, si había un gorro a la deriva, había alguien que lo buscaba.
Por lo tanto, a continuación, Horus comenzó a correr hacia el gorro de lana que viajaba a la deriva, víctima de una de las corrientes de viento. Era arrastrado constantemente por un soplido incesante e impiadoso de oxígeno, que calaba hasta los huesos.
Fue entonces cuando le dio alcance, pero muy tarde. Se encontraba a tan solo un metro del gorro, cuando alguien mucho más rápido, lo atrapó, luego de una notable carrera. Su dueño, o más bien dueña, jadeante tratando de recomponerse se irguió para chocar contra él. Ni sus reflejos de Quidditch fueron suficientes para verse venir aquello, estaba lento, torpe, y todo porque se quedó al pendiente de aquella joven.
Regresaba de su práctica diaria de vuelo, privada, cargando su vieja escoba al hombro. El frío hacía que se arrebujara en su abrigo, que lucía cubriendo su sweater y su cuerpo, una gruesa túnica negra. Entonces, vio como el viento arrastraba un gorro de lana. Y que vista había que tener para notarlo frente a tal clima tan blanquecino donde fácil era que se camuflara. Serían los tantos años de Quidditch y experiencia como cazador. Fue entonces cuando decidió salir en su encuentro, si había un gorro a la deriva, había alguien que lo buscaba.
Por lo tanto, a continuación, Horus comenzó a correr hacia el gorro de lana que viajaba a la deriva, víctima de una de las corrientes de viento. Era arrastrado constantemente por un soplido incesante e impiadoso de oxígeno, que calaba hasta los huesos.
Fue entonces cuando le dio alcance, pero muy tarde. Se encontraba a tan solo un metro del gorro, cuando alguien mucho más rápido, lo atrapó, luego de una notable carrera. Su dueño, o más bien dueña, jadeante tratando de recomponerse se irguió para chocar contra él. Ni sus reflejos de Quidditch fueron suficientes para verse venir aquello, estaba lento, torpe, y todo porque se quedó al pendiente de aquella joven.
. . .
Se puso rápidamente de pie, de un salto prácticamente, mientras se sacudía la nieve que había quedado en su abrigo, empapándolo. Su nariz estaba enrojecida por el clima y sus brazos, cruzados, ocultos bajo sus axilas intentando generar calor. —¿El gorro es tuyo entonces?— inquirió a la joven luego de tenderle una mano, ofreciéndole su ayuda para levantarse. Aprovechando para mirarla de pies a cabeza, notando su figura esbelta y curvilínea, de rasgos y facciones finas. Tez morena y ojos oscuros. Sin duda, una chica atractiva. —Por cierto, soy Fred, Weasley… pero eso ya lo sabías…— se presentó, haciendo una broma soberbia en el acto, acompañándola de un risa, melodiosa. —¿Y tú eres… la amiga de Rose? ¿Verdad?— apuró la intrigante, sonriéndole afable, mientras terminaba de ayudarla a que se incorporara, aprovechando para regresar sus brazos a su propio abrazo, tratando de ganar calor.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Aterrice sobre el frio suelo cerrando los ojos unos segundos al notar como la nieve casi derretida mojaba mi capa transmitiendo el frio a mi piel antes de levantarme ágilmente ayudada por la mano que tenia plantada frente a mi frunciendo el ceño mientras me sacudía los copos que habían quedado pegados a la ropa antes de poder mirar finalmente al chico que parecía estar haciendo lo mismo con su propia ropa escuchando su pregunta. – En realidad no, se lo he robado a un duende que pasaba. – replique burlona. Vale, quizás debería apagar el modo perra, al fin y al cabo el también había sido derribado, de modo que apartándome el pelo de la cara observe su apreciación a través de mi cuerpo hasta que me encontré con su mirada.
Escuche su presentación haciendo un repaso por las caras de mis compañeros de escuela intentando ubicarle hasta que pronuncio su apellido sin dejar pasar desapercibida la coletilla final. Si, había ido a chocar con uno de los primos legendarios de Rosie, pero negándome a dejar ver mi reconocimiento fingí indiferencia mostrando únicamente una pequeña sonrisa. – Un Weasley, difícil no conocerlos cuando sois casi la mitad del alumnado. Creo que te vi hablando con tu prima un par de veces.– pronuncie soltando una pequeña carcajada antes de apretarme dentro de mis ropas. Tendría que dar gracias a mi sistema inmunológico que hacía que rara vez cayera enferma, sino aquellas ropas mojadas seguramente me llevarían de cabeza a un resfriado. No tardo mucho en relacionarme con Rose, cosa fácil teniendo en cuenta la facilidad para hacer amigos de mi compañera. Era casi imposible conocer a Rosie y no hacerte amigo de ella. – Conozco a tu prima si es lo que preguntas, en efecto. – comente retorciendo el gorro entre mis manos viéndole abrazarse a sí mismo.
Seguramente formábamos una bonita estampa, parados en mitad de la nieve con el viento revolviéndose a nuestro alrededor, por lo que poco dispuesta a dejar que el frio se asentara guarde el gorro dentro de mi capa sin importarme que mojara un poco más mi ropa. – Hace un poco de frio para estar parado aquí fuera. Yo tengo como escusa mi afición a perseguir prendas de invierno, ¿Cuál es la tuya? – le pregunte echándome a andar hacia el castillo, suponiendo que se dirigía en esa dirección. Para estas alturas lo más seguro es que mis hermanas estuvieran ya sumergidas en “la cena” a no ser que hubiera estallado alguna pelea fraternal por el camino.
Escuche su presentación haciendo un repaso por las caras de mis compañeros de escuela intentando ubicarle hasta que pronuncio su apellido sin dejar pasar desapercibida la coletilla final. Si, había ido a chocar con uno de los primos legendarios de Rosie, pero negándome a dejar ver mi reconocimiento fingí indiferencia mostrando únicamente una pequeña sonrisa. – Un Weasley, difícil no conocerlos cuando sois casi la mitad del alumnado. Creo que te vi hablando con tu prima un par de veces.– pronuncie soltando una pequeña carcajada antes de apretarme dentro de mis ropas. Tendría que dar gracias a mi sistema inmunológico que hacía que rara vez cayera enferma, sino aquellas ropas mojadas seguramente me llevarían de cabeza a un resfriado. No tardo mucho en relacionarme con Rose, cosa fácil teniendo en cuenta la facilidad para hacer amigos de mi compañera. Era casi imposible conocer a Rosie y no hacerte amigo de ella. – Conozco a tu prima si es lo que preguntas, en efecto. – comente retorciendo el gorro entre mis manos viéndole abrazarse a sí mismo.
Seguramente formábamos una bonita estampa, parados en mitad de la nieve con el viento revolviéndose a nuestro alrededor, por lo que poco dispuesta a dejar que el frio se asentara guarde el gorro dentro de mi capa sin importarme que mojara un poco más mi ropa. – Hace un poco de frio para estar parado aquí fuera. Yo tengo como escusa mi afición a perseguir prendas de invierno, ¿Cuál es la tuya? – le pregunte echándome a andar hacia el castillo, suponiendo que se dirigía en esa dirección. Para estas alturas lo más seguro es que mis hermanas estuvieran ya sumergidas en “la cena” a no ser que hubiera estallado alguna pelea fraternal por el camino.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Notó su mano fría al tacto cuando la asió. Más ello no le impidió ayudarla a ponerse en pie. Una vez listos, pudo percatarse que si el tenía frío, ella debía estar mucho peor, empapada. —¿En serio? Que buen gusto tenía el duende entonces y mira que no suelen tenerlo, me lo contó mi tío Will…— le dijo con una sonrisa en el rostro. El recuerdo de su tío le entristecía, pero debía admitir otra cosa. Aquella chica tenía sentido del humor, de buenas a primeras y por eso su sonrisa no tardó en acudir a su rostro, encantadora y natural, tan suya.
Acto seguido, se quitó el abrigo, luciendo así su amado sweater y con el mismo, cubrió a su acompañante. —No es mucho, pero es algo…— dijo encogiéndose de hombros, para luego tiritar de frío.
Acto seguido, se quitó el abrigo, luciendo así su amado sweater y con el mismo, cubrió a su acompañante. —No es mucho, pero es algo…— dijo encogiéndose de hombros, para luego tiritar de frío.
. . .
Escrutó con su mirada la sonrisa, sin poder creer que en serio no le conociera, por lo que el consideraba su tantas hazañas. Le había tocado el orgullo, más no dejó notar aquello enseguida. —Te equivocas, en realidad somos más de la mitad del alumnado, exactamente un sesenta y ocho punto cuatro porciento…— masculló, haciendo uso de su gran sentido del humor. Al menos, aquella chica sabría que no en vano era el hijo de uno de los gemelos Weasley. Sin embargo el mundano “Creo que te vi hablando con tu prima un par de veces.” no se le pasó de largo. El era Fred, Fredo, todos lo conocían, cualquiera quien se precie de ser alguien le saludaba si lo veía en un corredor. Si alguien necesitaba un surtido saltaclase de emergencia recurrían a él. Si se descubría que un par de vándalos le habían dado su merecido a un par de Slytherins, eran James y él. Si se descubría que alguien había estado tomándole el pelo al profesor, era James o tal vez él. No podía no conocerlo. —Pero no me conoces a mí…— masculló frunciendo el ceño, no podía haberlo evitado, le estaba mintiendo y dudaba de ella, pero el orgullo había sido suavemente arañado y no estaba acostumbrado a ello. . . .
Sentía los brazos del viento alborotar su cabello lacio, desacomodándolo. Con su pelo hondeando al viento, se quedó mirándola un poco más, concluyendo que aquella chica valía la pena. Pese a que no le gustaba el que no le conociera, no era negligente y se había percatado de su humor y carácter, dos piezas que le daban gran sabor a su cuerpo claro está. —¿Qué no lo es obvio?— le inquirió extendiendo ambos brazos en fingida señal de incredulidad por no saber algo, que claro estaba, no tenía forma de saberlo pero aun así, fuera una obviedad. —Mi afición de conocer mujeres hermosas…— masculló descarada, sonriéndole de manera encantadora y natural, mientras emprendía la marcha junto a ella, sintiendo a cada paso el precio pagado por deshacerse de su abrigo.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Andaba un poco distraída intentando acomodar mi ropa cuando finalmente escuche su comentario sin poder evitar soltar una carcajada. Al parecer había decidido tomárselo como una broma y, mini punto para él, tenía sentido del humor así que continuando la conversación dibuje una sonrisa ladeada. – Intento robar siempre cosas bonitas, es una manía que tengo. – respondí negando con la cabeza viendo como se alejaba un poco quitándose el abrigo al tiempo que yo entrecerraba los ojos. ¿Estaba loco? Iba a congelarse… Sin embargo cuando vi que lo colocaba sobre mis hombros no pude evitar enternecerme un poco ante el detalle. – Gracias, pero vas a quedarte congelado, no hacía falta… - comente viendo como mi teoría se confirmaba en el momento que se ponía a tiritar. En realidad la temperatura no era tan baja pero con el viento que hacia parecía aumentar el frio considerablemente.
Ajustando el abrigo para que no se cayera vi como me miraba al parecer sorprendido. No creía haber dicho algo raro, pero cuando comento aquella broma imagine que eran simples suposiciones mías. Realmente había que tener un árbol genealógico para poder moverte entre las ramas de la familia Weasley, eran algo así como una leyenda en el castillo aunque con quien único mantenía una amistad era con Rose. Seguramente conociera a alguno de sus primos también de verlos por los pasillos o en el comedor, y mis hermanas compartían alguna clase con el hermano de Rosie, pero no era como si realmente supiera mucho de ellos. – Parece que tienes bien memorizados los datos. ¿Quién hizo el balance? – pregunte manteniendo el mismo tono jocoso que él mientras intentaba apretar un poco el paso para llegar al interior. Solo faltaba que se formara una tormenta o algo así con nosotros aquí fuera.
Me gire hacia él cuando comento lo obvio, que a él no le conocía realmente enarcando una ceja ante el mohín en su cara. ¿Acaso tenía algún complejo de celebridad para que le molestara el hecho de que no le conocía? Negué con la cabeza parándome en mi lugar antes de girarme hacia él. – No, a ti no te conozco… Katherine Queensy, un placer. – dije extendiendo mi mano derecha inclinándome como si hiciera una pequeña reverencia antes de echarme a reír volviendo a caminar. El aire no hacía más que llevar mi pelo hacia mi cara impidiéndome ver bien que tenía delante de mis propios ojos por lo que sujetando aun el abrigo con una mano para que se mantuviera cerrado use la otra para recoger mi melena a un lado maldiciendo no llevar ningún elástico para atármelo mirándole cuando formulo esa pregunta sin saber dónde estaba la obviedad de andar a estas horas, con este frio y por los jardines como si de una excursión se tratara, pero al escuchar su réplica mordaz una risa se escapo de mis labios. – Vaya, siento haber interrumpido tus actividades entonces. – comente manteniendo un tono cordial mientras forzaba una sonrisa inocente en mi rostro.
