AÑO 2022. DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MÁGICA, LA PAZ REINÓ DURANTE LARGOS AÑOS. AQUELLOS QUE LUCHARON EN LA GUERRA CONTRA EL MAL, HICIERON SUS FAMILIA Y ACTUALMENTE SUS HIJOS SE ENCUENTRAN ESTUDIANDO EN HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
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Quiéreme cuando menos lo merezca
2 participantes
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Quiéreme cuando menos lo merezca
No sé en qué momento me salió el monstruo este. Prometo que el próximo será mucho más cortito. Y no hace falta que contestes biblia, ya sabes, se libre, Al, se
La noche del sábado había concluido con una larga charla entre las chicas en el Gran Comedor, una más pequeña en la Sala Común, y un "buenas noches" de Roxanne y Rose. Pero ella seguía diciendo en voz demasiado alta para las horas que eran, que el día no podía terminar así sin más, que un día como aquel debía de acabar a lo grande. Eso era lo que pensaba cada día hacía varias semanas, sobre todo desde el "pequeño", -si se le podía llamar de ese modo- incidente de Hogsmeade. Si de algo le había servido esa tarde, fue sin duda que debía cambiar completamente el ritmo de su vida y dar un giro de ciento ochenta grados. Como alguien solía decir, no hay mal que por bien no venga, y en ese mal había aprendido a no desperdiciar la vida como si de un pañuelo desechable se tratase.Una vez el silencio se cernió sobre la habitación, la cual solo tenía la tenue luz de la luna llena que traspasaba los cristales, se incorporó lentamente, mirando las dos camas de sus amigas para divisar si se habían dormido o si aún no estaban en brazos de Morfeo. Las dos pelirrojas dormitaban felices sobre sus almohadas, y no pudo evitar esbozar una leve sonrisa de complicidad, mientras hacía a un lado la fina sábana que tenía sobre las piernas, colocándose silenciosamente sus zapatillas de pijama. Las otras dos compañeras parecían estar sumidas en el mismo sueño que sus amigas, así que se encaminó hacia la Sala Común por si algún caso alguna abría un ojo y la encontraba en mitad de la habitación andando de puntillas hacia la puerta.
Debía de ir con sumo cuidado, por si no habían tenido bastante con los toques de queda y las restricciones, ahora la seguridad se había reforzado algo más y los turnos nocturnos se habían doblado, lo que hacía muchísimo más difícil divagar por el castillo a altas horas de la noche. Así que prefirió un lugar algo más seguro y conocido, a orillas del lago. Hacía tiempo que no se escapaba de la cama, pese a que últimamente lo último que hacía era dormir, por lo que cada dos por tres se daba pequeños golpes sobre las piernas al no tener campo de visión y tropezar con todo lo que tenía por delante, ya que no podía usar su varita porque sino sería descubierta. Lo que provocaba pequeños hematomas sobre dichas partes afectadas, desde pequeña había sido propensa a los moretones. Tenía varios por todo el cuerpo, pero no por los impactos recibidos por no ver nada, sino por la lucha que tuvo que afrontar días atrás. No quería ni pensarlo, el vello se erizaba al segundo de recordar todo lo que había pasado. Y se veían fácilmente por las piernas casi desnudas de la muchacha, que gracias al cálido ambiente había optado por dejar atrás el pijama de invierno y usar el de primavera/verano.
Llegó cansada a la orilla del gran lago, hundiendo las rodillas sobre la tierra mojada. Las noches eran frescas, corría una suave brisa que azotaba con afabilidad el rostro de la francesa, y eso no hacía más que afirmar su pequeño dicho, "un día perfecto hay que acabarlo de manera perfecta". Cerró los ojos y sonrió sin darse cuenta, los últimos días había estado demasiado ajetreada pensando en los exámenes, en los últimos acontecimientos que le habían ocurrido, y por un momento parecía que todo se podía arreglar, con un par de segundos y mera tranquilidad. Dejó que su cuerpo se relajara y comenzó a disfrutar del sutil sonido del vaivén del agua, moviéndose con gracia y soltura. En esos momentos parecía que todo era posible.
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 30/11/2012
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
―No ―repito con voz cansada. Mi mente y mi cuerpo han trabajado más de lo debido desde la famosa “visita” a Hogsmeade por parte de los valientes y rebeldes alumnos de algunas casas. Y ciertamente lo que más me agotó de aquel día, no fue precisamente el tener que haber asistido como parte de la brigada que debía reprimir y cazar a los susodichos, o el tener que jugar un doble papel salvando a unos, castigando a otros. Aunque sin duda, lo más doloroso fue haberme encontrado cara a cara con rostros tan conocidos, sobre todo tan familiares. ¿Cómo se supone debo ser cruel con mi propia sangre? Y allí estaban de nuevo mis viejos sentimientos y consideraciones clavándose en la herida, haciéndola sangrar. ― Ya revisé este piso, vayan arriba y terminen con el resto para que puedan ir a la cama― añado y pocos segundos después los chicos de turno se marchan, desapareciendo en la oscuridad. Solo en la penumbra, me apoyo contra el muro del pasillo y paso una mano por mi rostro, por los pómulos que comienzan a estar más marcados, las mejillas que parecen menos infantiles y las ojeras que reflejan mi estado interior.
Sacudo con fuerza mi cabeza, intentado ahuyentar los problemas y de paso despertarme, porque aún me queda ir a entregar mi reporte al despacho del señor director. Camino hasta la ventana más próxima que deja la luz de luna entrar de lleno, solo para colocar mi mejilla contra el frío cristal; pero lo que veo tras él me parece una alucinación. En un inicio, creo que es producto total de mi imaginación, que posiblemente me haya quedado dormido sin saberlo ―no sería extraño si me pasara, tomando en cuenta mi estado― pero después de golpear parte de mi brazo contra la firme piedra, creo que esto es demasiado vivido y sólido como para ser solo un sueño. Me quedo estupefacto, anclado al suelo sin poder creerlo totalmente hasta que tras tres segundos mis pies están corriendo escaleras abajo. Me topo en el camino con otro chico que se dirige a las mazmorras una vez terminada su ronda, por lo que me detengo de golpe y aparento serenidad, lo último que necesito en estos momentos es despertar su curiosidad. Antes de perderlo completamente de vista, una vez que me ha dado las buenas noches, le pido que lleve mis notas hasta el despacho de Vlad. De todas formas dudo que esté despierto a estas horas, y hablar conmigo es lo de menos. Los chicos parecen haber aprendido la lección, no hay ni un alma fuera de su cama.
