La Bella Vita [Sista Katherine]

Froté ambas manos entre sí antes de volverlo a intentar. - Expecto Patronum - murmuré con un aireo de varita. Ni siquiera sabía si estaba permitido hacer magia fuera de los muros del castillo pero me daba igual. En esta ocasión, un hermoso lince blanco salió de la punta de mi varita y caminó alegremente a mi alrededor durante aproximadamente un minuto. Sonreí y me senté en el verde prado mientras el lince se acomodaba a mi lado.

Aunque no podía apreciarse fácilmente, su mirada era pura y a la vez turbia, pero sin perder su astucia y la elegancia que definían sus rasgos felinos. Se decía que los patronus reflejaban el estado emocional de sus dueños pero sin duda yo no me sentía así. Solo me sentía horrible.

Cuando unas niñas de primer o segundo año pasaron detrás mía riendo con sus molestas vocecillas, me enfadé y las petrifiqué con un gesto de varita, a costa del lince, que desapareció en una nube de magia blanca.
Posiblemente a cualquiera que viera a tres chicas petrificadas, le entrarían ganas de correr o de contárselo a algún profesor... y eso significaría que Slytherin perdiera puntos y que yo acabara castigada pero me daba igual, pensé sonriendo.

Saqué las gafas de sol de mi mochila y me las puse, tumbándome sobre el prado para disfrutar del soleado día mientras guardaba mi varita.

Tenía que regresar al castillo para acudir a mi cita de estudio, pero realmente estaba mucho más entretenida en mi lugar actual. Esa mañana había despertado temprano para acudir al Bosque Prohibido a realizar mi tarea para subir puntos. Había perdido varias clases en mi “mes sabático” tras mi transformación y, luego de unas charlas con el director habían acordado que para compensar ayudaría en algunas tareas al profesor de cuidado de las criaturas mágicas, y eso incluía gastar algunas de mis mañanas en acompañarle a visitar los hipogrifos para alimentarlos.  Había pasado un par de horas entretenida con aquellas criaturas, recordando como las primeras veces había estado aterrorizada para finalmente acabar por cogerles cariño, a uno de ellos en especial, pero la hora no perdonaba, y ya debería estar de vuelta en el castillo por lo que tras consultarlo con el profesor y tener su permiso para marcharme tome mi capa de nuevo y eche a caminar de regreso a la escuela.

Desde mi transformación mi conocimiento de los bosques había mejorado considerablemente.  Había aprendido a manejarme más o menos y esquivar las criaturas que sabía que poblaban el lugar cuando sabía que podían darme problemas así que, a diferencia de cómo había sido en el pasado, comencé a caminar con un paso seguro sin demasiada prisa. Quizás porque me había acostumbrado a los ruidos y paisajes del lugar, fue que me sorprendió tanto escuchar risas y voces. El bosque estaba técnicamente prohibido, pero era bien sabido que muchos de los alumnos se adentraban en el ya fuera por buscar aventuras como por estupidez, así que en mi intento de ayudar y sabiendo que sería mejor advertirles antes de que algo sucediera cambie mi rumbo buscando el lugar del que parecían proceder. Estaba casi en los límites del bosque, cosa que agradecí por la presencia de mayor luminosidad en esa zona y la facultad de poder terminar con aquello rápidamente, pero lo que no esperaba encontrar al cruzar la masa de arboles que me separaba de tres figuras paralizadas.

Como acto reflejo saque mi varita frunciendo el ceño, buscando alguna presencia enemiga o peligro para encontrarme únicamente con una figura tumbada despreocupadamente sobre la hierba con unas gafas oscuras cubriendo sus ojos. ¿Había sido ella la que había hecho aquello? Cautelosa comencé a acercarme sin guardar todavía la varita, pero si ocultándola ligeramente con la manga de mi jersey por si necesitaba ser utilizada hasta colocarme haciendo sombra a la muchacha. No parecía muy mayor, de la edad de mis hermanas pequeñas probablemente, pero eso no había sino desconcertarme más aun.