Ajustando el abrigo para que no se cayera vi como me miraba al parecer sorprendido. No creía haber dicho algo raro, pero cuando comento aquella broma imagine que eran simples suposiciones mías. Realmente había que tener un árbol genealógico para poder moverte entre las ramas de la familia Weasley, eran algo así como una leyenda en el castillo aunque con quien único mantenía una amistad era con Rose. Seguramente conociera a alguno de sus primos también de verlos por los pasillos o en el comedor, y mis hermanas compartían alguna clase con el hermano de Rosie, pero no era como si realmente supiera mucho de ellos. – Parece que tienes bien memorizados los datos. ¿Quién hizo el balance? – pregunte manteniendo el mismo tono jocoso que él mientras intentaba apretar un poco el paso para llegar al interior. Solo faltaba que se formara una tormenta o algo así con nosotros aquí fuera.
Me gire hacia él cuando comento lo obvio, que a él no le conocía realmente enarcando una ceja ante el mohín en su cara. ¿Acaso tenía algún complejo de celebridad para que le molestara el hecho de que no le conocía? Negué con la cabeza parándome en mi lugar antes de girarme hacia él. – No, a ti no te conozco… Katherine Queensy, un placer. – dije extendiendo mi mano derecha inclinándome como si hiciera una pequeña reverencia antes de echarme a reír volviendo a caminar. El aire no hacía más que llevar mi pelo hacia mi cara impidiéndome ver bien que tenía delante de mis propios ojos por lo que sujetando aun el abrigo con una mano para que se mantuviera cerrado use la otra para recoger mi melena a un lado maldiciendo no llevar ningún elástico para atármelo mirándole cuando formulo esa pregunta sin saber dónde estaba la obviedad de andar a estas horas, con este frio y por los jardines como si de una excursión se tratara, pero al escuchar su réplica mordaz una risa se escapo de mis labios. – Vaya, siento haber interrumpido tus actividades entonces. – comente manteniendo un tono cordial mientras forzaba una sonrisa inocente en mi rostro.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Una carcajada melodiosa y una sonrisa de lado, alcanzaron para indicarle a Horus que iba por buen camino. Sonrío con picardía ahora él, mientras la miraba, expectante, festejando su respuesta con otra risa. —Ya veo, eso explica por qué mi hermana se queja de que le ha desaparecido su ropa favorita…— contestó fingiendo una cara de “ahora lo comprendo todo” y a continuación le dedicaba otras carcajadas divertidas.
—Oh, no te preocupes, ya entraré en calor…— contestó, viéndola de lado y guiñándole entonces un ojo, con complicidad y picardía mientras caminaba. La constante ventisca que soplaba le estaba calando hasta los huesos, pero procuró que su acompañante no lo notara, disimulando. No por orgullo, sino para no preocuparla, aunque si lo hacía no iba a quejarse, era signo de interés.
Una sonrisa surcó su rostro cuando escuchó aquella pregunta y río con ganas. —Peevees ¿Quién otro?— dijo mirándola con real interés sin disimular para nada, le daba mal si aquella forma de mirarla le intimidaba, aunque sospechaba que estaba lejos de ello. Mientras tanto, como si fuera poco, comenzó a nevar copiosamente, aguanieve, notándose que se transformaría en torrencial.
—Oh, no te preocupes, ya entraré en calor…— contestó, viéndola de lado y guiñándole entonces un ojo, con complicidad y picardía mientras caminaba. La constante ventisca que soplaba le estaba calando hasta los huesos, pero procuró que su acompañante no lo notara, disimulando. No por orgullo, sino para no preocuparla, aunque si lo hacía no iba a quejarse, era signo de interés.
. . .
Continuó la marcha emprendida, con un paso enérgico mientras que a la vez notaba como ella también aceleraba. Seguramente ambos pensaban y querían lo mismo: hacía demasiado frío y querían un refugio del viento ya. Una sonrisa surcó su rostro cuando escuchó aquella pregunta y río con ganas. —Peevees ¿Quién otro?— dijo mirándola con real interés sin disimular para nada, le daba mal si aquella forma de mirarla le intimidaba, aunque sospechaba que estaba lejos de ello. Mientras tanto, como si fuera poco, comenzó a nevar copiosamente, aguanieve, notándose que se transformaría en torrencial.
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—El placer es todo mío…— replicó galante para mirarla con intriga y diversión por igual al ver su gesto elegante y exacerbado en claro plan bromista. Katherine Queensy, la vampira de Hogwarts. Si es que los rumores eran ciertos, entonces el interés de Fred por aquella chica, acababa de subir hasta la estratósfera. De pronto una idea ridícula y propia de un adolescente hormonal le invadió. ¿Cómo sería hacerlo con un vampiro? Definitivamente era una experiencia que no estaba dispuesto a dejar escapar. Pero, tampoco era un desalmado y además, aquella chica ya había demostrado ser interesante antes de mencionar su nombre. —Supongo que me tendré que conformar contigo entonces…— contestó arqueando una ceja, elocuente frente al juego que ella había iniciado. Nada como una mujer que se presume inocente cuando sabe que no lo es. Justo en ese instante comenzó a tormentar de forma torrencial de agua nieve, dejando empapados a ambos alumnos. Sin pensarlo dos veces Fred tomó la mano de la muchacha y sin decir nada cambió el rumbo, comenzando a correr, con dificultad sobre la nieve.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Escuche como se echaba a reír ante mi comentario negando con la cabeza sin poder evitar sonreír ante su respuesta carraspeando antes de luchar por mantener mi rostro serio nuevamente. – Oh, no lo creo… Por ahora he limitado mis victimas a duendes y elfos, a no ser que tu hermana sea alguna de esas dos cosas está a salvo a no ser que tenga alguna falda negra, entonces tendré que colarme para conseguirla. – comente poniendo los ojos en blanco fijándome en busca de alguna reacción por su parte ante el gesto generoso que había tenido. Por muy agradecida que estuviera no iba a aceptarlo si con eso acababa teniendo que cargar en mi conciencia que el pillara una pulmonía, pero me sorprendió con aquella respuesta acompañada de un guiño ante lo cual no conseguí reprimir la sonrisa esta vez. – Supongo que tendrás un buen fuego esperándote cuando llegues. – dije esforzándome por sonar desinteresada.
Consigue mantener el paso que iba marcando mientras cruzábamos los jardines, pensando en cómo el mal tiempo hacia que pareciera un camino doblemente largo a cualquier otro día, seguramente por la nieve en el suelo que dificultaba el paso. Una verdadera risa escapo de mi garganta cuando menciono al travieso poltergeist atribuyéndole el merito del censo Weasley negando mientras asentía. – No sé como no lo he deducido antes, si es un trabajo suyo tendré que creer que son los datos correctos. – deduce notando como una especie de lluvia comenzaba a empapar mi cabello alzando la vista al cielo para notar los copos revolotear por el aire. Sería mejor acelerar si queríamos llegar antes de vernos atrapados bajo la tormenta que parecía avecinarse.
Al menos con la pequeña charla mi mente conseguía evadir un poco el frio, aunque las ráfagas de aire no ayudaban demasiado y el habernos parado para las presentaciones tampoco. Escuche su respuesta a mi presentación notando como una chispa se encendía en mi mirada. Mi reputación había ido extendiéndose por los pasillos del castillo desde hacía un par de meses, el tiempo más o menos que llevaba con esta nueva “vida”, y no pude evitar si tenía algo que ver. Yo no era mis hermanas, no escondía lo que era como si fuese algo malo. Desde que había aprendido a controlarlo tenía que reconocer que la mayoría de las veces era bastante asombroso de modo que no veía el punto en negarlo como si me avergonzara. Fruncí levemente el ceño al escuchar su última frase. - ¿Conformarte conmigo? – le pregunte antes de soltar una carcajada irónica. – Para eso tendríamos que suponer que yo estuviera interesada… - comencé a reclamar cuando una ráfaga de viento me obligo a estremecerme aun protegida con el abrigo al tiempo que los copos comenzaban a caer con más fuerza. Parecía que la tormenta había llegado antes de lo que había podido prever, por lo que me sorprendió cuando sentí su mano tomar la mía tirando de mi en dirección contraria, acelerando el ritmo para mantener su paso algo confusa. - ¿Te das cuenta que estamos alejándonos del castillo? – le pregunte entrecerrando los ojos en un intento de evitar que el agua se me metiera en ellos. Apenas conseguía ver unos pasos más allá de mí, solo se distinguían los remolinos blancos que creaba el aire arrastrando la nieve.
Consigue mantener el paso que iba marcando mientras cruzábamos los jardines, pensando en cómo el mal tiempo hacia que pareciera un camino doblemente largo a cualquier otro día, seguramente por la nieve en el suelo que dificultaba el paso. Una verdadera risa escapo de mi garganta cuando menciono al travieso poltergeist atribuyéndole el merito del censo Weasley negando mientras asentía. – No sé como no lo he deducido antes, si es un trabajo suyo tendré que creer que son los datos correctos. – deduce notando como una especie de lluvia comenzaba a empapar mi cabello alzando la vista al cielo para notar los copos revolotear por el aire. Sería mejor acelerar si queríamos llegar antes de vernos atrapados bajo la tormenta que parecía avecinarse.
Al menos con la pequeña charla mi mente conseguía evadir un poco el frio, aunque las ráfagas de aire no ayudaban demasiado y el habernos parado para las presentaciones tampoco. Escuche su respuesta a mi presentación notando como una chispa se encendía en mi mirada. Mi reputación había ido extendiéndose por los pasillos del castillo desde hacía un par de meses, el tiempo más o menos que llevaba con esta nueva “vida”, y no pude evitar si tenía algo que ver. Yo no era mis hermanas, no escondía lo que era como si fuese algo malo. Desde que había aprendido a controlarlo tenía que reconocer que la mayoría de las veces era bastante asombroso de modo que no veía el punto en negarlo como si me avergonzara. Fruncí levemente el ceño al escuchar su última frase. - ¿Conformarte conmigo? – le pregunte antes de soltar una carcajada irónica. – Para eso tendríamos que suponer que yo estuviera interesada… - comencé a reclamar cuando una ráfaga de viento me obligo a estremecerme aun protegida con el abrigo al tiempo que los copos comenzaban a caer con más fuerza. Parecía que la tormenta había llegado antes de lo que había podido prever, por lo que me sorprendió cuando sentí su mano tomar la mía tirando de mi en dirección contraria, acelerando el ritmo para mantener su paso algo confusa. - ¿Te das cuenta que estamos alejándonos del castillo? – le pregunte entrecerrando los ojos en un intento de evitar que el agua se me metiera en ellos. Apenas conseguía ver unos pasos más allá de mí, solo se distinguían los remolinos blancos que creaba el aire arrastrando la nieve.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Se relamió, admirando con real interés y diversión como la morena intentaba y luchaba por parecer seria y así poner su rostro. Más sus facciones se resistían notando como de vez en cuando y fugazmente sus comisuras se curvaban momentáneamente hacia arriba. —No, la verdad es que no es ninguna de las dos… pero si me lo preguntas a mí, por más que no pueda afirmarlo, se me hace un cruce entre troll y ghoul…— le dijo utilizando un tono de voz susurrante, actuando como si le contara una confidencialidad, para mejorar la broma. A continuación echó la cabeza atrás soltando una gran carcajada. Un risilla le invadió en cuanto logró, de un modo que no esperaba, hacerla sonreír sin oposición alguna. —O me lo consigo por el camino…— retrucó implacable y tenaz, algo más descarado esta vez, antes de guiñarle nuevamente el ojo y acelerar la marcha.
. . .
Una mirada triunfal y una risa alegre lo imbuyeron cuando escucho aquella melodiosa voz ajena, riendo. Por fin lograba cantar victoria habiéndole hecho reír de tal manera y sonreír a la vez, con ganas. Todo gracias a una de sus ocurrentes bromas. —Meh, yo no me fiaría del todo, se me hace que somos como el ochenta y siete por ciento a mí, siempre discutimos por ello…— le dijo de nuevo, con tal de volver a hacerla reír. Utilizando un tono despreocupado y que le restaba importancia al asunto como si el criterio del poltergeist totalmente confiable, no lo fuera. Cuando en realidad, no lo era. . . .
