Tras las clases. (C. Benoit y libre)

El invierno arreciaba en los dominios del enorme castillo que durante siete largos años había sido segundo hogar y escuela del joven Gryffindor. A pesar del paisaje blanquecino que otorgaba la nieve posada sobre los jardines que cubrían la totalidad de los exteriores y del frio que lo acompañaba, Ethan estaba a orillas del gran y congelado lago negro. Siempre se preguntaba lo que pensarían los habitantes del mismo, sobretodo el simpático Calamar gigante de no poder salir a la superficie ni unos minutos al día, era extraño no ver su enormes tentáculos asomando de las negras aguas.

El estudiante de séptimo estaba rodeado de varios libros extraños y viejos, no eran manuales de hechizos corrientes y había necesitado de permisos para poder sacarlos de la biblioteca así que lo mejor era estudiarlos cuanto pudiese en sus ratos libres... lo que se avecinaba requería preparación y mucha. El tiempo ayudaba en lo que a soledad se refería, la gran mayoría de estudiantes prefería pasar esos ratos en el interior del castillo durante el invierno pero a el no le importaba estar allí, sentado con un improvisado picnic que contenía libros, varita y mucho tiempo.

-Fianto duri.

Los conjuros o intentos de ello en este caso salían de la punta ennegrecida de la varita de ébano y nogal del Gryffindor y terminaban en mitad del aire o estampándose contra la dura capa de hielo que cubría toda la superficie del lago. Terry, el Snidget dorado se mantenía un poco alejado del concentrado mago evitando el centro de acción de lo que conjuraba, haciendo alarde de su galantería en vuelo y brillando en destellos dorados que lo hacían mas elegante si cabía la posibilidad.

El movimiento de su muñeca hacía que la punta de su varita se posase intermitentemente en su labio inferior, a pequeños toques, mientras que con su mano izquierda escribía lo que por su mente iba pasando sobre un largo pergamino. La biblioteca a esas horas estaba más que repleta de alumnos, ese día los profesores se habían esmerado en mandar largos y tediosos deberes, cosa que la muchacha poco le faltaba para terminarlos. Solo le faltaban un par de líneas que completar para acabar el trabajo que tanto tiempo le costó hacer. Aritmancia era una de las clases que siempre intentaba dejar para lo último, no porque se le diera mal, al contrario, para ella era tan fácil como conjurar un Lumos. Había sido tan largo el proceso para al fin terminar ese trabajo por el esfuerzo que había dedicado a ello, quería dejar todo perfecto y sin algún error ortográfico, por lo que repasaba una y otra vez el pergamino por si se había equivocado en algo, para así corregirlo con un pequeño y sutil toque de varita. Sonrió satisfecha al acabar su gran trabajo que nada más y nada menos le había ocupado todo el medio día y gran parte de la tarde. Recogió todo en silencio, guardando su varita dentro de su túnica y salió de igual manera de aquella aula abarrotada de alumnos.

Su mente no tenía muy claro a donde ir, pronto oscurecería y si alguien la veía fuera de su Sala Común probablemente le recriminarían castigo. Sonrió ante aquella propuesta y decidió no volver a donde tenía que estar. Con bolsa en mano se dirigió hacia el lugar donde normalmente estaba más que a gusto, y deseaba que nadie se encontrase allí merodeando, simplemente para su disfrute. Se encogió sobre su larga túnica al salir a los exteriores del castillo, el frío era su mayor enemigo desde que tenía uso de razón, así que decidió hacer un pequeño hechizo fácil de conjurar que la haría entrar en calor, aunque a su alrededor hiciese frío.
A lo lejos pudo divisar un par de colores que se esfumaban en pocos segundos, por sobre la niebla. Parpadeó indecisa al notar que era justo a donde ella había decidido ir, así que prosiguió su camino ahora intrigada. Una gran bola de fuego pronto se abalanzó sobre ella, y ésta sin casi poder reaccionar, sacó su varita de dentro de su túnica y exclamó.
-¡Aquaeructo!- Y de su varita salió un potente chorro de agua que apagó, por poco, al gran bola de fuego. Enfurecida, intentó divisar al atacante sobre el humo que se había creado y pudo ver a pocos metros una cara que ella conocía demasiado bien, ahora aterrorizado por lo que acababa de pasar.