Tan pronto estoy fuera de su vista, me escabullo hasta el exterior del castillo; siempre cuidando que nadie me siga. Con honestidad, parte de mí se siente eufórico y excitado, porque se siente como algo prohibido, porque se trata de ella. Cuando finalmente me encuentro a unos cuantos metros de su figura, me quedo sin aliento; incluso de noche y con su cabello revuelto como si acabara de salir de la cama, ella es hermosa. Respiro con fuerza y continúo avanzando en trance, sin querer importunarla. En el último instante reparo en que algo no parece estar bien en ese cuadro perfecto, su piel luce demasiado pálida, y en algunas partes se oscurece. La primera impresión se desvanece y deja lugar al pánico. Tomo mi varita y me arrojo de inmediato a su lado para revisar concienzudamente cada pequeña parte de ella, y así asegurarme de que está en perfecto estado. Con suavidad toco su piel, elevo mi rostro y mi mirada se cruza con la suya, preocupación es todo lo que siento, y lo único que alcanzo a susurrar es un agonizante Eve.
Sacudo con fuerza mi cabeza, intentado ahuyentar los problemas y de paso despertarme, porque aún me queda ir a entregar mi reporte al despacho del señor director. Camino hasta la ventana más próxima que deja la luz de luna entrar de lleno, solo para colocar mi mejilla contra el frío cristal; pero lo que veo tras él me parece una alucinación. En un inicio, creo que es producto total de mi imaginación, que posiblemente me haya quedado dormido sin saberlo ―no sería extraño si me pasara, tomando en cuenta mi estado― pero después de golpear parte de mi brazo contra la firme piedra, creo que esto es demasiado vivido y sólido como para ser solo un sueño. Me quedo estupefacto, anclado al suelo sin poder creerlo totalmente hasta que tras tres segundos mis pies están corriendo escaleras abajo. Me topo en el camino con otro chico que se dirige a las mazmorras una vez terminada su ronda, por lo que me detengo de golpe y aparento serenidad, lo último que necesito en estos momentos es despertar su curiosidad. Antes de perderlo completamente de vista, una vez que me ha dado las buenas noches, le pido que lleve mis notas hasta el despacho de Vlad. De todas formas dudo que esté despierto a estas horas, y hablar conmigo es lo de menos. Los chicos parecen haber aprendido la lección, no hay ni un alma fuera de su cama.
Tan pronto estoy fuera de su vista, me escabullo hasta el exterior del castillo; siempre cuidando que nadie me siga. Con honestidad, parte de mí se siente eufórico y excitado, porque se siente como algo prohibido, porque se trata de ella. Cuando finalmente me encuentro a unos cuantos metros de su figura, me quedo sin aliento; incluso de noche y con su cabello revuelto como si acabara de salir de la cama, ella es hermosa. Respiro con fuerza y continúo avanzando en trance, sin querer importunarla. En el último instante reparo en que algo no parece estar bien en ese cuadro perfecto, su piel luce demasiado pálida, y en algunas partes se oscurece. La primera impresión se desvanece y deja lugar al pánico. Tomo mi varita y me arrojo de inmediato a su lado para revisar concienzudamente cada pequeña parte de ella, y así asegurarme de que está en perfecto estado. Con suavidad toco su piel, elevo mi rostro y mi mirada se cruza con la suya, preocupación es todo lo que siento, y lo único que alcanzo a susurrar es un agonizante Eve.
Albus S. Potter- Estudiante Slytherin • Prefecto
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
No sabía si llamarlo trance o esa fase que hay entre despierto y dormido, pero ella se encontraba en alguna de esas dos. Mantenía los ojos cerrados y el cuerpo encorvado, con las manos posicionadas hacia arriba, el dorso en la tierra y las palmas mirando al cielo. Notaba ahora imperceptiblemente el agradable hálito de la brisa nocturna, y como la tierra húmeda la calaba por completo. Ni siquiera oyó las pequeñas y silenciosas pisadas, y no se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que notó el cálido tacto de una mano sobre sus muslos y inspiró bruscamente soltando un pequeño quejido, abriendo los ojos rápidamente temiendo haber sido descubierta. La sorpresa se reflejó en sus zafiros ojos cuando estos se encontraron con los cobaltos del chico, que parecían transmitir puro desasosiego. No pudo hacer más que parpadear, totalmente desorientada, intentando averiguar si era aquello una alucinación o no, si se había quedado dormida en la orilla del lago y ese era un hermoso sueño.
Pronto clavó la mirada en las manos de él y se fijó en una en particular, la cual parecía empuñar algo, una varita al parecer. Luego deslizó la vista de las manos a sus muslos, y entonces comprendió lo que estaba haciendo. Estiró las piernas para así darle mayor accesibilidad y poder ver con detenimiento las manchas moradas sobre su blanca piel, y alargó una mano para desempolvar sus rodillas, negruzcas por la tierra. Una vez se frotó las manos, volvió la vista a la preocupada cara del que ahora sanaba sus hematomas, parpadeando varias veces, como si no se creyera que estuviera haciendo tal cosa. Quizá y hasta era un sueño, uno de esos reales que cuando te despiertas no sabes si han sido mentira o verdad. Y para comprobarlo no se le ocurrió otra cosa más que posar lentamente una mano sobre la de él, para intentar tranquilizarlo, para que supiera que todo iba bien. Una vez obtuvo su atención, no hizo más que sonreírle, era una sonrisa tranquilizadora, para avisarle de que no se preocupara, mientras que acarició con delicadeza el dorso de la mano.