La mente del castaño divagaba sobre la vampira y sobre los vampiros en general. Tenía que admitir que se parecían bastante a los magos normales. Hasta que calló en la cuenta de lo idiota que era, ¡eran magos normales! Pero con condiciones especiales, como los licántropos. Fue entonces cuando su contra intrigante le hizo sonreír con picardía. —Bueno, tu te has disculpado por interrumpir mi actividad, cuando yo creía que había dado sus frutos…— masculló explayándose. Para a continuación romper a reír mientras corría, tirando de su mano. —¿Y si no lo tuvieras por qué lo demostrarías cariño?— retrucó guiñándole un ojo por tercera vez mientras llegaban a los invernaderos de Hogwarts. —Si me doy cuenta, pero aquí es más seguro de llegar ilesos antes que quizás nunca llegar al castillo…— le explicó mientras que probaba a ver si la puerta estaba abierta, lo que le hizo sonreír cuando el picaporte cedió. El profesor era despistado y casi nunca cerraba con llave. —No me preguntes como sabía que estaba abierto…— se le adelantó mientras entraba al interior del invernadero tirando de la mano de ella, aun entrelazadas ambas, para que le acompañara.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
No pude evitar sonreír cuando continúo la broma sobre su hermana. Tenía que reconocerlo, a pesar del comentario supuestamente negativo se notaba el cariño detrás de sus palabras. Al fin y al cabo, por experiencia propia debía decir que la mayoría de las veces la mejor forma de demostrar el cariño fraternal era con bromas de ese estilo. – Creo que voy a tener que pedir a Rosie que me presente a su hermana, por tu descripción parece alguien digno de ver. – dije escuchando se echo a reír sin inmutarse por mi comentario anterior. Había que reconocerle una cosa; tenía sentido del humor… Y su sonrisa mejoraba muchísimo cada vez que me dedicaba uno de aquellos guiños. Su comentario me sonó a provocación en toda regla por lo que negándome a demostrar el recién adquirido interés esboce una sonrisa. – Muy inteligente por tu parte, pero busca con cuidado, no encuentres un fuego que acabe por quemarte. – resalte con humor.
Cualquiera pensaría que acababa de ganar un premio cuando mi intento de permanecer seria se esfumo con el viento al soltar aquella carcajada. Al parecer el chico Weasley era orgulloso, y hacerme reír le subía el ego de modo que deje que continuara su felicidad mientras, al tiempo que yo afirmaba ante su teoría inicial él la rebatía aumentando aun más la disparatada cifra. Era como si llevarme la contraria le hiciera feliz. – Creo que un ochenta y siete ya es pasarse, no he visto tantos pelirrojos por el castillo, creo que mi balance se quedaría en… Un setenta y dos. – agregue soltando una cifra al azar. Quizás era simplemente mi afán de tener siempre la última palabra saliendo a la luz.
Poco antes de comenzar a correr escuche aquel comentario, haciéndoseme imposible contestar mientras nos precipitábamos a los invernaderos escapando levemente de la nieve. – Eso me sonó casi como un cumplido Weasley. – le dije recuperando el aliento rezando porque mis dientes no empezaran a castañear mientras notaba la ropa mojada pegarse incómodamente a mi cuerpo. Y yo que volvía al castillo para cambiarme de ropa, solo esperaba que mis hermanas hubieran podido evitar la tormenta. Olvide momentáneamente a mis hermanas cuando percibí otro guiño en su rostro retándome nuevamente. – No sabía que estuviera demostrando nada, cariño. – comente enfatizando la última palabra imitando su voz mientras me abrazaba a mi misma dando gracias cuando la puerta cedió precipitándome dentro aun sosteniendo su mano. La temperatura crecía considerablemente en el interior así que solté un suspiro de alivio mientras deslizaba mi mano fuera de la suya para poder quitarme el abrigo mojado y la capa frotando mis brazos. – Realmente no necesito saber porque estaba abierto, me limito a dar gracias. – dije controlando el castañeo de mis dientes. – Si yo tengo frio no quiero ni imaginar cómo tienes que estar tú. – suspire mirando el abrigo que había dejado sobre una de las mesas que se encontraban dispersas por el lugar. Tendríamos que esperar aquí a que amainara.
Cualquiera pensaría que acababa de ganar un premio cuando mi intento de permanecer seria se esfumo con el viento al soltar aquella carcajada. Al parecer el chico Weasley era orgulloso, y hacerme reír le subía el ego de modo que deje que continuara su felicidad mientras, al tiempo que yo afirmaba ante su teoría inicial él la rebatía aumentando aun más la disparatada cifra. Era como si llevarme la contraria le hiciera feliz. – Creo que un ochenta y siete ya es pasarse, no he visto tantos pelirrojos por el castillo, creo que mi balance se quedaría en… Un setenta y dos. – agregue soltando una cifra al azar. Quizás era simplemente mi afán de tener siempre la última palabra saliendo a la luz.
Poco antes de comenzar a correr escuche aquel comentario, haciéndoseme imposible contestar mientras nos precipitábamos a los invernaderos escapando levemente de la nieve. – Eso me sonó casi como un cumplido Weasley. – le dije recuperando el aliento rezando porque mis dientes no empezaran a castañear mientras notaba la ropa mojada pegarse incómodamente a mi cuerpo. Y yo que volvía al castillo para cambiarme de ropa, solo esperaba que mis hermanas hubieran podido evitar la tormenta. Olvide momentáneamente a mis hermanas cuando percibí otro guiño en su rostro retándome nuevamente. – No sabía que estuviera demostrando nada, cariño. – comente enfatizando la última palabra imitando su voz mientras me abrazaba a mi misma dando gracias cuando la puerta cedió precipitándome dentro aun sosteniendo su mano. La temperatura crecía considerablemente en el interior así que solté un suspiro de alivio mientras deslizaba mi mano fuera de la suya para poder quitarme el abrigo mojado y la capa frotando mis brazos. – Realmente no necesito saber porque estaba abierto, me limito a dar gracias. – dije controlando el castañeo de mis dientes. – Si yo tengo frio no quiero ni imaginar cómo tienes que estar tú. – suspire mirando el abrigo que había dejado sobre una de las mesas que se encontraban dispersas por el lugar. Tendríamos que esperar aquí a que amainara.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Weasley lanza y anota! Un punto más para él, una sonrisa nueva en el rostro de Katherine! Cierren todo, este chico está imparable y una vez que comienza, no se detiene. Por eso, la partida tácita que Fred Weasley mantenía consigo mismo, pese a su comienzo funesto ahora prosperaba con una sonrisa tras otra, generada en el semblante de la chica. —Oh si, no te das una idea, sobre todo sus besos… cuando te salude… devorará y empapará con su saliva la mitad de tu cara…— contestó como si aquello se tratara de algo adorable, antes de echarse a reír.
Continuó viéndola de reojo mientras intentaba con sus pasos capear el suelo traicionero y a la vez, padecer un poco menos el temporal. Sin embargo, por no decir imposible resultaba muy difícil lograrlo. El agua nueve poco a poco se transformaba en nieve condensada que caía con fuerza. —¿Cómo que no? ¿Acaso no son esos los fuegos que calientan más?— retrucó con picardía antes de soltar una sonrisita traviesa, mirándola de reojo.
Continuó viéndola de reojo mientras intentaba con sus pasos capear el suelo traicionero y a la vez, padecer un poco menos el temporal. Sin embargo, por no decir imposible resultaba muy difícil lograrlo. El agua nueve poco a poco se transformaba en nieve condensada que caía con fuerza. —¿Cómo que no? ¿Acaso no son esos los fuegos que calientan más?— retrucó con picardía antes de soltar una sonrisita traviesa, mirándola de reojo.
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En cuanto vio como la Hufflepuff le seguía el juego, no puedo más que sonreír admirado. Pocas veces encontraba alguien que continuara sus bromas de manera tan bien. Porque si había quien las seguían y quien las festejaba y admiraba. Pero pocos como aquella chica que las continuaba mientras lo estudiaba y a la vez correspondía su coqueteo implícito con los dobles sentidos. —Setenta y siete coma siete y es un trato…— vociferó con vos triunfal mientras sacaba pecho exagerando, a la vez que hablaba como si se tratara del regate entre vendedor y comprador. Cambiando totalmente el eje de la charla. Quizás así zanjando aquella broma.. . .
El terreno se volvía más abrupto con cada paso que daban y cada vez más inestable. La nieve acumulada, que cada vez era más, dificultaba en gran medida la velocidad del trayecto. Mientras que la tormenta que ya empezaba a hacerse notar los empapaba de pies a cabeza sin piedad. —¿Casi? Si quieres mi opinión y sé que la quieres, no deberías asociar la verdad a un cumplido…— masculló con suficiencia y a la vez descaro, pero todo maquillado con un dejo de galantería que hizo de aquel comentario uno tan elegante que la chica no tenía más opción que aceptar que era una persona elocuente y sagaz. Finalmente, arribaron a los invernaderos, por detrás y logrando entrar en ellos. —Indirectamente sí, sino, hubieras tomado tu gorro y hubieras seguido tu camino en lugar de quedarte conmigo…— se explicó mientras notaba como ella liberaba su mano y se quitaba el abrigo mojado. Haciendo lo propio se quitó el sweater, quedando tan solo con la camisa del uniforme y la corbata, y una camiseta debajo. —Rayos… la abuela Molly me matará…— se lamentó pensando en voz alta, mientras veía cuan empapado estaba el sweater, temiendo que se arruinase o algo parecido, en verdad era muy viejo. Era de su tío, pero nadie lo sabía, total, ambos tenían la misma inicial y el mismo nombre. Su abuela se lo había regalado hacía dos navidades, sin embargo, por la cara que puso su padre en el momento, podía adivinar que él también lo sabía o sospechaba. Después de todo, era su gemelo. —Que aburrida, no tienes sentido de la curiosidad…— le reprochó mientras se acercaba a ella, notándola víctima del frío. —A ver, ven aquí…— masculló con voz amable pero con un dejo de travesura, en lo que se acercaba y la abrazaba por los hombros apretándola contra su pecho para darle calor. Y claramente aprovechando la excusa. —¿Cómo estoy yo? Buscando mi fuego… y además, tengo tiempo para conseguírmelo ya que hasta que se calme la tormenta tenemos un buen rato…— indicó, adivinando en lo que pensaba la morena, mientras las gotas de la tormenta repiqueteaban en el techo cristalino del invernadero.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Escuchando su siguiente comentario sobre su pobre hermana no pude hacer una mueca e imaginar a la muchacha como un cachorrito de esos que te saltan encima cuando abres la puerta para saludarte efusivamente. Tenía a Sam precisamente porque no dejaba babas por todos lados así que negando con la cabeza intente borrar la imagen de mi mente. – Eso es completamente asqueroso. – dije sin poder evitarlo antes de echarme a reír. – Si yo te escuchara hablar así de mi te ganarías un par de buenos golpes. – comente fijando mi vista brevemente en el suelo para poder vigilar mis pasos. Suficiente espectáculo había dado corriendo como una tonta detrás de un gorro, no quería rematar la jugada resbalando en el hielo para acabar sobre mi trasero. Sin embargo al escuchar como volvía a hablar alce nuevamente la vista para mirarle meditando unos segundos su respuesta. – También son los más peligrosos, ¿No crees? – rebatí enarcando una ceja en su dirección.
Parecía como si la sonrisa fuera un complemento más en su rostro, y no pude evitar preguntarme si alguna vez su rostro se tornaba serio aunque claro… El tema que estábamos tratando no era precisamente de vida o muerte. Como imaginaba decidió mandar una contraoferta haciéndome negar con la cabeza divertida. – Setenta y siete entonces, avisare para que rectifiquen los datos si sobrevivimos a la tormenta. – comente viendo el orgullo con el que reconocía haber ganado la conversación.
Más centrada en entrar en el objetivo de llegar a la fuente de calor que en prestar atención apenas capte sus palabras aceptándolas como bastante inteligentes. Seguramente estuviera coqueteando, pero no pensaba reconocerlo delante de él de modo que bajando la vista a mis ropas respondí sin demasiado interés. – Muy buen consejo si me permites decirlo. – comente llanamente mientras aceptaba como interés el que le hubiera seguido en lugar de seguir mi camino. – Bueno, si hubiera seguido mi camino estaría congelándome ahí fuera, no voy a decir que me arrepienta de la decisión. – agregue viéndole quitarse el jersey que llevaba con su inicial bordada esbozando una sonrisa. En parte era culpa mía que se hubiera mojado ya que le había quitado su abrigo de modo que me acerque para tomarlo echando un vistazo a su cuerpo antes de observar si se había estropeado. El tejido seguramente era delicado, más aun si temía que su abuela fuera a enfadarse por aquello. – Si lo colgamos de algún lado quizás se seque… - pensé en voz alta buscando algo que sirviera para colocar las ropas antes de mirarle sobre mi hombro. – No quiero que pese en mi conciencia ser culpable de que tu abuela te de una paliza. – comente guiñándole un ojo antes de encontrar un gancho. Con el calor del lugar y teniendo en cuenta que no sabía cuánto tardaríamos en poder salir tenía tiempo de secarse.
Puse los ojos en blanco aun a sabiendas que no podía verme desde atrás girándome mientras llevaba mis manos a las caderas. – Aburrida no, congelada… Cuando el tema lo merece suelo ser bastante curiosa. – comente volviendo a acercarme escuchando entonces su petición notando como me atraía en un abrazo sintiendo su pecho contra mi espalda. – Aun más mojado que yo. – respondí riendo antes de girarme levemente escuchando sus palabras por lo que me gire para mirarlo. – En eso tienes razón, apenas está empezando la tormenta. – conteste escuchando el viento y el golpeteo del aguanieve contra el tejado. – Quizás por aquí podamos encontrar algo para hacer ese fuego tuyo… - agregue bajando un poco la voz manteniendo la vista fija en sus ojos.