Los conjuros practicados no estaban surtiendo el efecto que desearía el estudiante, aun asi continuaba aireando la varita y pronunciando las palabras de varios de los conjuros que se plasmaban en sus nuevos libros. Era magia avanzada pues el Gryffindor ya cursaba séptimo y sus E.X.T.A.S.I.S estaban enfocados en la Defensa contra las artes oscuras, los cursos extremos de pociones eran otro cantar necesario para la profesión que el joven quería desempeñar en su vida adulta.

Uno de los últimos hechizos que salieron de la varita de Schwart evoco una enorme bola de fuego que el joven no pudo controlar con efectividad, solo pudo ver una llameante mole dirigiéndose hacia una estudiante con el uniforme  Gryffindor a quien la luminosa bola de fuego tapaba el rostro, intento controlar aquel demonio flagrante con movimientos decididos de varita sin mucho efecto cuando un gran chorro de agua lo consumió.

Menos mal..-Pensó el Gryffindor mientras la densa nube de humo comenzaba a evadirse.

El rostro que surgió del mismo no era nada menos que su prima, que cursaba sexto y con la que compartía casa en el colegio, al ver de quien se trataba dejo de extrañar esa rápida defensa y destreza de la varita. Conocía hacia varios años a Chloé y sabia bien que no era para nada una mala bruja, menuda suerte había tenido Ethan de que no se tratase de ningún torpe estudiante que ahora estaría de camino a la enfermería sin cejas y medio calvo, no eran buenos tiempos para los leones de causar alboroto en el castillo y lo que menos deseaba era que ningún profesor supiera que clase de conjuros practicaba a espuertas.

Menuda agilidad primita.- Dijo el joven Gryffindor y mostrando en su rostro una picara sonrisa.

Con un ágil movimiento de varita todos los libros que rodeaban a Ethan se cerraron y comenzaron a apilarse para luego con un sonido como un chasquido desaparecer dejando todo el nevado suelo libre. El próximo Auror necesitaba practica para lo que se venia encima, sin duda a Chloé tampoco le vendría mal perfeccionar algunas técnicas y no había necesidad de que ninguno de los dos sufriera algún daño siempre que se tuviera cuidado.

¿Que te parece si aireamos las varitas durante un rato?

Con la respiración agitada y aún con sus sentidos en alerta, fijó su mirada en la del chico que tenía a pocos metros. Por poco no le conjura un hechizo de petrificación, de no haber sido esa persona, estaba segura que lo habría hecho. Bajó su mano y dejó de estar en guardia, sabía que al menos de momento no tendría que volver a salvarse la vida. Suspiró sin quitarle ojo a su primo, ahora calmado al encontrarse con la su cara furiosa. Últimamente Ethan estaba demasiado ocupado como para tener un par de minutos de charla, sabía que cursaba su último curso y tendría que esforzarse si es que quería conseguir su sueño. A demás, conocía demasiado bien a su primo como para no saber que todo el tema del colegio le enervaba la sangre, por eso quizás se mantenía algo alejado. Casi sin tiempo, echó un pequeño vistazo a los libros que estaban sobre el suelo donde parecía que su primo estaba antes del pequeño "accidente". Como si Ethan le hubiese leído la mente, éste los apiló y hizo desaparecer con un genial y sutil toque de varita. Parpadeó indecisa pero no le mostró más atención.
-¡Tú estás loco! Da gracias a que he sido yo y no un cateto de primero.- Lo miró por encima del hombro, intentando parecer molesta y pasó por su lado. Colocó la bolsa sobre el suelo y se volvió a guardar la varita donde anteriormente la tenía. Echó un vistazo al rededor y vio casi por suerte, revolotear a Terry, el pequeño y gracioso Snidget que desde primer curso había sido el animal de compañía de su primo.