-Hola...- Era casi un susurro, como si fuese un pequeño secreto que nadie tuviese que saber. Deshizo el contacto visual para fijar su atención en las piernas, ahora totalmente pálidas por el reflejo de la luna llena. Sonrió de medio lado y ladeó la cabeza para volver a mirarlo. -Por Merlín, me has dado un susto de muerte.- Con la mano libre golpeó cariñosamente el hombro izquierdo y rió bajito. Levantó la cabeza y miró hacia su alrededor, estaba segura que no pasaría nada bueno si alguien los encontraba allí. -¿Vienes a castigarme por estar a altas horas de la madrugada fuera de la cama?- Continuó, después de haber inspeccionado bien y volver a ladear de la misma manera la cabeza, sumamente fija en sus ojos. Sin darse cuenta que desde hacía varios minutos, su cuerpo no paraba de tiritar, aunque ni ella misma lo notaba, el color de sus ojos no la dejaba pensar.
Pronto clavó la mirada en las manos de él y se fijó en una en particular, la cual parecía empuñar algo, una varita al parecer. Luego deslizó la vista de las manos a sus muslos, y entonces comprendió lo que estaba haciendo. Estiró las piernas para así darle mayor accesibilidad y poder ver con detenimiento las manchas moradas sobre su blanca piel, y alargó una mano para desempolvar sus rodillas, negruzcas por la tierra. Una vez se frotó las manos, volvió la vista a la preocupada cara del que ahora sanaba sus hematomas, parpadeando varias veces, como si no se creyera que estuviera haciendo tal cosa. Quizá y hasta era un sueño, uno de esos reales que cuando te despiertas no sabes si han sido mentira o verdad. Y para comprobarlo no se le ocurrió otra cosa más que posar lentamente una mano sobre la de él, para intentar tranquilizarlo, para que supiera que todo iba bien. Una vez obtuvo su atención, no hizo más que sonreírle, era una sonrisa tranquilizadora, para avisarle de que no se preocupara, mientras que acarició con delicadeza el dorso de la mano.
-Hola...- Era casi un susurro, como si fuese un pequeño secreto que nadie tuviese que saber. Deshizo el contacto visual para fijar su atención en las piernas, ahora totalmente pálidas por el reflejo de la luna llena. Sonrió de medio lado y ladeó la cabeza para volver a mirarlo. -Por Merlín, me has dado un susto de muerte.- Con la mano libre golpeó cariñosamente el hombro izquierdo y rió bajito. Levantó la cabeza y miró hacia su alrededor, estaba segura que no pasaría nada bueno si alguien los encontraba allí. -¿Vienes a castigarme por estar a altas horas de la madrugada fuera de la cama?- Continuó, después de haber inspeccionado bien y volver a ladear de la misma manera la cabeza, sumamente fija en sus ojos. Sin darse cuenta que desde hacía varios minutos, su cuerpo no paraba de tiritar, aunque ni ella misma lo notaba, el color de sus ojos no la dejaba pensar.
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
- Mensajes : 303
Fecha de inscripción : 30/11/2012
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Permanezco allí, quieto, a la espera de una palabra suya, al simple hecho de su voz. Pero algo no parece ir bien, ella me mira, vacila entre su propio cuerpo y el mío; y ciertamente no sé cómo tomar eso. ¿Estará bajo los efectos de una posición? ¿Un hechizo? ¿El cansancio? ¿el sueño? Las preguntas se arremolinan, golpeando mi mente y creando confusión. Primero lo primero, me ordeno y antes de seguir a la expectativa de una explicación razonable me pongo a emplear mi varita en cada una de aquellas marcas oscuras en su piel. Trabajo con cuidado, no queriendo causarle daño, y con bastante facilidad. Es inevitable que esto me recuerde a los primeros días en los que tomaba mis lecciones y entrenaba toda clase de maldiciones y hechizos en el sótano de madame Lestrange. Scorpius y yo solíamos terminar con toda clase de heridas en un rango considerablemente alto en una escala de uno a diez de gravedad, de alguna u otra forma me vi en la necesidad de aprender remedios caseros y mágicos para atenuar las marcas de mi cuerpo. Los moretones eran lo más fácil de curar y disimular, según mi propia experiencia. Y no es como si fuera un recuerdo sumamente grato, de hecho, era mejor cuando no intentaba recordar ―consciente o inconscientemente― esa clase de memorias, sin embargo, gracias a ello o a causa de ello, en mi presente, era capaz de ser de ayuda cuando más necesario era.
La mano que porta la varita baja con lentitud hasta quedar inmóvil en un costado. He terminado y de cierta forma, me siento menos intranquilo que minutos antes cuando vi toda esta escena sublime y grotesca. En todo ese tiempo no hemos intercambiado palabra alguna, el silencio ha sido nuestro compañero, o más que compañero, verdugo. Porque sin atreverme a posar mis ojos en otra cosa que sus desaparecidas marcas oscuras, me siento en mitad de la nada, sin referencia, sin algo a que aferrarme. Cuando por fin su voz se materializa, no es exactamente el cuerpo que esperaba formara. Me habla de castigos mientras bromea y yo solo tengo en mente que no debió desafiar las normas, no cuando todo se ha intensificado tanto, iniciando por los “castigos” justamente. Si bien, son pocos los osados que aun transgreden el toque de queda, los desafortunados que son tomados desprevenidos se llevaban en terrible recordatorio de su negligencia. El dolor físico no es lo que más marcaba aquellos cuerpos. Me estremezco ligeramente y la miro con nueva preocupación que crece en mi interior. ―¿En qué pensabas al venir aquí?― pregunto en un tono que sale más áspero y rudo de lo que en verdad quería que fuera. Respiro con fuerza mientras lanzo una que otra mirada a nuestro alrededor, vigilando sobre todo las esquinas sombrías y las ventanas del castillo. Suspiro y tomo sus manos para asegurarme de que no hay problema, que mientras esté conmigo nadie la tocara y que haré todo lo que haga falta para que siga siendo así. ―¿Estas bien?― pregunto con un tono completamente distinto, más cálido, más como el Albus que ella solía conocer. Porque si lo escucho de su propios labios, entonces será real.