Parecía como si la sonrisa fuera un complemento más en su rostro, y no pude evitar preguntarme si alguna vez su rostro se tornaba serio aunque claro… El tema que estábamos tratando no era precisamente de vida o muerte. Como imaginaba decidió mandar una contraoferta haciéndome negar con la cabeza divertida. – Setenta y siete entonces, avisare para que rectifiquen los datos si sobrevivimos a la tormenta. – comente viendo el orgullo con el que reconocía haber ganado la conversación.
Más centrada en entrar en el objetivo de llegar a la fuente de calor que en prestar atención apenas capte sus palabras aceptándolas como bastante inteligentes. Seguramente estuviera coqueteando, pero no pensaba reconocerlo delante de él de modo que bajando la vista a mis ropas respondí sin demasiado interés. – Muy buen consejo si me permites decirlo. – comente llanamente mientras aceptaba como interés el que le hubiera seguido en lugar de seguir mi camino. – Bueno, si hubiera seguido mi camino estaría congelándome ahí fuera, no voy a decir que me arrepienta de la decisión. – agregue viéndole quitarse el jersey que llevaba con su inicial bordada esbozando una sonrisa. En parte era culpa mía que se hubiera mojado ya que le había quitado su abrigo de modo que me acerque para tomarlo echando un vistazo a su cuerpo antes de observar si se había estropeado. El tejido seguramente era delicado, más aun si temía que su abuela fuera a enfadarse por aquello. – Si lo colgamos de algún lado quizás se seque… - pensé en voz alta buscando algo que sirviera para colocar las ropas antes de mirarle sobre mi hombro. – No quiero que pese en mi conciencia ser culpable de que tu abuela te de una paliza. – comente guiñándole un ojo antes de encontrar un gancho. Con el calor del lugar y teniendo en cuenta que no sabía cuánto tardaríamos en poder salir tenía tiempo de secarse.
Puse los ojos en blanco aun a sabiendas que no podía verme desde atrás girándome mientras llevaba mis manos a las caderas. – Aburrida no, congelada… Cuando el tema lo merece suelo ser bastante curiosa. – comente volviendo a acercarme escuchando entonces su petición notando como me atraía en un abrazo sintiendo su pecho contra mi espalda. – Aun más mojado que yo. – respondí riendo antes de girarme levemente escuchando sus palabras por lo que me gire para mirarlo. – En eso tienes razón, apenas está empezando la tormenta. – conteste escuchando el viento y el golpeteo del aguanieve contra el tejado. – Quizás por aquí podamos encontrar algo para hacer ese fuego tuyo… - agregue bajando un poco la voz manteniendo la vista fija en sus ojos.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Una mirada curiosa en el semblante de Fred, se dedicó a estudiar el rostro de Katherine, mientras continuaban charlando. Era de algún modo, gratificante encontrar a alguien que le comprendiera tan bien. Porque, el muchacho podía parecer despistado y despreocupado, pero no tiene una pizca de ambas y es bastante perspicaz. No se le escapaban la mayoría de los detalles de las reacciones de la vampiresa. Y por ende sabía que comprendía y atajaba todos sus dobles sentidos e implicaciones, así como sus bromas. O al menos la mayoría de ellos. —¿Cómo osas decir eso de mi amada hermana?— le preguntó, retóricamente, mientras colocaba una de sus manos en su pecho y ponía cara de espanto, fingiéndose totalmente escandalizado por sus palabras. —Jamás hablaría de ti cariño, hablaría de lo bien que te ves sin ropa…— le contestó cambiando drásticamente su porto y su tono dejando de bromear. Lo hizo con un descaro tal que parecía inconcebible. Entonces con aquella respuesta fue que decidió dar el último paso sobre cómo se encaminaría la tarde, pero contaba con las de ganar o eso quería creer el castaño. —¿Y lo dices como si fuera algo malo? ¡Con más razón! Son más entretenidos…— rebatió su argumento demostrando una impronta temeraria y aventurera que dejaban un gran sello de cómo era en realidad el muchacho. Sin temerle a nada ni nadie, buscando hazañas que conquistar.
En cuanto se acercó a él, diciendo aquello no pudo más que asentir en silencio, mientras le entregaba su preciado abrigo, aun temeroso de que tan solo por confiárselo a alguien más pudiera dañarse. Con gran alivio, observó como lo colgaba sin dificultades de un gancho que pendía del techo, probablemente con el fin de colgar macetas de allí y no sweateres, pero servía igual. —Apalearme no me apalearía, pero se pondría triste y ser la razón por la que no sonría es peor que mil palizas…— replicó con honestidad, en verdad, adoraba a su abuela. Para él, como para todos sus primos, no había nadie como Molly en el mundo.
. . .
Sin embargo luego, se llevó una grata sorpresa. Todo sucedió cuando, finalmente aquella guerra más que implícita entre ambos, de reglas tácitas, acabó a favor de Fred, cuando ella se dio por vencida en la cuestión de tener la palabra. Y es que la perseverancia forma el carácter o eso dicen y de ser así, Horus tenía uno envidiable. —Procuraré ir contigo, así no mientes o te equivocas…— le dijo dedicándole una sonrisa algo maliciosa, consciente de que allí había encontrado otra excusa para acompañar a la morena a cualquier sitio de quererlo. . . .
¿”Muy buen consejo si me permites decirlo”? ¿Se había perdido de algo? Hasta dónde él entendía, acababa de coquetearle, no de aconsejarle. Arrugó la nariz algo desconcertado y mosqueado, puesto que entendía que aquello significaba un mínimo de atención por su parte. De un saltó se sentó sobre una mesa de trabajo libre, mientras la veía preocuparse por sus ropas. —¿Cómo ibas a arrepentirte si te has conseguido vivir una aventura junto a Fred Weasley y encima has conocido los invernaderos cuando están vacíos?— retrucó a modo de broma, jugando con la ironía como solo él sabía. En cuanto se acercó a él, diciendo aquello no pudo más que asentir en silencio, mientras le entregaba su preciado abrigo, aun temeroso de que tan solo por confiárselo a alguien más pudiera dañarse. Con gran alivio, observó como lo colgaba sin dificultades de un gancho que pendía del techo, probablemente con el fin de colgar macetas de allí y no sweateres, pero servía igual. —Apalearme no me apalearía, pero se pondría triste y ser la razón por la que no sonría es peor que mil palizas…— replicó con honestidad, en verdad, adoraba a su abuela. Para él, como para todos sus primos, no había nadie como Molly en el mundo.
. . .
En cuanto se giró, la mirada parda del chico, descendió a una velocidad impresionante. Terminando por posarse en el trasero de la chica. Notando como dos glúteos bien formados y que se notaban musculosos a la distancia, eran probablemente la razón por la que muchas miradas voltearan en los pasillos de Hogwarts. Una sonrisa de satisfacción surcó entonces el rostro del Gryffindor. —¿Y qué temas lo merecen? ¿Acabar de conocer a uno de los chicos más interesantes del colegio tal vez?— masculló lanzando la indirecta, mientras de un salto la iba a buscar y atrapaba entre sus brazos, pegando sus caderas y la espalda de ella contra su pecho. —Planeo cambiar eso…— contestó con una tenacidad envidiable. Refiriéndose claramente a otra cosa que a la humedad de la lluvia. Su descaro parecía no conocer límites. Mientras ella se giraba, un relámpago iluminó el cielo, grisáceo por tantas nubes que lo navegaban. —Y no parece que vaya a terminar pronto…— puntualizó, pensando que si la chica congeniaba con él, aquello jugaba a su favor en gran medida. Sus palabras, por primera vez, hicieron que sus ojos se clavaran en sus iris almendradas, entablando una conexión visual intensa. La misma que aprovechó para –sutilmente- deslizar su mano hasta su vientre y acariciar su abdomen con la llema de su índice por encima de la tela. Ascendiendo y pasando sin inmutarse por entre medio de su busto, hasta llegar a la garganta y continuar ascendiendo. —Tienes razón…— admitió al tiempo que su dedo zurcaba el cuello de la chica. —Y me parece que he encontrado algo perfecto para ello…— le dijo esta vez susurrante, mientras sus dedo llegaba a su mentón, sosteniéndolo y el se inclinaba sobre sus labios, sin apartar la mirada de sus ojos…
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Sentí su escrutinio sin darle demasiada importancia escuchando su queja mientras un tono ofendido teñía su voz haciendo que volviera a echarme a reír. - ¿Perdona? ¿Estamos hablando de tu hermana? Pensé que me estabas describiendo un cachorrito… - dije poniendo los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza hasta que mi cerebro proceso su otro comentario. Ciertamente si estaba intuyendo un leve coqueteo hasta el momento podía decir que acababa de pisar el acelerador. Me gire levemente para mirarle mientras intentaba analizar sus palabras esbozando una efímera sonrisa al final. – Cualquiera que te escucharía pensaría que ya tienes experiencia viéndome sin ropa Weasley, ¿Tengo que empezar a preocuparme porque seas un acosador? – comente enarcando una ceja al final. Tenía que dejar los coqueteos para cuando estuviéramos a cubierto. Apreté los pasos para compensar la pequeña pausa antes de que comenzara a congelarme. Pude oír su opinión rebatiéndome nuevamente y sin dejar de caminar esta vez le respondí. – Suenas bastante temerario, pero ciertamente, ¿Quién rechaza un poco de riesgo de vez en cuando? – agregue al final de la frase encogiéndome de hombros. Quizás retrasar la cacería no iba a ser una pérdida de tiempo después de todo, parecía que el chico Weasley iba a resultar un entretenimiento aun mayor.
Parecía que finalmente habíamos llegado a un acuerdo tácito sobre los censos de su familia, o más bien habría que decir que había renunciado a seguir discutiendo. Por más divertido que fuera discutir sobre tan interesante tema. - ¿Acaso no te fías de mi? – le pregunte cuando se ofreció a acompañarme en mi supuesta tarea negando con la cabeza como si estuviera consternada antes de ver de reojo aquella sonrisa socarrona.
Escuche como se movía por los invernaderos mientras aprovechaba para observar a mi alrededor recogiendo del suelo la capa que había desechado y su abrigo para colocarla sobre una de las mesas girándome hacia él una vez terminada esa tarea, oyéndole engrandecerse por haberme permitido conocer los invernaderos fuera de la supervisión de algún maestros, describiendo la experiencia como si acabara de regalarme la luna. – Por tu tono de voz cualquiera diría que tus aventuras son legendarias. – comente despreocupadamente. Rara vez hablaba de familia con Rose, quizás porque no me apetecía hablar de la mía propia normalmente y la suya era tan grande que aunque lo hiciera no podría recordar ni la mitad de los nombres, pero después de haber conocido a su primo quizás debería interrogarla sobre que tan especial era para creerse tanto. Algo me decía que realmente tenía algún encanto especial dejando de lado toda esa fanfarronería. – Pero lo cierto es que realmente nunca había venido a los invernaderos fuera de clase, aunque parece como si fuera habitual para ti. – explique mirando alrededor. Había algo diferente en ver aquello iluminado solo con la luz del exterior a como normalmente se veía a la luz del día.
Observando la cara que puso mientras me entregaba su sweater tuve especial cuidado al colocarlo antes de asegurarme de que no hubiera nada cerca con lo que pudiera engancharse. Quizás se lo había hecho su abuela, o se lo había regalado en alguna ocasión especial, pero lucia como si le tuviera un especial cariño, básicamente el mismo motivo por el cual yo me había recorrido medio jardín corriendo detrás de un cochino gorro de lana. Es lo que hacían las pertenencias familiares, cobraban un significado especial para uno mismo. Mis pensamientos quedaron parcialmente confirmados cuando confesó que su abuela se entristecería, por lo que al girarme me dedique unos segundos para observarle con detenimiento. Parecía como si el tipo engreído de hace unos instantes se hubiera esfumado haciéndole parecer bastante más… Humano. Todavía de espaldas a él me vi obligada a mostrar una sonrisa ante aquella nueva faceta suya. – Creo que la ropa sobrevivirá, si puede disgustar a tu abuela con más motivo aun. - confesé antes girar mi rostro para mirarle sobre mi hombro.
Parecía que rápidamente el chico casi tímido se había ido y al observarle me encontré con unos ojos que barrían mi cuerpo de arriba abajo ante lo cual no pude sino enarcar una ceja con curiosidad, esperando a que terminara el reconocimiento el cual a juzgar por la sonrisa que se dibujo en su rostro parecía haber aprobado. Escuche su pregunta escuchándole moverse antes de verme atrapada entre dos brazos presionando mi espalda contra un pecho dejando salir una carcajada. – No sabía que estaba delante de una celebridad Weasley, de haber sido así te habría prestado mucha más atención. – reclame burlona cuando me confesó sus planes para cambiar la situación dándome la vuelta justo para ver como se iluminaba su figura con la caída de un relámpago avisando de que la tormenta empezaba a ganar fiereza y un trueno resonaba en algún lugar cerca de nuestra situación actual. – Yo por el momento no tengo ninguna prisa de llegar a algún lugar. – comente cuando dijo lo evidente. La tormenta apenas estaba ganando fuerza, iba a pasar un buen rato antes de que pudiéramos movernos, lo que nos dejaba incomunicados dentro del invernadero durante un tiempo ilimitado, haciendo que por mi mente fueran cruzando varias ideas sobre lo que se podría hacer en ese periodo de tiempo.