Echó un par de miradas hacia el lago, congelado en la totalidad de su superficie como todos los inviernos. El frío hacía esconderse hasta a las criaturas mágicas que merodeaban por allí. Sabía que si ella tuviese que vivir en el bosque o en el lago, se mantendría toda la estación de invierno encerrada en su madriguera o dentro del agua. Escuchó dando la espalda al chico y sonrió sin que éste lo viera. No le sorprendía en absoluto aquella proposición, es más, poco a poco le iba agradando la idea de practicar con él. Era un buen contrincante, aunque ella misma sabía defenderse, pero nunca había llegado tan alto como él. En cierto modo lo admiraba, siempre había intentado aprender lo más posible cuando estaba cerca del joven, muchos de los hechizos que ella sabía había sido porque él mismo hizo que los aprendiese.
-Está bien, pero esta vez me dejarás ganarte, por el descuido anteriormente realizado. Por poco me dejas sin cara.- Lo miró haciendo pucheros a modo de intentar dar pena, cosa que nunca conseguía. Sacó la varita empuñándola con su mano izquierda y se inclinó ligeramente, para luego incorporarse rápidamente y apuntarlo. De su boca salió una pequeña sonrisa.

Las palabras de su prima habían resultado muy graciosas al Gryffindor, era curioso la similitud de pensamientos entre aquellos dos jóvenes que realmente no compartían ningún tipo de sangre, ademas de que aquel acento francés por muchos años que pasaran tampoco iba a dejar de hacerle gracia. La joven se acerco a donde anteriormente habían estado sus libros y por suerte poso su bolsa a escasos centímetros del lugar exacto, casi se le iba uno de sus pequeños trucos al traste aunque al parecer la leona no se había percatado de nada y parecía recapacitar su respuesta con una mirada hacia el gran lago helado.

La respuesta afirmativa de la joven acompañada de unos sutiles pucheritos que el mismo ya conocía bien dieron paso a una pequeña reverencia, su prima era sin duda muy educada y estaba seguro de que no iba a atacarle de manera sorpresiva. Meditando que contestar a la Gryffindor y sujetando firmemente su varita dio media vuelta colocándose de cara a su futura contrincante y separándose un par de metros de donde se encontraba mientras practicaba una sutil reverencia.

-Sabes que no soy de los que se dejan ganar... aun así empezaremos con algo básico, no pronuncies hechizos a lo loco. Lo mejor es que comencemos con ráfagas de energía, son fáciles de ejecutar eso ya lo sabes, airea la varita hacia mi cuando desees disparar lo máximo que vamos a sentir es un impacto donde logremos dar.

El joven león apretó fuertemente su varita y milésimas de segundo después de haber pronunciado su pequeño discurso aireo su varita de arriba abajo con un golpe firme y una bola de energía roja se disparo hacia el brazo que sostenía la varita de su contrincante. El duelo había comenzado, el viento mecía los cabellos y los uniformes de los combatientes y una débil sonrisa se dibujaba en el rostro del estudiante de séptimo.

Con la anterior posición adoptada, fue mucho más fácil esquivar con algo de precisión aquel golpe esperado, con un ligero pero rápido movimiento de muñeca. Su mano estaba cerca del pecho, oprimiendo con fuerza su varita, de manera horizontal para parar el golpe. Echó su pie derecho hacia atrás para tener mayor equilibrio. Aunque parecía fácil, controlar las ráfagas de energía del contrincante era bastante difícil. Si por desgracia una de aquellas te tocaba, no sufrías mucho daño si era eso lo que tu oponente quería, de lo contrario, podía causarte varios dolores durante un par de días. Había practicado ese método varias veces con él, al principio era duro porque la mayoría de ráfagas impactaban sobre su cuerpo y hacía que sus ganas de continuar con el duelo minimizasen. Pero como todo, fue mejorando poco a poco y ahora alcanzaba darle algunas veces a su rival.