La mano que porta la varita baja con lentitud hasta quedar inmóvil en un costado. He terminado y de cierta forma, me siento menos intranquilo que minutos antes cuando vi toda esta escena sublime y grotesca. En todo ese tiempo no hemos intercambiado palabra alguna, el silencio ha sido nuestro compañero, o más que compañero, verdugo. Porque sin atreverme a posar mis ojos en otra cosa que sus desaparecidas marcas oscuras, me siento en mitad de la nada, sin referencia, sin algo a que aferrarme. Cuando por fin su voz se materializa, no es exactamente el cuerpo que esperaba formara. Me habla de castigos mientras bromea y yo solo tengo en mente que no debió desafiar las normas, no cuando todo se ha intensificado tanto, iniciando por los “castigos” justamente. Si bien, son pocos los osados que aun transgreden el toque de queda, los desafortunados que son tomados desprevenidos se llevaban en terrible recordatorio de su negligencia. El dolor físico no es lo que más marcaba aquellos cuerpos. Me estremezco ligeramente y la miro con nueva preocupación que crece en mi interior. ―¿En qué pensabas al venir aquí?― pregunto en un tono que sale más áspero y rudo de lo que en verdad quería que fuera. Respiro con fuerza mientras lanzo una que otra mirada a nuestro alrededor, vigilando sobre todo las esquinas sombrías y las ventanas del castillo. Suspiro y tomo sus manos para asegurarme de que no hay problema, que mientras esté conmigo nadie la tocara y que haré todo lo que haga falta para que siga siendo así. ―¿Estas bien?― pregunto con un tono completamente distinto, más cálido, más como el Albus que ella solía conocer. Porque si lo escucho de su propios labios, entonces será real.
Última edición por Albus S. Potter el Lun Jun 09, 2014 9:14 pm, editado 2 veces
Albus S. Potter- Estudiante Slytherin • Prefecto
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Sus añiles ojos se abrieron expresando total asombro, por una parte comprendía su preocupación pero el tono de su voz la asustó un poco. En ese momento solo quería abalanzarse a sus brazos y susurrarle que se calmara, que por ahora todo estaba bien y que nada les iba a pasar. Al menos eso pensaba en esos instantes, pero en el fondo sabía que no era nada seguro estar a altas horas de la madrugada fuera de la cama, tal cual estaban las cosas. Así que asintió lentamente y parpadeó un par de veces, pensando en una buena respuesta para así parecer convincente, pero cuanto más lo pensaba, más decidida estaba a que su "escapada" no había estado bien. Tragó saliva y expulsó todo el aire de sus pulmones, había estado conteniendo la respiración.
-No te enfades...- Volvió a susurrar. No se sentía cohibida por él, a decir verdad nunca lo había estado, al menos no de él, ¿debería? -Ahora que lo pienso, no lo sé... Necesitaba salir de la cama, no podía dormir.- Hizo una pequeña pausa para parpadear nuevamente, como si se encontrara confundida. -Perdóname. Ha sido una falta muy inmadura de mi parte. Además, a ti también pueden decirte algo si te encuentran aquí conmigo.- Inspiró para después sacar lentamente el aire por la nariz. Prefería llevarse reprimenda ella sola, a tener que cargar en la conciencia que por su culpa él también sería castigado.
Su intranquilidad fue como un espejo, ya que al verlo mirar a todos lados se le formó un nudo en el estómago y no pudo hacer más que imitarlo y mirar nuevamente a su alrededor. Volvió la vista hacia él cuando notó las manos cálidas sobre las suyas, lo que le hizo dar un pequeño respingo. Su nuevo tono al formular la pregunta la tranquilizó en sobremanera, sonrió internamente y pasó rápidamente la mirada sobre las manos, para después volver a mirarlo.
-Todo está bien, Al.- Contestó después de un par de segundos que parecían eternos, completamente segura de sí misma. Acarició las manos cogidas y sonrió de lado, lo último que quería ahora era que siguiese inquieto. Se hizo un pequeño silencio antes de volver a hablar. -¿Y cómo es que estás tú aquí?- No pudo evitar que sus palabras fueran más de incertidumbre que de otra cosa. Si él la había encontrado o visto con tanta facilidad, ¿quién más podría? Solo de pensarlo su cuerpo tiritaba más aún, realmente no le importaba tanto que la encontrasen a ella sola, sino que los encontrasen a los dos allí, sentados enfrente del lago, con las miradas fijas en los ojos del otro y con las manos cogidas. -No quiero que por mi culpa te digan o te hagan algo...- Volvió a hablar en un susurro. Tenía razón, podían pasarle mil millones de cosas a ella, pero que a él no le pasase nada.
-No te enfades...- Volvió a susurrar. No se sentía cohibida por él, a decir verdad nunca lo había estado, al menos no de él, ¿debería? -Ahora que lo pienso, no lo sé... Necesitaba salir de la cama, no podía dormir.- Hizo una pequeña pausa para parpadear nuevamente, como si se encontrara confundida. -Perdóname. Ha sido una falta muy inmadura de mi parte. Además, a ti también pueden decirte algo si te encuentran aquí conmigo.- Inspiró para después sacar lentamente el aire por la nariz. Prefería llevarse reprimenda ella sola, a tener que cargar en la conciencia que por su culpa él también sería castigado.
Su intranquilidad fue como un espejo, ya que al verlo mirar a todos lados se le formó un nudo en el estómago y no pudo hacer más que imitarlo y mirar nuevamente a su alrededor. Volvió la vista hacia él cuando notó las manos cálidas sobre las suyas, lo que le hizo dar un pequeño respingo. Su nuevo tono al formular la pregunta la tranquilizó en sobremanera, sonrió internamente y pasó rápidamente la mirada sobre las manos, para después volver a mirarlo.
-Todo está bien, Al.- Contestó después de un par de segundos que parecían eternos, completamente segura de sí misma. Acarició las manos cogidas y sonrió de lado, lo último que quería ahora era que siguiese inquieto. Se hizo un pequeño silencio antes de volver a hablar. -¿Y cómo es que estás tú aquí?- No pudo evitar que sus palabras fueran más de incertidumbre que de otra cosa. Si él la había encontrado o visto con tanta facilidad, ¿quién más podría? Solo de pensarlo su cuerpo tiritaba más aún, realmente no le importaba tanto que la encontrasen a ella sola, sino que los encontrasen a los dos allí, sentados enfrente del lago, con las miradas fijas en los ojos del otro y con las manos cogidas. -No quiero que por mi culpa te digan o te hagan algo...- Volvió a hablar en un susurro. Tenía razón, podían pasarle mil millones de cosas a ella, pero que a él no le pasase nada.