Contemple un brillo singular en su mirada al tiempo que sostenía mis ojos clavados en los suyos pero perdí ligeramente mi concentración a medida que notaba una cálida mano vagar por mi piel hasta mi abdomen dejando que un escalofrió, esta vez por algo muy distinto a las ropas mojadas, me recorriera mientras iba avanzando sobre ellas hacia arriba hasta llegar a mi garganta por lo que moví de forma casi imperceptible mi cabeza deseando ver por donde continuaba aquello entreabriendo mis labios al tiempo que escuchaba sus últimas palabras y veía como se inclinaba hacia delante notando su aliento tan cerca de mis labios, por lo que relamí mis labios antes de esbozar una sonrisa manteniendo mis ojos clavados en los suyos antes de inclinarme solo lo suficiente para rozar su nariz. – Menuda suerte. – comente en un susurro ignorando como mi voz había bajado un par de octavas debido al ambiente que se había creado ante su cercanía.
Parecía que finalmente habíamos llegado a un acuerdo tácito sobre los censos de su familia, o más bien habría que decir que había renunciado a seguir discutiendo. Por más divertido que fuera discutir sobre tan interesante tema. - ¿Acaso no te fías de mi? – le pregunte cuando se ofreció a acompañarme en mi supuesta tarea negando con la cabeza como si estuviera consternada antes de ver de reojo aquella sonrisa socarrona.
Escuche como se movía por los invernaderos mientras aprovechaba para observar a mi alrededor recogiendo del suelo la capa que había desechado y su abrigo para colocarla sobre una de las mesas girándome hacia él una vez terminada esa tarea, oyéndole engrandecerse por haberme permitido conocer los invernaderos fuera de la supervisión de algún maestros, describiendo la experiencia como si acabara de regalarme la luna. – Por tu tono de voz cualquiera diría que tus aventuras son legendarias. – comente despreocupadamente. Rara vez hablaba de familia con Rose, quizás porque no me apetecía hablar de la mía propia normalmente y la suya era tan grande que aunque lo hiciera no podría recordar ni la mitad de los nombres, pero después de haber conocido a su primo quizás debería interrogarla sobre que tan especial era para creerse tanto. Algo me decía que realmente tenía algún encanto especial dejando de lado toda esa fanfarronería. – Pero lo cierto es que realmente nunca había venido a los invernaderos fuera de clase, aunque parece como si fuera habitual para ti. – explique mirando alrededor. Había algo diferente en ver aquello iluminado solo con la luz del exterior a como normalmente se veía a la luz del día.
Observando la cara que puso mientras me entregaba su sweater tuve especial cuidado al colocarlo antes de asegurarme de que no hubiera nada cerca con lo que pudiera engancharse. Quizás se lo había hecho su abuela, o se lo había regalado en alguna ocasión especial, pero lucia como si le tuviera un especial cariño, básicamente el mismo motivo por el cual yo me había recorrido medio jardín corriendo detrás de un cochino gorro de lana. Es lo que hacían las pertenencias familiares, cobraban un significado especial para uno mismo. Mis pensamientos quedaron parcialmente confirmados cuando confesó que su abuela se entristecería, por lo que al girarme me dedique unos segundos para observarle con detenimiento. Parecía como si el tipo engreído de hace unos instantes se hubiera esfumado haciéndole parecer bastante más… Humano. Todavía de espaldas a él me vi obligada a mostrar una sonrisa ante aquella nueva faceta suya. – Creo que la ropa sobrevivirá, si puede disgustar a tu abuela con más motivo aun. - confesé antes girar mi rostro para mirarle sobre mi hombro.
Parecía que rápidamente el chico casi tímido se había ido y al observarle me encontré con unos ojos que barrían mi cuerpo de arriba abajo ante lo cual no pude sino enarcar una ceja con curiosidad, esperando a que terminara el reconocimiento el cual a juzgar por la sonrisa que se dibujo en su rostro parecía haber aprobado. Escuche su pregunta escuchándole moverse antes de verme atrapada entre dos brazos presionando mi espalda contra un pecho dejando salir una carcajada. – No sabía que estaba delante de una celebridad Weasley, de haber sido así te habría prestado mucha más atención. – reclame burlona cuando me confesó sus planes para cambiar la situación dándome la vuelta justo para ver como se iluminaba su figura con la caída de un relámpago avisando de que la tormenta empezaba a ganar fiereza y un trueno resonaba en algún lugar cerca de nuestra situación actual. – Yo por el momento no tengo ninguna prisa de llegar a algún lugar. – comente cuando dijo lo evidente. La tormenta apenas estaba ganando fuerza, iba a pasar un buen rato antes de que pudiéramos movernos, lo que nos dejaba incomunicados dentro del invernadero durante un tiempo ilimitado, haciendo que por mi mente fueran cruzando varias ideas sobre lo que se podría hacer en ese periodo de tiempo.
Contemple un brillo singular en su mirada al tiempo que sostenía mis ojos clavados en los suyos pero perdí ligeramente mi concentración a medida que notaba una cálida mano vagar por mi piel hasta mi abdomen dejando que un escalofrió, esta vez por algo muy distinto a las ropas mojadas, me recorriera mientras iba avanzando sobre ellas hacia arriba hasta llegar a mi garganta por lo que moví de forma casi imperceptible mi cabeza deseando ver por donde continuaba aquello entreabriendo mis labios al tiempo que escuchaba sus últimas palabras y veía como se inclinaba hacia delante notando su aliento tan cerca de mis labios, por lo que relamí mis labios antes de esbozar una sonrisa manteniendo mis ojos clavados en los suyos antes de inclinarme solo lo suficiente para rozar su nariz. – Menuda suerte. – comente en un susurro ignorando como mi voz había bajado un par de octavas debido al ambiente que se había creado ante su cercanía.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Su risa melodiosa, deleitando los oídos del Gryffindor, no fue más que otra victoria sumada al historial respecto con la Hufflepuff. —¿Qué acaso no son lo mismo?— preguntó, imitando a la perfección un tono y cara de sorpresa. Para luego echarse a reír también y con ganas. Acompañando las carcajadas de ella. Mientras ella se dedicó a estudiar su rostro, luego de aquel comentario, el muchacho se limitó a mirarla a los ojos sin vacilar. Su sonrisa previa a la respuesta fue lo que le indicó que iba bien. —Oh ¿no lo sabías ya? Si hasta tengo una foto tuya escondida en mi baúl y todo…— retrucó con otra broma, antes de mirarla con un destello travieso en sus ojos y apremiar el paso. —Pero de cualquier manera, no es como si no fuera a lograrlo…— masculló al final, refiriéndose al hecho de verla sin ropa. Sin embargo, rogaba a Merlín para que dejara la charla ahí, hasta ponerse a cubierto. Pues, ya había avistado la estructura de cristal a pocos metros de distancia.
A continuación una carcajada doble, resonó en la estancia. Al ser acompañante de la de ella. —No, una celebridad no, pero aún así deberías haberlo hecho…— le reprochó susurrando sobre su oído con voz suave y confidencial. Luego, justo antes de que ella volteara, besó su cuello. Lo hizo de improvisto y fugaz, evitando que así pudiera reaccionar ante el beso. Para luego mirarla con descaro a los ojos, impunemente, como si nada hubiera pasado. —Estoy confundido, no sé si lo dices por la tormenta o por tan grata compañía…— se expresó, haciéndose el tonto. Dándole la chance, de tal vez, coquetear. Puesto que se estaba aburriendo de ser el único activo en aquella situación que ya se le tornaba densa y pesada, por su parte. Al punto de estar cerca de ahogarla.
Posteriormente, una caricia en su mejilla y el dedo índice de la otra mano en su mentón hacían que su rostro le mirará. Mientras notaba como sus alientos, cálidos, se fundían en un solo al entrechocar. Sentía las vibraciones nerviosas de sus labios percibiendo la cercanía de los ajenos. Mientras ella contestaba, acortando el trecho un poco más, provocándolo al rozar su nariz. Sus palabras fueron más que suficiente sin embargo.
Ladeó un poco más la cabeza y se dejó llevar hacia delante, rozando sus labios con los propios, entreabriéndolos. Mientras la mano en su mejilla reposaba tranquilamente acariciándola. Sus labios se fundieron en un cálido y profundo beso. Mientras la diestra se quitaba de en medio y viajaba a su espalda baja, rodeándola y estrechándola en un abrazo. Provocando que ambos cuerpos se pegaran aun sin separarse de aquel beso.
. . .
Un encogimiento de hombros acompañó la mueca de neutralidad que obligó a que se formara en su rostro. —Si quieres que algo se haga bien debes hacerlo tu mismo, dicen ¿no?— le contestó, antes de guiñarle un ojo con complicidad y tararear una melodía, fugaz y efímera. Tan solo acompañando su frase, que dejó en el aire. Como la respuesta adecuada que resultaba ser. No tenía respuesta posible. . . .
Una carcajada resonó en los invernaderos vacíos, haciendo un leve eco entre sus paredes. Mientras el muchacho reía, la miró sumamente entretenido. Como si verla a ella fuera algo sorprendente y lo más divertido del mundo. Aunque no estaba lejos de estarlo, para el castaño al menos. —Si me conocieras, tendrías la certeza que si… pero no voy a llenarme de palabras, me limitaré a demostrartelo…— retrucó, ahora si, mirándola desafiante de manera clara. No se perdería una oportunidad como la que el clima y su ocurrencia de llegar a refugio más temprano, le acababan de dar. —Tan habitual como ser un vampiro…— lanzó la indirecta con perfecto disimulo, acompañandola de un encogimiento de hombros leve. Sin embargo, con agallas, la confrontó mirándola a los ojos. —Dime, tengo curiosidad Queensy, ¿qué se siente? ¿Cambia mucho?— le inquirió al fin, ya sin poder contenerse. Además prefería ser abierto y sincero, antes de meter la pata luego. Cuanto antes corriera el riesgo, más tiempo para componerlo tenía si se equivocaba. A continuación una carcajada doble, resonó en la estancia. Al ser acompañante de la de ella. —No, una celebridad no, pero aún así deberías haberlo hecho…— le reprochó susurrando sobre su oído con voz suave y confidencial. Luego, justo antes de que ella volteara, besó su cuello. Lo hizo de improvisto y fugaz, evitando que así pudiera reaccionar ante el beso. Para luego mirarla con descaro a los ojos, impunemente, como si nada hubiera pasado. —Estoy confundido, no sé si lo dices por la tormenta o por tan grata compañía…— se expresó, haciéndose el tonto. Dándole la chance, de tal vez, coquetear. Puesto que se estaba aburriendo de ser el único activo en aquella situación que ya se le tornaba densa y pesada, por su parte. Al punto de estar cerca de ahogarla.
. . .
Sus ojos oscuros y pardos se clavaron en los de él. En una mirada intensa, cargada de intenciones por parte de ambos. Que hizo que el muchacho se deleitara con tal conexión. Deslizó la diestra por su abdomen, notando con satisfacción el escalofrío que le producía. Mientras tanto alzó la zurda, posándola en la mejilla de ella, con suavidad. Sintiendo su tersa y cálida piel que acarició con la yema del pulgar. Posteriormente, una caricia en su mejilla y el dedo índice de la otra mano en su mentón hacían que su rostro le mirará. Mientras notaba como sus alientos, cálidos, se fundían en un solo al entrechocar. Sentía las vibraciones nerviosas de sus labios percibiendo la cercanía de los ajenos. Mientras ella contestaba, acortando el trecho un poco más, provocándolo al rozar su nariz. Sus palabras fueron más que suficiente sin embargo.
Ladeó un poco más la cabeza y se dejó llevar hacia delante, rozando sus labios con los propios, entreabriéndolos. Mientras la mano en su mejilla reposaba tranquilamente acariciándola. Sus labios se fundieron en un cálido y profundo beso. Mientras la diestra se quitaba de en medio y viajaba a su espalda baja, rodeándola y estrechándola en un abrazo. Provocando que ambos cuerpos se pegaran aun sin separarse de aquel beso.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Vi su cara de fingida sorpresa negando con mi cabeza. – Tan hermosas comparaciones entre tu hermana y cánidos tienen que convertirte en el señor del amor fraternal sin duda alguna… - comente con ironía mientras escuchaba su risa retumbar en los alrededores girándome al tiempo para atisbar aquella sonrisa engreída colgando de sus labios con cierto orgullo mientras se atrevía a confesar sus supuestas actividades acosadoras. – Yo llevaba ya un tiempo sintiendo unos ojos a mi espalda, pero nunca pensé que fueras a ser tu, de verdad… ¿Tengo que preocuparme por el uso recreativo que das a esas fotos? – le pregunte enarcando una ceja. – O peor aún, no me digas que salgo desfavorecida, los robados suelen pillar mi perfil malo. – agregue poniendo cara de circunstancias, como si el ángulo del que había sido tomada la supuesta instantánea fuera el mayor problema de esa conversación, pero cuando agrego aquello ultimo con aquella seguridad no pude evitar sorprenderme una vez mas de la confianza en sí mismo que tenía el chico Weasley. Una cualidad bastante envidiable si tenía en cuenta todo, la mayoría de la gente se sentía o curiosos cuando se encontraban conmigo después de la transformación, por lo que intentaban ocultarlo dejando que fuera aun más notable, o asustados de que saltara a sus gargantas y simplemente balbuceaban como idiotas. – Pareces muy confiado, ¿sabías? – le comente poniendo los ojos en blanco.