No esperó mucho para moverse, donde antes había optado por la posición horizontal de la varita para parar el golpe, ahora apuntaba nuevamente hacia el cuerpo de su primo para atacar. Apretó con fuerza su mano izquierda, donde sostenía la varita y la agitó con fuerza hacia la dirección donde se encontraba su contrincante, saliendo de su negruzca varita una ráfaga de color azul intenso. Antes de contemplar si su ataque había dado en el blanco, corrió hacia el árbol donde tenía su bolsa y se escondió. Su respiración comenzó a acelerarse, era algo que siempre le pasaba cuando comenzaba un duelo, o simplemente cuando tenía una disputa con alguien.

El ataque del Gryffindor se había neutralizado ante la varita de su contrincante dando lugar a un destello rojo que envolvió durante un segundo todo el frente de aquella bruja, la magia era espectacular hasta en esos pequeños detalles, toda aquella energía desvaneciéndose de esa forma tan bella. El joven no había dejado de apuntar hacia donde se encontraba su prima y fue fácil detectar segundos después del impacto como ella misma se proponía a atacarle, le había dado tiempo de reacción y la esperada ráfaga salio cortando el viento hacia su lugar.

La distancia le permitía reaccionar y con un fugaz movimiento hacia su derecha esquivo por centímetros la ráfaga azul que buscaba impactar en su cuerpo, cuando su prima corría hacia el árbol donde buscaba cobertura, el brazo atacante de Schwart hizo mirar la varita al cielo para con un firme golpe lanzar una nueva ráfaga en el mismo instante en que se paraba tras esquivar el ataque enemigo.

La puntería del Gryffindor era algo de lo que no podía quejarse y la vara apuntaba hacia la trayectoria que estaba tomando su contrincante, aun así, si su prima conseguía cobertura Ethan debería de retomar el control de la situación dejando de lado las ráfagas..

Pudo notar como a segundos de ponerse a salvo sobre del árbol, estalló un enorme ruido y se sobresaltó de mala manera. Al parecer el impacto dio sobre la corteza del árbol y por pocos centímetros no lo contaba. Después del estallido miles de trozos pequeños de corteza salieron disparados y se regufió sobre si misma, aunque el choque fue en la otra parte de donde ella se posicionaba, a salvo, al menos por ahora. Apoyó su espalda sobre el árbol, con cuidado de no ser vista, pese que ya sabía que su contrincante la había visto esconderse en el lugar. Intentó pensar con rapideza, pero por el mero hecho de esforzarse a idear un plan, su cabeza no le daba más que respuestas sobre lo que había estudidado ese mismo día. Oh, venga, ¿¡enserio!? En medio de una lucha y a su cerebro no se le ocurría mejor momento para recordar todo lo que había estudiado hoy. Nunca le había pasado eso y pudo percibir que lo más seguro fueran sus nervios, ya que su corazón iba al ritmo de una escoba de última generación.

No tenía mucho tiempo y decidió mirar rápidamente a su alrededor. Tenía a su izquierda, a varios metros, el gran lago y su orilla. Notaba la presencia del chico, la intuía, y eso la hacía ponerse más nerviosa aún y no pensar con claridad. Pero se esforzó en concentrarse, y rápidamente ideó un plan que en su cabeza sería eficaz, al menos por unos segundos. Se asomó muy deprisa para divisar donde estaba su primo y acto seguido, vertiginosamente, salió del árbol y empuñando con fuerza, apuntó con agilidad y rapideza hacia los pies de su contrincante y de su boca salió con demasiada fuerza, a decir verdad, una simple palabra.
-¡Incarcerous!-