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
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Fecha de inscripción : 30/11/2012
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
De nuevo aturdida me mira pero en realidad no creo que lo esté haciendo del todo. Observo sus cristalinos ojos intentando averiguar que es todo lo que mueve en el interior de esa castaña cabeza, pero no atino a adivinar nada. Una idea descabellada me viene a la mente, pero tan pronto la pienso me obligo a olvidarla de inmediato. Jamás usaría legeremancia con ella, menos aun cuando apenas y estoy aprendiendo a usar aquel tipo de magia. Y según mi propia experiencia ―puesto que en la práctica tanto Scor como yo, ambos somos sujetos de prueba el uno del otro― definitivamente no es lo más placentero que uno espera recibir de alguien a quien se aprecia.
Cuando me habla, su voz es apenas un hilo audible, y temo que haya provocado su pánico con el mío. Ya dicen bien que dos cabezas piensas mejor que una, pero ¿qué cuando ambas cabezas estás igual de desorientadas? Asiento a cada palabra suya conforme es pronunciada. Si, ella no pensaba correctamente al salir sin ninguna precaución, pero lo sabe, al menos ahora lo sabe y confío en que no se arriesgará de esa forma de nuevo.
Le indico con un dedo en mis labios que guarde silencio mientras tiro con la otra de su cuerpo hacia los árboles más espesos que puedan haber cerca del lago.Ya hemos estado lo bastante tiempo expuestos, mejor si de ahora en adelante cuidamos de nuestras espaldas. Una vez que me parece somos menos visibles, o mínimo nos camuflajeamos con las sombras y la naturaleza, me atrevo a mirarla con más seguridad de la que sentía segundos atrás. Poso mi mano en su mejilla y antes de que algo más pase y el momento se pierda, la acerco hacia mi, hasta poder envolverla con mi cuerpo. Tibio y suave, es así como se siente, como volver al hogar después de mil años; y es que me parece que hace una eternidad desde que la vi aquella mañana en el gran comedor. Días largos llenos de clases aburridas a las cuales no me interesa asistir pero a las que igual debo ir solo para guardar las apariencias, noches enteras de vigilancia extrema, vagando por los pasillos esperando encontrar ―o mejor, no encontrar― a alguna pobre alma merodeando por allí. Y a la mañana siguiente el único consuelo que tengo, es poder tener una vista de ella aunque sea de lejos. No me siento seguro dotándola de mi compañía, no cuando las cosas se han vuelto tan extremistas.
La suelto sin alejarme totalmente, sin soltarla y dejarla lejos de mi. ―No te preocupes, no me sucederá nada a mi― le confieso con una ligera sonrisa que luce más apagada pero que es sonrisa al fin y al cabo. ―Pese a ser un peón en el juego, justo ahora soy uno bastante eficaz, no creo que encuentren otro reemplazo tan rápido. Además, debía constatar que nadie te encontrara antes que yo. Estaba finalizando mi guardia cuando simplemente me pareció verte, así que solo corrí hasta aquí― le explico con calma sin desear hacerle pensar que si yo pude descubrirla desde el interior del castillo, alguien más pudo. E incluso si alguien hubiera podido, con un obliviate bastaría para desaparecer la escena de su mente.
Cuando me habla, su voz es apenas un hilo audible, y temo que haya provocado su pánico con el mío. Ya dicen bien que dos cabezas piensas mejor que una, pero ¿qué cuando ambas cabezas estás igual de desorientadas? Asiento a cada palabra suya conforme es pronunciada. Si, ella no pensaba correctamente al salir sin ninguna precaución, pero lo sabe, al menos ahora lo sabe y confío en que no se arriesgará de esa forma de nuevo.
Le indico con un dedo en mis labios que guarde silencio mientras tiro con la otra de su cuerpo hacia los árboles más espesos que puedan haber cerca del lago.Ya hemos estado lo bastante tiempo expuestos, mejor si de ahora en adelante cuidamos de nuestras espaldas. Una vez que me parece somos menos visibles, o mínimo nos camuflajeamos con las sombras y la naturaleza, me atrevo a mirarla con más seguridad de la que sentía segundos atrás. Poso mi mano en su mejilla y antes de que algo más pase y el momento se pierda, la acerco hacia mi, hasta poder envolverla con mi cuerpo. Tibio y suave, es así como se siente, como volver al hogar después de mil años; y es que me parece que hace una eternidad desde que la vi aquella mañana en el gran comedor. Días largos llenos de clases aburridas a las cuales no me interesa asistir pero a las que igual debo ir solo para guardar las apariencias, noches enteras de vigilancia extrema, vagando por los pasillos esperando encontrar ―o mejor, no encontrar― a alguna pobre alma merodeando por allí. Y a la mañana siguiente el único consuelo que tengo, es poder tener una vista de ella aunque sea de lejos. No me siento seguro dotándola de mi compañía, no cuando las cosas se han vuelto tan extremistas.
La suelto sin alejarme totalmente, sin soltarla y dejarla lejos de mi. ―No te preocupes, no me sucederá nada a mi― le confieso con una ligera sonrisa que luce más apagada pero que es sonrisa al fin y al cabo. ―Pese a ser un peón en el juego, justo ahora soy uno bastante eficaz, no creo que encuentren otro reemplazo tan rápido. Además, debía constatar que nadie te encontrara antes que yo. Estaba finalizando mi guardia cuando simplemente me pareció verte, así que solo corrí hasta aquí― le explico con calma sin desear hacerle pensar que si yo pude descubrirla desde el interior del castillo, alguien más pudo. E incluso si alguien hubiera podido, con un obliviate bastaría para desaparecer la escena de su mente.