No parecía haberse ofendido demasiado por mi reclamo sobre su falta de confianza en mi capacidad para realizar aquella tarea, sino que soltó aquella frase típica. – No seré yo quien te impida comprobar con tus propios ojos que doy el mensaje correctamente. – agregue sutilmente viendo como me guiñaba un ojo cómplice, y pensando por un minuto en si seguíamos hablando de ir a hablar con el poltergeist o si había algo mas oculto tras su comentario.
Su risa reboto contra las paredes de vidrio de los invernaderos resonando en medio del silencio de final de la tarde solo acompañado por el aullar del viento a los alrededores. Me cruce de brazos observándole vanagloriarse de la certeza de sus palabras, las cuales debería creer si le hubiera conocido con anterioridad. ¿Cómo sería que no había escuchado antes tales heroicidades? Tenía la escusa de que mi vida había sido bastante caótica de unos meses hasta ese momento, no había estado demasiado centrada en cotilleos en los últimos tiempos, más bien por lo que podía saber les protagonizaba en la mayoría de las ocasiones, y antes de eso podía decir que me interesaba más en aprobar mis clases que en escuchar habladurías, pero iba a tener que estar más atenta. - ¿De verdad? ¿Y qué gran acción vas a hacer para conseguir impresionarme? – le pregunte enarcando una ceja ante sus palabras, escuchando entonces su alusión a mi condición echándome a reír antes de negar con la cabeza. Me había extrañado que no hiciera alusión hasta el momento sobre ello, pero tenía que reconocer que al menos lo había abordado de forma directa y sin balbuceos como hacían muchos. Era mucho más divertido cuando te encaraban que escuchar los susurros al pasar.
Finalmente mostro su curiosidad arrancándome una sonrisa a medida que formulaba sus preguntas encogiéndome de hombros. - ¿Me veo acaso muy diferente? No es algo fácil de explicar si no lo has vivido… - comente lentamente pero entonces tuve que formular una sonrisa. Oh si, el primer mes tras la transformación había sido realmente divertido, aprender a controlarlo todo no tanto. – Sientes todo casi como antes solo que… Mejor. – agregue llanamente buscando las palabras que me permitieran hacerle entender. – Para que te hagas una idea, es como si de pronto despertaras después de una buena noche de sueño, como revitalizada, aunque eso no se acerca siquiera. – dije sonriendo para mí misma. – Te sientes más fuerte, más ágil, más… Despierta. Supongo que es como si hubieras pasado tu vida ciega o algo así y de pronto lo vieras todo claro. – termine sacudiendo mi cabeza para regresarme hasta el presente. – Pero en lo esencial no cambia demasiado… - agregue finalmente moviéndome de donde estaba para escuchar como rechazaba la comparación con una celebridad, pero regañándome todavía por haber esperado tanto para hacerle caso. – Bueno, estoy aquí ahora, ¿verdad? Quizás si juegas bien tus cartas se puedan recuperar el tiempo perdido. – comente esbozando una sonrisa de lado notando su aliento remover mi pelo húmedo mientras susurraba junto a mi oído bajando su tono de voz como si fuera un secreto depositando un beso en mi cuello antes de que pudiera volverme hacia el viendo el descaro de su mirada. Baje mi mirada desde sus ojos recorriendo sin demasiada discreción todo el camino hasta su pecho antes de alzar de nuevo los ojos mostrando una sonrisa inocente. – Podríamos decir que es una mezcla de ambas situaciones. La tormenta lo hace algo evidente, la compañía… - medite haciendo una pausa. – La compañía digamos que ayuda a hacerlo más divertido. – murmure sin cambiar la expresión de mi rostro aun notando como una sonrisa tiraba de la comisura de mis labios.
Por unos instantes me quede prendada en su mirada, viéndome reflejada en sus ojos mientras la atmosfera iba oscureciéndose a medida que el ambiente iba tensándose por la expectación sobre cuál sería el próximo movimiento. La situación acompañaba, como si la tormenta que había en el exterior reflejara lo que estaba pasando dentro del refugio de cristal. Mi piel se iba poniendo de gallina a medida que su caricia iba arrastrándose a través de mi vientre al tiempo que su otra mano llegaba hasta mi mejilla sin dejar que todo aquello cambiara mi expresión expectante. Deje que mis manos vagaran desde sus hombros hasta su pecho para posarlas en aquel lugar deliamente, respirando su aliente un instante antes de notar el primer roce de sus labios apenas llegando a notarlos antes de que finalmente presionara mi espalda pegándole a él y me besara realmente, dejándome llevar cerrando las manos en dos puños sujetando su camisa para mantenerle pegado a mi por si tenía la tonta idea de separarse en ese momento, aprovechando sus labios entreabiertos para incluir su lengua en la ecuación poniéndose de puntillas en un intento de acercarlo más de ser posible.
No parecía haberse ofendido demasiado por mi reclamo sobre su falta de confianza en mi capacidad para realizar aquella tarea, sino que soltó aquella frase típica. – No seré yo quien te impida comprobar con tus propios ojos que doy el mensaje correctamente. – agregue sutilmente viendo como me guiñaba un ojo cómplice, y pensando por un minuto en si seguíamos hablando de ir a hablar con el poltergeist o si había algo mas oculto tras su comentario.
Su risa reboto contra las paredes de vidrio de los invernaderos resonando en medio del silencio de final de la tarde solo acompañado por el aullar del viento a los alrededores. Me cruce de brazos observándole vanagloriarse de la certeza de sus palabras, las cuales debería creer si le hubiera conocido con anterioridad. ¿Cómo sería que no había escuchado antes tales heroicidades? Tenía la escusa de que mi vida había sido bastante caótica de unos meses hasta ese momento, no había estado demasiado centrada en cotilleos en los últimos tiempos, más bien por lo que podía saber les protagonizaba en la mayoría de las ocasiones, y antes de eso podía decir que me interesaba más en aprobar mis clases que en escuchar habladurías, pero iba a tener que estar más atenta. - ¿De verdad? ¿Y qué gran acción vas a hacer para conseguir impresionarme? – le pregunte enarcando una ceja ante sus palabras, escuchando entonces su alusión a mi condición echándome a reír antes de negar con la cabeza. Me había extrañado que no hiciera alusión hasta el momento sobre ello, pero tenía que reconocer que al menos lo había abordado de forma directa y sin balbuceos como hacían muchos. Era mucho más divertido cuando te encaraban que escuchar los susurros al pasar.
Finalmente mostro su curiosidad arrancándome una sonrisa a medida que formulaba sus preguntas encogiéndome de hombros. - ¿Me veo acaso muy diferente? No es algo fácil de explicar si no lo has vivido… - comente lentamente pero entonces tuve que formular una sonrisa. Oh si, el primer mes tras la transformación había sido realmente divertido, aprender a controlarlo todo no tanto. – Sientes todo casi como antes solo que… Mejor. – agregue llanamente buscando las palabras que me permitieran hacerle entender. – Para que te hagas una idea, es como si de pronto despertaras después de una buena noche de sueño, como revitalizada, aunque eso no se acerca siquiera. – dije sonriendo para mí misma. – Te sientes más fuerte, más ágil, más… Despierta. Supongo que es como si hubieras pasado tu vida ciega o algo así y de pronto lo vieras todo claro. – termine sacudiendo mi cabeza para regresarme hasta el presente. – Pero en lo esencial no cambia demasiado… - agregue finalmente moviéndome de donde estaba para escuchar como rechazaba la comparación con una celebridad, pero regañándome todavía por haber esperado tanto para hacerle caso. – Bueno, estoy aquí ahora, ¿verdad? Quizás si juegas bien tus cartas se puedan recuperar el tiempo perdido. – comente esbozando una sonrisa de lado notando su aliento remover mi pelo húmedo mientras susurraba junto a mi oído bajando su tono de voz como si fuera un secreto depositando un beso en mi cuello antes de que pudiera volverme hacia el viendo el descaro de su mirada. Baje mi mirada desde sus ojos recorriendo sin demasiada discreción todo el camino hasta su pecho antes de alzar de nuevo los ojos mostrando una sonrisa inocente. – Podríamos decir que es una mezcla de ambas situaciones. La tormenta lo hace algo evidente, la compañía… - medite haciendo una pausa. – La compañía digamos que ayuda a hacerlo más divertido. – murmure sin cambiar la expresión de mi rostro aun notando como una sonrisa tiraba de la comisura de mis labios.
Por unos instantes me quede prendada en su mirada, viéndome reflejada en sus ojos mientras la atmosfera iba oscureciéndose a medida que el ambiente iba tensándose por la expectación sobre cuál sería el próximo movimiento. La situación acompañaba, como si la tormenta que había en el exterior reflejara lo que estaba pasando dentro del refugio de cristal. Mi piel se iba poniendo de gallina a medida que su caricia iba arrastrándose a través de mi vientre al tiempo que su otra mano llegaba hasta mi mejilla sin dejar que todo aquello cambiara mi expresión expectante. Deje que mis manos vagaran desde sus hombros hasta su pecho para posarlas en aquel lugar deliamente, respirando su aliente un instante antes de notar el primer roce de sus labios apenas llegando a notarlos antes de que finalmente presionara mi espalda pegándole a él y me besara realmente, dejándome llevar cerrando las manos en dos puños sujetando su camisa para mantenerle pegado a mi por si tenía la tonta idea de separarse en ese momento, aprovechando sus labios entreabiertos para incluir su lengua en la ecuación poniéndose de puntillas en un intento de acercarlo más de ser posible.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Continuó caminando, con esmero en lo que la muchacha le contestaba. Ahora era él quien quería concentrarse solamente en llegar a refugio. —No te confundas, amo a mi hermana y lo daría todo por ella…— puntualizó tiritando y con la voz débil por una ventisca de aguanieve que azotó todo su cuerpo al soplar.
Una risa estalló en sus labios al escuchar su respuesta. Debía admitirlo ya abiertamente sin pudor alguno ni orgullo magullado, esa chica tenía sentido del humor. Y era elocuente a su vez. —Oh no, no te preocupes, no me auto satisfago solo cuando puedo buscar con quien…— dijo con una modestia que aplicaba al caso pero de todas formas sonaba extraña. —Y tranquila que me tomé mi tiempo para buscar tu perfil adecuado…— dijo con la excusa de implicar que la había observado mucho tiempo y bien detenidamente. Como si en verdad lo hubiera hecho. Mientras tanto, se arrebujó en su abrigo y apretó aun más el paso. Hubiera echado a correr y estaba seguro que ella habría hecho lo mismo, de habérselos permitido la nieve en su camino, que no hacía otra cosa que entorpecer el paso. En medio del trayecto, aquella pregunta le tomó por sorpresa. Sin poder evitarlo su cara reflejó la misma, pero pudo componer a tiempo una sonrisa divertida. —¿Parezco? Y yo que pensaba que ya lo era…— dijo burlón, jugando con las palabras y la presunción de ella.
—En ese caso, es una segunda cita…— masculló haciendo explícito lo obvio y pintándolo de una “cita” tan solo para darle ese toque de humor. Que solo él sabía darle a las cosas. Rió armoniosamente y se relamió, humedeciendo sus labios mientras continuaban el camino que descendía, algo abrupto. Desde donde ya casi estaban en los invernaderos prácticamente.
Del modo en que comenzó a reír, luego de su pregunta, sorprendió al Gryffindor. Sin embargo, le tranquilizó de algún modo, pues no se había enojado y eso era bueno. Esperó su tiempo a que terminara de reír y se le pasara la gracia que él creía entender. Después de todo, seguro todos le habían preguntado lo mismo millones de veces seguramente.
Mientras ella parecía pensar, comenzó a sacudir su camisa, que empapada y pegada a su torso, le molestaba un poco.
—Es cierto, suena lógico…— admitió en aceptando su primera respuesta, sin embargo esperó a que continuara ella. Cuando comenzó la explicación, más propiamente dicha. Los ojos del león viajaron directamente a ella y se clavaron en su rostro, mirándola a los ojos mientras le ponía toda su atención. La forma en que tenía de describirlo era asombrosa y en cierto modo lógica. Después de todo era sabido que los vampiros tenían las capacidades físicas y los cinco sentidos humanos, super desarrollados. Sin embargo a él le intrigaba la parte del hambre y el pasar de ser omnívoro a ser sangre-dependientes. —¿No cambia demasiado? Estética y psicológicamente quizás no… pero… baaah no lo sé, no soy vampiro…— admitió rindiéndose antes de comenzar siquiera un debate sobre el vampirismo.
Su mirada recorriendo completamente su cuerpo le tomó por sorpresa. Le apreció irresistiblemente atrevido y descarado. Algo que sin duda le encantó y alimentó su ego. —Bueno, tengo un par de ases que no están dispuestos a perder…— dijo continuando su metáfora y bromeando a la vez, con una sonrisita encantadora en el rostro. —Divertido!— repitió con su vozarrón, exclamando. Mientras reía con ganas a carcajada limpia. —Ni yo mismo podría haberlo descripto mejor…— dijo con una modestia impropia para lo que venía demostrando anteriormente.
En un abrazador beso que no parecía tener fin, notaba lo extraño que era. No por ello menos placentero, pero si, inusual. La fisonomía de sus colmillos, hacía que amoldarse a ella fuera distinto, diferente, algo raro si. Sin embargo la excitación que implicaba era devastadoramente embriagante. La empotró contra la pared del invernadero con la brusquedad que solo puede ser generada de las ganas desenfrenadas y liberadas, totalmente incentivadas por sus hormonas adolescentes. Mientras liberaba la mano de su espalda y la conducía a su nalga libre, aferrándose así a ella por el trasero mientras besaba sus labios y relamía, aprovechando el trayecto para acariciar con especial ganas sus colmillos que sentía afilados como nada. Un masculino jadeo se escapó de lo más profundo de su garganta en cuanto se separó, por el simple afán de recuperar aire para así continuar. Y entonces entreabrió sus ojos, mirándola directamente a los de ella y sonriendo con encanto, de manera irresistible. Aquella, definitivamente, sería una tarde memorable.
Una risa estalló en sus labios al escuchar su respuesta. Debía admitirlo ya abiertamente sin pudor alguno ni orgullo magullado, esa chica tenía sentido del humor. Y era elocuente a su vez. —Oh no, no te preocupes, no me auto satisfago solo cuando puedo buscar con quien…— dijo con una modestia que aplicaba al caso pero de todas formas sonaba extraña. —Y tranquila que me tomé mi tiempo para buscar tu perfil adecuado…— dijo con la excusa de implicar que la había observado mucho tiempo y bien detenidamente. Como si en verdad lo hubiera hecho. Mientras tanto, se arrebujó en su abrigo y apretó aun más el paso. Hubiera echado a correr y estaba seguro que ella habría hecho lo mismo, de habérselos permitido la nieve en su camino, que no hacía otra cosa que entorpecer el paso. En medio del trayecto, aquella pregunta le tomó por sorpresa. Sin poder evitarlo su cara reflejó la misma, pero pudo componer a tiempo una sonrisa divertida. —¿Parezco? Y yo que pensaba que ya lo era…— dijo burlón, jugando con las palabras y la presunción de ella.
—En ese caso, es una segunda cita…— masculló haciendo explícito lo obvio y pintándolo de una “cita” tan solo para darle ese toque de humor. Que solo él sabía darle a las cosas. Rió armoniosamente y se relamió, humedeciendo sus labios mientras continuaban el camino que descendía, algo abrupto. Desde donde ya casi estaban en los invernaderos prácticamente.
. . .
No es que le importara realmente si no lo conocía antes. Es decir, antes, apenas una media hora antes, cuando la cruzó en medio de la nieve persiguiendo un gorro, si. Había mancillado su ego el que lo negase. Pero por como iban y se habían encaminado las cosas. Simplemente no importaba. Lo que importaba de verdad, aun no llegaba. Las paredes de cristal y la estructura, mantenían dentro un ambiente cálido, necesario para el desarrollo de ciertas plantas que se mantenían en uno de los tres invernaderos. Por ende, agradecía que estuviera el ambiente tan caldeado. —Eso no voy a decírtelo, arruinaría el efecto de sorpresa y expectativa a la vez…— concluyó, para luego guiñarle un ojo . Del modo en que comenzó a reír, luego de su pregunta, sorprendió al Gryffindor. Sin embargo, le tranquilizó de algún modo, pues no se había enojado y eso era bueno. Esperó su tiempo a que terminara de reír y se le pasara la gracia que él creía entender. Después de todo, seguro todos le habían preguntado lo mismo millones de veces seguramente.
Mientras ella parecía pensar, comenzó a sacudir su camisa, que empapada y pegada a su torso, le molestaba un poco.
—Es cierto, suena lógico…— admitió en aceptando su primera respuesta, sin embargo esperó a que continuara ella. Cuando comenzó la explicación, más propiamente dicha. Los ojos del león viajaron directamente a ella y se clavaron en su rostro, mirándola a los ojos mientras le ponía toda su atención. La forma en que tenía de describirlo era asombrosa y en cierto modo lógica. Después de todo era sabido que los vampiros tenían las capacidades físicas y los cinco sentidos humanos, super desarrollados. Sin embargo a él le intrigaba la parte del hambre y el pasar de ser omnívoro a ser sangre-dependientes. —¿No cambia demasiado? Estética y psicológicamente quizás no… pero… baaah no lo sé, no soy vampiro…— admitió rindiéndose antes de comenzar siquiera un debate sobre el vampirismo.
Su mirada recorriendo completamente su cuerpo le tomó por sorpresa. Le apreció irresistiblemente atrevido y descarado. Algo que sin duda le encantó y alimentó su ego. —Bueno, tengo un par de ases que no están dispuestos a perder…— dijo continuando su metáfora y bromeando a la vez, con una sonrisita encantadora en el rostro. —Divertido!— repitió con su vozarrón, exclamando. Mientras reía con ganas a carcajada limpia. —Ni yo mismo podría haberlo descripto mejor…— dijo con una modestia impropia para lo que venía demostrando anteriormente.
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Todo pasó en su justa medida. La mirada, la expectación, la curiosidad. La espera insoportable, los alientos contenidos y los escapados. La tormenta y su fulgor fuera, el aullido del viento. La luz de los relampagueos en el cielo y el estruendor de los truenos. Todo, en medio de aquel beso en que se veían fundidos ambos estudiantes. Fred podía sentir la tela de su camisa tensada bajo el agarre de la vampiresa que tiraba con notable fuerza hacia ella, pegándolo. Como si no quisiera que se separasen jamás. Su mano en su espalda, intrépida e impune, viajó hasta su trasero. Se aferró a su glúteo derecho y lo presionó contra el elevándola. Buscando así cargarla, mientras se movía al compás de sus lenguas, danzando un baile mudo de mutuas caricias intensas e inagotables. Al tiempo que su diestra viajaba de su mejilla a su espalda alta, sosteniéndola en su agarre, buscando la reacción de ella ya elevada y le rodeara la cintura. En un abrazador beso que no parecía tener fin, notaba lo extraño que era. No por ello menos placentero, pero si, inusual. La fisonomía de sus colmillos, hacía que amoldarse a ella fuera distinto, diferente, algo raro si. Sin embargo la excitación que implicaba era devastadoramente embriagante. La empotró contra la pared del invernadero con la brusquedad que solo puede ser generada de las ganas desenfrenadas y liberadas, totalmente incentivadas por sus hormonas adolescentes. Mientras liberaba la mano de su espalda y la conducía a su nalga libre, aferrándose así a ella por el trasero mientras besaba sus labios y relamía, aprovechando el trayecto para acariciar con especial ganas sus colmillos que sentía afilados como nada. Un masculino jadeo se escapó de lo más profundo de su garganta en cuanto se separó, por el simple afán de recuperar aire para así continuar. Y entonces entreabrió sus ojos, mirándola directamente a los de ella y sonriendo con encanto, de manera irresistible. Aquella, definitivamente, sería una tarde memorable.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Me sorprendió cuando aclaro su amor fraternal por su hermana. No era como si lo dudara, las peleas e insultos entre familia tendrían que considerarse muestra de cariño de forma oficial, yo misma lo veía a diario, sobre todo entre mis hermanas más pequeñas. Parecía como si con cada empujón se demostraran más y más amor, aunque por lo menos la edad iba calmando aquella molesta costumbre que tenían. – No lo dudaba, se nota el cariño a leguas. – dije manteniendo mi tono serio casi por primera vez desde que tan extraña conversación había comenzado escuchando como le temblaba la voz a causa del frio, por lo que no quise insistir en el tema cuando deberíamos concentrarnos en cosas más importantes como no perder ningún miembro por congelación.
El cambio de tema nuevamente hacia aquellas supuestas fotos y su risa despisto mi mente durante unos instantes sin reprimir la carcajada que exploto de mi interior cuando negó darles un uso indebido. – Ya claro, puedo suponer que candidatas no te falten. – comente burlona frunciendo el ceño de forma exagerada. – Todavía no se si tomarme esa confesión sobre tus tendencias acosadoras como un cumplido o si realmente debería asustarme… Quizás tenga que observar esas fotos personalmente para asegurarme de que han conseguido captar mi lado bueno. – canturreé manteniendo un tono mordaz negando con la cabeza cuando se quejo por mi apreciación. Al parecer el ya tenía muy claro que era un chico confiado, ¿Cómo no serlo comportándose de esa manera? Sin embargo, lo que realmente llamo mi atención fue cuando menciono una segunda cite. - ¿Segunda? No sabía que esto fuera una… - explique dejando la charla finalmente para más tarde teniendo en cuenta la cercanía de nuestro refugio.
Una vez bajo la calidez del refugio y ya más relajada por el ambiente dentro de los invernaderos escuche como se negó a compartir tan preciada información sobre sus planes para impresionarme haciendo un pequeño mohín mientras le veía dedicarme un guiño. Parecía que quería anotarse un punto por mantener el misterio un poco más y tenía que reconocer que era una buena táctica, al menos había conseguido llamar mi atención por el momento. Aun no sabía porque le seguía el juego, no era como si realmente fuera de las que coqueteaban, quizás era por, como bien había dicho antes, la curiosidad de en qué punto podía acabar todo aquello, o simplemente estaba sorprendida que como realmente estaba disfrutando aquella extraña situación de molestarnos mutuamente a cada rato. Igual simplemente era la casualidad que nos había obligado a refugiarnos allí de una tormenta y la posibilidad de entretenimiento que ofrecía, pero simplemente decidí sobre la marcha dejar que las cosas fluyeran como quisieran.
Realmente parecía que se lo había pensado bastante antes de formular finalmente la gran pregunta sobre mi “condición”, por lo que escucho con bastante atención mi respuesta notando como me miraba fijamente escéptico cuando le explique que yo no veía un cambio demasiado grande en mi misma, por lo que me encogí de hombros con una sonrisa. – No es algo que pueda explicarse si no lo vives personalmente supongo. – agregue sin querer darle más vueltas. Sin duda alguna era un tema que podía dar mucha de si en una conversación, pero tampoco uno de mis preferidos para discutir. Me habían mordido, había despertado con una especie de ansia asesina y me había llevado por delante a mi familia… Había recapacitado, aprendido a controlarme y poco más tenía que decir sobre ello. Lamentarme sobre lo que era nos serviría de nada y en el fondo… Era algo que me gustaba. Las cosas buenas seguían ahí y había conseguido mejorar muchas otras, no había mucho más que decir.
Termine mi recorrido visual para encontrarme con una sonrisa arrogante en su rostro lo que me hizo plantearme si hacia bien alimentando ese ya engrandecido ego. Mostré una sonrisa dejando mis divagaciones de lado cuando escuche su réplica manteniendo la metáfora de las cartas cuando exclamo al parecer divertido por mi definición de la situación. – Bueno, tengo un don para las palabras. – comente sonriendo burlona como si aquello lo explicara todo.
Parecía como si todo el humor se hubiera volatizado cuando las miradas se encontraron primero seguidas por los labios. Lo que había empezado como un roce casi inocente fue ganando mayor intensidad a medida que conseguí acercarlo a mi aprovechando mi ventaja física echando ganas a aquel beso, mas aun sintiendo sus manos vagar atrevidamente hacia mi trasero dándome el impulso para colocarme a su altura de forma que sus labios estuvieran mucho más cerca de los míos facilitándome el profundizar el beso. Abrí los puños soltando su camiseta aun sin apartar mis manos de su pecho sino que dejándolas bajar por su pecho hasta su vientre para acabar llevándolas a su espalda cerca de la cintura de su pantalón para dejarlas allí mientras soltaba un gemido al notar como su lengua acariciaba mis colmillos haciendo que mi respiración se atascara levemente mientras mis dedos se clavaban en su piel y le mordía ligeramente su labio inferior cuidando de no dañarlo.