Última edición por Albus S. Potter el Miér Jun 11, 2014 9:31 pm, editado 1 vez
Albus S. Potter- Estudiante Slytherin • Prefecto
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Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Pronto notó como sus pies se movían solos con ayuda de su guía, andando a grandes zancadas ya que no supo a dónde se encaminaban hasta que pararon en seco, y ella desorientada buscó su mirada. Se encontró con aquella mirada que la desarmaba por completo y no hizo más que calmarse, bajar sus hombros y respirar con tranquilidad. Al segundo se vio atrapada en sus brazos y con su cara hundida sobre su pecho, abrazándolo y acariciando lentamente la parte baja de su espalda, saboreando su aroma y agradeciendo el calor corporal. Seguía sin acostumbrarse a esos arrebatos que le daban eventualmente las pocas veces que se encontraban a solas, hasta podía recordar la última con facilidad. No habían hablado en cantidad desde que el castaño le mostró su marca sobre el antebrazo, tampoco habían tenido demasiadas oportunidades después de la pequeña visita en Hogsmeade.
A los pocos segundos la realidad la golpea viéndose obligada a apartarse un poco del cuerpo que le proporcionaba tanta calidez y seguridad. Y sus palabras hicieron el resto, descansó y suspiró aliviada, había sido como sacar una pequeña espina de una de las yemas de sus dedos, a partir de ahora estaba segura que sería más precavida y haría que todos a su alrededor lo fuesen, después de lo último que había presenciado no quería rememorar ni siquiera vivir de nuevo eso. En cierto modo sabía que él estaba a salvo, al menos si seguía cumpliendo las normas que le pedía el director y sus superiores, aunque bien no sabía como es que se movía todo por ese bando. Pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago al saber todo lo que podrían hacerle si alguien se enteraba de esto. ¿De qué, si se puede saber?, preguntó su vocecilla interior, y ella no pudo hacer más que poner los ojos en blanco interiormente. Y aunque en realidad le costase admitirlo, tenía razón. Cierto era que la forma de tratarse había mejorado notablemente desde el encuentro en la lechucería, pero aún no tenía nada claro, al menos no en fijo. Pero ese no era el momento idóneo para comenzar una de sus disputas interiores, así que tomó aire y volvió a aferrarse a aquel cuerpo, volviendo a posar delicadamente la cabeza sobre su pecho
-Gracias.- Es todo lo que pudo decir. ¿Y gracias por qué?, volvió a intervenir mentalmente su voz interior. Por todo en general. Su estado de ánimo había mejorado notablemente desde su reencuentro, el hecho de que la protegiese. Y todos estos afectos, que pocas veces asomaban. -Por todo lo que haces.- Se adelantó a contestar antes de que él mismo pudiese hacer la pregunta. Cerró los ojos lentamente y apreció el momento, la calidez, su respiración, todo era un cúmulo de cosas por las que pedir "gracias".
A los pocos segundos la realidad la golpea viéndose obligada a apartarse un poco del cuerpo que le proporcionaba tanta calidez y seguridad. Y sus palabras hicieron el resto, descansó y suspiró aliviada, había sido como sacar una pequeña espina de una de las yemas de sus dedos, a partir de ahora estaba segura que sería más precavida y haría que todos a su alrededor lo fuesen, después de lo último que había presenciado no quería rememorar ni siquiera vivir de nuevo eso. En cierto modo sabía que él estaba a salvo, al menos si seguía cumpliendo las normas que le pedía el director y sus superiores, aunque bien no sabía como es que se movía todo por ese bando. Pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago al saber todo lo que podrían hacerle si alguien se enteraba de esto. ¿De qué, si se puede saber?, preguntó su vocecilla interior, y ella no pudo hacer más que poner los ojos en blanco interiormente. Y aunque en realidad le costase admitirlo, tenía razón. Cierto era que la forma de tratarse había mejorado notablemente desde el encuentro en la lechucería, pero aún no tenía nada claro, al menos no en fijo. Pero ese no era el momento idóneo para comenzar una de sus disputas interiores, así que tomó aire y volvió a aferrarse a aquel cuerpo, volviendo a posar delicadamente la cabeza sobre su pecho
-Gracias.- Es todo lo que pudo decir. ¿Y gracias por qué?, volvió a intervenir mentalmente su voz interior. Por todo en general. Su estado de ánimo había mejorado notablemente desde su reencuentro, el hecho de que la protegiese. Y todos estos afectos, que pocas veces asomaban. -Por todo lo que haces.- Se adelantó a contestar antes de que él mismo pudiese hacer la pregunta. Cerró los ojos lentamente y apreció el momento, la calidez, su respiración, todo era un cúmulo de cosas por las que pedir "gracias".
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
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Fecha de inscripción : 30/11/2012
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Un intercambio más de miradas y luego nada. Aunque tampoco es como si fueran necesarias más palabras; en ocasiones no son necesarias y ella me lo demuestra cuando desprevenidamente me veo arrastrado por su propia fuerza hacia su dirección, esta vez el rol ha sido invertido. La escucho agradecerme y pienso que en verdad no hay un motivo real del que pueda ser objeto de su reconocimiento, que de hecho le ocasiono más conflictos e inconvenientes que cualquier otra cosa ―ya ni siquiera me atrevo a hablar de cosas positivas o de provecho, porque ¿qué de bueno puede salir de todo esto? con seguridad, nada― y pese a pensarlo y a no cambiar mi modo de considerar esto, lo que sea que tengamos, prefiero no decir más. Sé que no le importará, porque ya lo he intentado antes, y no, definitivamente no funcionó. Secretamente, también estaba agradecido por eso.
Me mantengo firme, controlando mis propios impulsos, mientras solo apoyo ligeramente una mano en su espalda y la otra se queda quieta pegada a mi costado. No deberíamos quedarnos mucho tiempo en este sitio o de lo contrario no sé que tanto pueda hacer por ella, por mi, por ambos. Mi mano se mueve hasta su hombro para obligarla a separarse un poco de mi propio cuerpo. ―Entonces, será mejor que regreses a tu cama― menciono en voz baja y suave. Lo mejor por ahora es dejarla ir, ya habrá tiempo después, tiempo para hablar, tiempo para estar juntos, tiempo para muchas cosas. Esa es la premisa que me digo para permanecer firme en lo que hago.