Sentí el frio del cristal de la pared cuando mi espalda choco contra ella escuchando una especie de gruñido en la habitación levemente consciente de que había escapado de mis labios mientras me separaba únicamente lo suficiente para aspirar una bocanada de aire notando como su otra mano pasaba a hacerle compañía a la primera moviendo mis caderas más cerca de las suyas aprovechando que mi nueva posición me dejaba mantener mejor el equilibrio escuchándole jadear al tiempo que abría mis ojos para poder ver su sonrisa satisfecha notando que en mi cara se formaba una que podría hacerle competencia, aprovechando el pequeño descanso para destrabar la camisa de sus pantalón y así poder colar mis manos por debajo de la tela notando el contraste de temperatura a pesar de la humedad que había traspasado su ropa, subiéndolas a través de su espalda baja hasta llegar a sus omoplatos sin apartar mi vista de él ni borrar aquella sonrisa, afianzando mi agarre para tirar de él lo suficiente para obligarle a inclinarse de nuevo hacia delante simplemente rozando sus labios antes de desviar mi rostro hacia su cuello notando como casi podía escuchar el fluir de la sangre que por allí pasaba pero limitándome a rozar mi nariz contra la piel de ese punto olfateándole.
El cambio de tema nuevamente hacia aquellas supuestas fotos y su risa despisto mi mente durante unos instantes sin reprimir la carcajada que exploto de mi interior cuando negó darles un uso indebido. – Ya claro, puedo suponer que candidatas no te falten. – comente burlona frunciendo el ceño de forma exagerada. – Todavía no se si tomarme esa confesión sobre tus tendencias acosadoras como un cumplido o si realmente debería asustarme… Quizás tenga que observar esas fotos personalmente para asegurarme de que han conseguido captar mi lado bueno. – canturreé manteniendo un tono mordaz negando con la cabeza cuando se quejo por mi apreciación. Al parecer el ya tenía muy claro que era un chico confiado, ¿Cómo no serlo comportándose de esa manera? Sin embargo, lo que realmente llamo mi atención fue cuando menciono una segunda cite. - ¿Segunda? No sabía que esto fuera una… - explique dejando la charla finalmente para más tarde teniendo en cuenta la cercanía de nuestro refugio.
Una vez bajo la calidez del refugio y ya más relajada por el ambiente dentro de los invernaderos escuche como se negó a compartir tan preciada información sobre sus planes para impresionarme haciendo un pequeño mohín mientras le veía dedicarme un guiño. Parecía que quería anotarse un punto por mantener el misterio un poco más y tenía que reconocer que era una buena táctica, al menos había conseguido llamar mi atención por el momento. Aun no sabía porque le seguía el juego, no era como si realmente fuera de las que coqueteaban, quizás era por, como bien había dicho antes, la curiosidad de en qué punto podía acabar todo aquello, o simplemente estaba sorprendida que como realmente estaba disfrutando aquella extraña situación de molestarnos mutuamente a cada rato. Igual simplemente era la casualidad que nos había obligado a refugiarnos allí de una tormenta y la posibilidad de entretenimiento que ofrecía, pero simplemente decidí sobre la marcha dejar que las cosas fluyeran como quisieran.
Realmente parecía que se lo había pensado bastante antes de formular finalmente la gran pregunta sobre mi “condición”, por lo que escucho con bastante atención mi respuesta notando como me miraba fijamente escéptico cuando le explique que yo no veía un cambio demasiado grande en mi misma, por lo que me encogí de hombros con una sonrisa. – No es algo que pueda explicarse si no lo vives personalmente supongo. – agregue sin querer darle más vueltas. Sin duda alguna era un tema que podía dar mucha de si en una conversación, pero tampoco uno de mis preferidos para discutir. Me habían mordido, había despertado con una especie de ansia asesina y me había llevado por delante a mi familia… Había recapacitado, aprendido a controlarme y poco más tenía que decir sobre ello. Lamentarme sobre lo que era nos serviría de nada y en el fondo… Era algo que me gustaba. Las cosas buenas seguían ahí y había conseguido mejorar muchas otras, no había mucho más que decir.
Termine mi recorrido visual para encontrarme con una sonrisa arrogante en su rostro lo que me hizo plantearme si hacia bien alimentando ese ya engrandecido ego. Mostré una sonrisa dejando mis divagaciones de lado cuando escuche su réplica manteniendo la metáfora de las cartas cuando exclamo al parecer divertido por mi definición de la situación. – Bueno, tengo un don para las palabras. – comente sonriendo burlona como si aquello lo explicara todo.
Parecía como si todo el humor se hubiera volatizado cuando las miradas se encontraron primero seguidas por los labios. Lo que había empezado como un roce casi inocente fue ganando mayor intensidad a medida que conseguí acercarlo a mi aprovechando mi ventaja física echando ganas a aquel beso, mas aun sintiendo sus manos vagar atrevidamente hacia mi trasero dándome el impulso para colocarme a su altura de forma que sus labios estuvieran mucho más cerca de los míos facilitándome el profundizar el beso. Abrí los puños soltando su camiseta aun sin apartar mis manos de su pecho sino que dejándolas bajar por su pecho hasta su vientre para acabar llevándolas a su espalda cerca de la cintura de su pantalón para dejarlas allí mientras soltaba un gemido al notar como su lengua acariciaba mis colmillos haciendo que mi respiración se atascara levemente mientras mis dedos se clavaban en su piel y le mordía ligeramente su labio inferior cuidando de no dañarlo.
Sentí el frio del cristal de la pared cuando mi espalda choco contra ella escuchando una especie de gruñido en la habitación levemente consciente de que había escapado de mis labios mientras me separaba únicamente lo suficiente para aspirar una bocanada de aire notando como su otra mano pasaba a hacerle compañía a la primera moviendo mis caderas más cerca de las suyas aprovechando que mi nueva posición me dejaba mantener mejor el equilibrio escuchándole jadear al tiempo que abría mis ojos para poder ver su sonrisa satisfecha notando que en mi cara se formaba una que podría hacerle competencia, aprovechando el pequeño descanso para destrabar la camisa de sus pantalón y así poder colar mis manos por debajo de la tela notando el contraste de temperatura a pesar de la humedad que había traspasado su ropa, subiéndolas a través de su espalda baja hasta llegar a sus omoplatos sin apartar mi vista de él ni borrar aquella sonrisa, afianzando mi agarre para tirar de él lo suficiente para obligarle a inclinarse de nuevo hacia delante simplemente rozando sus labios antes de desviar mi rostro hacia su cuello notando como casi podía escuchar el fluir de la sangre que por allí pasaba pero limitándome a rozar mi nariz contra la piel de ese punto olfateándole.
Katherine A. Queensy- Estudiante Hufflepuff
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Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: When you feel my heart look into my eyes... It's where my demons hide {Fredo Weasley}
Su replica despertó una ligera suspicacia en el interior del león. El cual la miró de reojo y sonrió ladino. —¿Qué acaso el tenerlas te pone celosa?— comentó con sorna y burlón. Era una broma, pero no en plan riámonos juntos, sino, para molestarla un poco. —Anda, ¿lo dices en serio? A mi me suena a una excusa para que miremos esas dos fotos en privado— sugirió riendo esta vez, sin reparo y sin malicia. Después de todo, las indirectas directas eran lo que a Fred le encantaba lanzar.
Al escucha aquel comentario, el castaño simplemente se limitó a mirarla de reojo y sonreírle ladino. Para luego guiñarle fugazmente un ojo lleno de picardía. Al final, sigue caminando y aprieta el paso, deseando llegar ya hasta el invernadero.
Una vez hubieron cesado de resonar en el interior sus carcajadas, notando el semblante de ella, decidió dejar el tema aparte. Tal vez, porque supiera manejar el asunto, no por eso dejaba de incomodarle o molestarle el tema a ella. Y él no era quién para insistir en ello. Tampoco la curiosidad iba a matar al gato, no si el precio implicaba no poder desnudarla luego. Porque si, no se iría de allí sin probar tan dulce bocado como el de yacer embriagado de dulce placer carnal, junto a una vampiresa.
Su gemido, provocó que arqueara ambas cejas y sin poder evitarlo se excitara. Notaba el pulso acelerado, la respiración descompasada y la sangre fluir a su entrepierna. Suspiró ahogado y ronco, mientras se estremecía bajo el encanto de sus uñas y el castigo de su mordida. La cual cortó, sutil y de modo pequeño su labio inferior. Sin poder evitarlo, sus colmillos lo habían rozado. Lejos de importarle, sonrió y devolvió la mordida, atrapando su labio inferior entre sus dientes y estirándolo mientras se tomaba su tiempo succionándolo.
Su gruñido le hizo reír contra sus labios, causándole especial diversión. Pues a él también le encanta gruñir, enfadado o plácido. Siempre encontraba una gran excusa para hacerlo. El roce, adrede, de sus caderas le robó un segundo jadeo inmediatamente posterior al primero. La miró con lascivia y con un movimiento seco de sus pelvis, apegó sus caderas completamente y la estampó contra el cristal. Con una presión tal, que su erección a medio camino se podía notar. Su piel se erizó al instante que sus suaves manos la recorrieron, desde la base hasta los omóplatos, toda su espalda disfrutó sus caricias. Un gritó ahogado de sorpresa se le escapó, cuando notó como lo engañó y provocó, negándole un beso más profundo, para comenzar a acariciar y respirar sobre su cuello, causándole una sensación de sosiego placer adictivo por el que clamaba por más.
Al escucha aquel comentario, el castaño simplemente se limitó a mirarla de reojo y sonreírle ladino. Para luego guiñarle fugazmente un ojo lleno de picardía. Al final, sigue caminando y aprieta el paso, deseando llegar ya hasta el invernadero.
. . .
Dedujo que la mirada y el gesto que tenían en el rostro, eran claramente obvios. Por la forma en que la vampiriza le estaba mirando. Sumado a sus palabras, bastaron para que él se riñera a sí mismo por idiota y descontrolado. Rápidamente procuró cambiar el semblante y volver a sonreír con encanto y naturalidad, tan propias ambas cosas en él. —En eso estoy de acuerdo, pero por como me lo has descrito…— dejó la frase en el aire, solo por el placer de llamar su atención y captarla aun más. —Me dan ganas de ser vampiro a mi también— agregó, para luego comenzar a reír su propia broma. Una vez hubieron cesado de resonar en el interior sus carcajadas, notando el semblante de ella, decidió dejar el tema aparte. Tal vez, porque supiera manejar el asunto, no por eso dejaba de incomodarle o molestarle el tema a ella. Y él no era quién para insistir en ello. Tampoco la curiosidad iba a matar al gato, no si el precio implicaba no poder desnudarla luego. Porque si, no se iría de allí sin probar tan dulce bocado como el de yacer embriagado de dulce placer carnal, junto a una vampiresa.
. . .
Su sonrisa se mantuvo plasmada en su semblante, mientras sus ojos –oscuros- no se perdían detalle de las facciones cinceladas de la morena. Aquella sonrisa le prestó especial atención, buscando aquellos que no tardó en encontrar. Sus colmillos. Eran sutiles, pues, destacaban pero sin llamar la atención. Debías poner especial atención en buscarlos una vez que sabías que allí se encontraban o ser una persona demasiado suspicaz. —¿Solo para las palabras? No lo creo… si eres totalmente encantadora, algún que otro don extra debes tener…— le alabó indirectamente y con elegancia, para luego sonreírle con complicidad, mientras se paseaba por el lugar. . . .
Ya parecían haber pasado milenios desde que sus miradas se cruzaron, anunciando el beso que se produjo. El primer y único roce de sus labios, que se avecinó, fue simple, casto y casi hasta inocente. Pero ahora, todo era distinto. Se estaban devorando. El castaño ladeó el rostro un poco, buscando un mejor ángulo desde el que amoldarse a ella. La presión y fuerza que ejercía ella, sobrehumana con obviedad. Eran implacables, el estar pegado a su cuerpo era inevitable, aun así no era desagradable. Mientras tanto, sus labios se presionaban mutuamente, entreabiertos, dando paso a sus lenguas. Las cuales indómitas y descontroladas, se buscaban mutuamente sin reparo. En una suerte de adicción necesaria, las caricias entre ambas, intensas, eran incesantes. Su gemido, provocó que arqueara ambas cejas y sin poder evitarlo se excitara. Notaba el pulso acelerado, la respiración descompasada y la sangre fluir a su entrepierna. Suspiró ahogado y ronco, mientras se estremecía bajo el encanto de sus uñas y el castigo de su mordida. La cual cortó, sutil y de modo pequeño su labio inferior. Sin poder evitarlo, sus colmillos lo habían rozado. Lejos de importarle, sonrió y devolvió la mordida, atrapando su labio inferior entre sus dientes y estirándolo mientras se tomaba su tiempo succionándolo.
Su gruñido le hizo reír contra sus labios, causándole especial diversión. Pues a él también le encanta gruñir, enfadado o plácido. Siempre encontraba una gran excusa para hacerlo. El roce, adrede, de sus caderas le robó un segundo jadeo inmediatamente posterior al primero. La miró con lascivia y con un movimiento seco de sus pelvis, apegó sus caderas completamente y la estampó contra el cristal. Con una presión tal, que su erección a medio camino se podía notar. Su piel se erizó al instante que sus suaves manos la recorrieron, desde la base hasta los omóplatos, toda su espalda disfrutó sus caricias. Un gritó ahogado de sorpresa se le escapó, cuando notó como lo engañó y provocó, negándole un beso más profundo, para comenzar a acariciar y respirar sobre su cuello, causándole una sensación de sosiego placer adictivo por el que clamaba por más.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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