Me mantengo firme, controlando mis propios impulsos, mientras solo apoyo ligeramente una mano en su espalda y la otra se queda quieta pegada a mi costado. No deberíamos quedarnos mucho tiempo en este sitio o de lo contrario no sé que tanto pueda hacer por ella, por mi, por ambos. Mi mano se mueve hasta su hombro para obligarla a separarse un poco de mi propio cuerpo. ―Entonces, será mejor que regreses a tu cama― menciono en voz baja y suave. Lo mejor por ahora es dejarla ir, ya habrá tiempo después, tiempo para hablar, tiempo para estar juntos, tiempo para muchas cosas. Esa es la premisa que me digo para permanecer firme en lo que hago.
Albus S. Potter- Estudiante Slytherin • Prefecto
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Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Podía oír a la perfección como su corazón latía controladamente, arriba, abajo, así hasta convertirse en una pequeña nana para acunar a un bebé. Arriba y abajo, sólo podía notar como aquel pequeño órgano hacía bombear sangre hasta alcanzar los lugares dónde debía de llegar, agradeciendo en silencio poder oír los latidos, sin ellos no sería posible estar donde ella se encontraba. Como siempre, el silencio incómodo se cernió sobre ellos, aunque esta vez lo agradecía ya que tampoco sabía como reaccionar si él hubiese dicho algo más de lo que solía estar acostumbrada. Se vio obligada a abrir los ojos al notar un leve peso sobre uno de sus hombros y separarse del cuerpo, anhelado al segundo el agradable calor. La expresión de su cara no cambió cuando lo escuchó, aunque siente una pequeña punzada de decepción. ¿Y qué esperabas? ¿Qué empiece a llover y...?, la acusó la voz. Parpadeó inevitablemente un par de veces, dudando. No, no quería eso. Tomó aire lentamente.
¿Y si no le haces caso esta vez y te quedas aquí?, la espetó nuevamente haciendo que la francesa soltase un pequeño sonido desde su garganta. Negó casi imperceptiblemente ante la idea, ya había desobedecido demasiado y no quería que al final el propio muchacho se molestase, por lo que aceptó con un leve movimiento de cabeza.
-Está bien, me iré.- Contestó sin más, apartándose del todo. En cierto modo comprendía que hiciese eso y realmente no le sorprendió. Pero sin más ladeó la cabeza de lado y una sonrisa salió de sus labios. -Pero si te vienes conmigo.- Al segundo de decirlo en voz alta deseó que la misma tierra que pisaban sus pies se la tragase de un bocado y no dejar rastro de ella. ¿Es que estás loca? ¿Te lo quieres llevar a la cama ya?, hasta ella misma rió mentalmente ante la idea, pero no era aquello lo que quería decir. -Es... decir. Nos vamos de aquí, los dos. Y nos vamos a otro lado para que no nos vean.- Por un segundo pensó que sabía de antemano su contestación, conociéndole como lo conocía. -Prometo ser buena y no volver a salir de la cama a estas horas, solo si vienes y estás un poco conmigo hasta que al fin Morfeo decida visitarme. O a ti.- Entonces rápidamente pensó algo, ¿y si él tenía sueño y sólo quería dormir? No le gustó la idea, pero la aceptaría. -Todo si tú quieres, no voy a obligarte a algo que no quieras.- Subió sus hombros lentamente y volvió a bajarlos, sin saber que más decir. Cuando se ponía nerviosa hablaba demasiado, así que mejor callar y esperar su reacción.
¿Y si no le haces caso esta vez y te quedas aquí?, la espetó nuevamente haciendo que la francesa soltase un pequeño sonido desde su garganta. Negó casi imperceptiblemente ante la idea, ya había desobedecido demasiado y no quería que al final el propio muchacho se molestase, por lo que aceptó con un leve movimiento de cabeza.
-Está bien, me iré.- Contestó sin más, apartándose del todo. En cierto modo comprendía que hiciese eso y realmente no le sorprendió. Pero sin más ladeó la cabeza de lado y una sonrisa salió de sus labios. -Pero si te vienes conmigo.- Al segundo de decirlo en voz alta deseó que la misma tierra que pisaban sus pies se la tragase de un bocado y no dejar rastro de ella. ¿Es que estás loca? ¿Te lo quieres llevar a la cama ya?, hasta ella misma rió mentalmente ante la idea, pero no era aquello lo que quería decir. -Es... decir. Nos vamos de aquí, los dos. Y nos vamos a otro lado para que no nos vean.- Por un segundo pensó que sabía de antemano su contestación, conociéndole como lo conocía. -Prometo ser buena y no volver a salir de la cama a estas horas, solo si vienes y estás un poco conmigo hasta que al fin Morfeo decida visitarme. O a ti.- Entonces rápidamente pensó algo, ¿y si él tenía sueño y sólo quería dormir? No le gustó la idea, pero la aceptaría. -Todo si tú quieres, no voy a obligarte a algo que no quieras.- Subió sus hombros lentamente y volvió a bajarlos, sin saber que más decir. Cuando se ponía nerviosa hablaba demasiado, así que mejor callar y esperar su reacción.
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
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Fecha de inscripción : 30/11/2012
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Mi mano se retira silenciosamente de su cuerpo. Es mejor si no me encuentro demasiado cerca de ella, es mejor si pienso todo esto con más claridad. Asiento a la vez que ella acepta marcharse de regreso al interior del castillo. Es así como siempre debió ser, aunque comprendo la osadía de la casa de los leones, osadía que en ocasiones prefiero llamar estupidez innata. Ni bien termino de aceptar su buena elección que me veo envuelto en una condición de la cual no veo escapatoria. Aunque después de todo, si planeo que llegue salva y sana hasta su dormitorio, lo mejor será que me ocupe personalmente de ello. La observo entrecerrando los ojos un poco antes de soltar el aire contenido en mis pulmones e indicarle que me siga. ―Andando, te acompañaré hasta tu torre― y antes de que se haga una idea errónea de lo que aquello pudiera significar agrego ―Y en cuanto estemos allí, irás directo a tu cama.
Me adelanto solo para comprobar que no se ven luces por las ventanas, signo de que los chicos han bajado a las mazmorras y de que no nos encontraremos a nadie en el camino. Cuando estoy seguro de que los únicos en movimiento somos únicamente nosotros dos, realizo un gesto como mi cabeza hacia el castillo. Es allí cuando caminamos lado a lado que mi mente nota que ella apenas y lleva algo que la cubra, y si bien estamos en la época del año menos fría, a estas horas, la madrugas suele ser algo frescas. Yo por el contrario sigo portando mi uniforme completo con capa incluida, por lo que la retiro de mis hombros para pasarla por sobre los suyos. Continuo encabezando la marcha en silencio, dejando a mis sentidos ponerse alerta. Cuando el día ―mi día― finalice, me preocuparé por lo que ha de venir.
Me adelanto solo para comprobar que no se ven luces por las ventanas, signo de que los chicos han bajado a las mazmorras y de que no nos encontraremos a nadie en el camino. Cuando estoy seguro de que los únicos en movimiento somos únicamente nosotros dos, realizo un gesto como mi cabeza hacia el castillo. Es allí cuando caminamos lado a lado que mi mente nota que ella apenas y lleva algo que la cubra, y si bien estamos en la época del año menos fría, a estas horas, la madrugas suele ser algo frescas. Yo por el contrario sigo portando mi uniforme completo con capa incluida, por lo que la retiro de mis hombros para pasarla por sobre los suyos. Continuo encabezando la marcha en silencio, dejando a mis sentidos ponerse alerta. Cuando el día ―mi día― finalice, me preocuparé por lo que ha de venir.
Albus S. Potter- Estudiante Slytherin • Prefecto
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Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Quiéreme cuando menos lo merezca
Su reacción no la pilló por sorpresa, lo que le hizo sentir una leve decepción por dentro, comprendiendo al fin. Si bien las cosas no debían ser forzadas, ella lo había comprendido, después de tanto tiempo. Simplemente se dignó a aceptar con un leve movimiento de cabeza, comenzando a pensar en todo lo que había ocurrido semanas atrás, pensando en lo que debería hacer, aunque parecía que por fin se daría por vencida. De solo pensar en dormir, reía a carcajadas, porque sabía lo que haría nada más llegar a la cama.
Sin más se vio andando a su lado, en silencio, sumida en sus pensamientos que sin lugar a dudas estaban fuera de lugar, cómo normalmente todos los que solían pasarle por la cabeza cuando estaba con él. Aunque al parecer ahora comenzaba a comprender, no podía parar de buscar una segunda solución. Ni siquiera notó cómo de repente su cuerpo entró en calor, desviando la mirada por primera vez desde que habían comenzado su marcha, para visualizar como una capa, la cual reconoció enseguida, estaba colocada sobre sus hombros. Es algo que sin poder evitarlo le hizo sentirse algo conforme, ya que al menos no estaba totalmente equivocada, por lo que se acurrucó sobre la tela ajena.
Pronto ambos se encontraron cerca del destino, deseando ir más lenta para darle tiempo a pensar en algo, pero de repente sintió que era egoísta de su parte hacer eso, así que descartó esa posibilidad. Al llegar enfrente del cuadro, se dio cuenta que la Dama Gorda no estaba en el lugar que solía habituar, mientras buscaba instintivamente en los cuadros restantes a la mujer exuberante, sin dar con ella.
-Puedes irte si quieres, esperaré aquí. Si alguien pregunta diré que... Estaba con la guardia.- Frunció el ceño ante aquella absurda idea, ya que mantenía su pijama puesto. -O ya se me ocurrirá algo mejor.- Concluyó, sin saber muy bien que más decir. Un repentino silencio se volvió a cernir sobre ellos, ahora sí molestando a la francesa en cantidad, mirando hacia el suelo, esperando a que algo ocurriera, sabiendo de antemano que nada pasaría. -Albus.- Alzó la cabeza para mirarlo, pensando si debería o no seguir con aquello. -Dudo que quieras, pero creo que tendríamos que hablar.- Se esforzó por no parecer preocupada, manteniendo la mirada fija en la ajena.
Sin más se vio andando a su lado, en silencio, sumida en sus pensamientos que sin lugar a dudas estaban fuera de lugar, cómo normalmente todos los que solían pasarle por la cabeza cuando estaba con él. Aunque al parecer ahora comenzaba a comprender, no podía parar de buscar una segunda solución. Ni siquiera notó cómo de repente su cuerpo entró en calor, desviando la mirada por primera vez desde que habían comenzado su marcha, para visualizar como una capa, la cual reconoció enseguida, estaba colocada sobre sus hombros. Es algo que sin poder evitarlo le hizo sentirse algo conforme, ya que al menos no estaba totalmente equivocada, por lo que se acurrucó sobre la tela ajena.
Pronto ambos se encontraron cerca del destino, deseando ir más lenta para darle tiempo a pensar en algo, pero de repente sintió que era egoísta de su parte hacer eso, así que descartó esa posibilidad. Al llegar enfrente del cuadro, se dio cuenta que la Dama Gorda no estaba en el lugar que solía habituar, mientras buscaba instintivamente en los cuadros restantes a la mujer exuberante, sin dar con ella.
-Puedes irte si quieres, esperaré aquí. Si alguien pregunta diré que... Estaba con la guardia.- Frunció el ceño ante aquella absurda idea, ya que mantenía su pijama puesto. -O ya se me ocurrirá algo mejor.- Concluyó, sin saber muy bien que más decir. Un repentino silencio se volvió a cernir sobre ellos, ahora sí molestando a la francesa en cantidad, mirando hacia el suelo, esperando a que algo ocurriera, sabiendo de antemano que nada pasaría. -Albus.- Alzó la cabeza para mirarlo, pensando si debería o no seguir con aquello. -Dudo que quieras, pero creo que tendríamos que hablar.- Se esforzó por no parecer preocupada, manteniendo la mirada fija en la ajena.
Chloé E. Benoit- Estudiante Gryffindor • Prefecta
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