Yacía mi cuerpo en el prado como si del mismo mes de agosto se tratase. Con tanto sol bañando mi piel, esta cogería un tono bronceado en muy poco tiempo si el clima seguía así durante un par de días.
Abrí los ojos el tiempo suficiente para que la oscuridad de mis gafas me permitiera ver una bandada de pájaros sobrevolar las copas de los árboles. Esbocé una pequeña sonrisa de tranquilidad, paz emocional y alivio por no tener que estar dentro del castillo estudiando.

El día era perfecto, solo faltaba que la profesora Oswald se controlara un poco mandando tareas para la siguiente clase, sería genial tener toda la tarde libre para prepararme para los TIMOs..... ¡JAJA no!, no iba a preparar esos estúpidos exámenes sin sentido, ya podían expulsarme o cualquier cosa. Prefería dedicar esta preciosa tarde a disfrutar del buen tiempo.

Había estado durante toda la mañana en las clases de Astronomía, y Encantamientos, en ese orden. Por suerte, por la tarde solo tenía una clase no intensiva de Defensa contra las Artes Oscuras, clase que por supuesto no necesitaba porque mis conocimientos de Artes Oscuras estaban ya de por sí solos bastante avanzados. Mi sonrisa se tornó en una simple expresión de calma mientras me acomodaba en el césped.

Inhalé el aire fresco mientras sentía pasos acercarse a mi ubicación. Me giré un segundo para ver una sombra femenina acercarse hasta casi cernirse sobre mí. - Cariño, me tapas la luz - resoplé aburrida. Obligué a mi torso a levantarse para averiguar quien era la persona que acababa de llegar, arruinando mi paz. Cuando vi que se trataba de Katherine, sonreí con alegria y me puse en pie para besar su mejilla. - Hola Sista, no sabía que eras tú - acaricié su brazo en plan fraternal.

A medida que me iba acercando hasta la figura echada en la hierba iba reconociéndola más y más. No parecía siquiera que fuera consciente de que estaba allí en frente lo que me llevo incluso a pensar si podría ser que estuviera dormida o algo así. Situada justo detrás de su cabeza para bloquearle el sol la veía como si estuviera al revés, y por más que me sonara tanto su cara no conseguía relacionarla con un nombre, menos aun con aquellas malditas gafas cubriéndole la mitad de la cara.

Comencé a golpear el suelo con el pie, viéndola removerse antes de inclinarse para quedar sentada comentándome lo que ya sabía, que estaba fastidiando su solárium particular. Solté una carcajada dejando saber que aquello me traía sin cuidado, pero cuando finalmente vi su cara, la mueca irónica se transformo en una sonrisa sincera. Ciertamente, ¿Cómo no había notado antes quien era? La pequeña Kristen ya se estaba levantando mientras yo llevaba mis manos a la cadera en una pose que pretendía parecer severa. Había conocido a la pequeña Longbottom cuando mis hermanas pequeñas llegaron a Hogwarts y aunque había sido una gran molestia en un principio, todas las chicas más pequeñas que yo lo eran en ese tiempo, al final acabe por cogerle cierto cariño cuestión del roce debía suponer, tanto verla de un lado a otro aprendí a convivir con ella, aun siendo una serpiente.

La envolví en un abrazo tras recibir el beso en mi mejilla besando la cima de su cabeza en un ademan protector antes de separarme lo justo para poder mirarla a los ojos. – Ya supuse que no me habías reconocido cuando me bufaste prácticamente. – dije poniendo los ojos en blanco antes de soltarla separándome un par de pasos mientras observaba a mi alrededor. ¿Qué se suponía que hacia allí? Yo tenía la escusa del castigo, pero realmente no conocía la suya. - ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este? Y por favor… Dime que tú no eres la responsable de las tres estatuas de ahí detrás. – agregue enarcándole una ceja al formular aquella pregunta.

Sonreí tras el abrazo y acuné a la chica entre mis brazos. Conocía a Katherine de toda la vida y era lo más parecido a una hermana que se podía pedir. Intenté dejar que el abrazo relajara toda mi tensión, inspiré y expiré profundamente hasta conseguir inhalar el fresco y tan relajante aroma de sus cabellos perfectamente cuidados.
Deposité otro último beso en su suave mejilla antes de dejar que se separase de mí. - Si te he reconocido, preciosa... las gafas no me dejaban ver bien, es todo - respondí tranquilizadoramente mientras la miraba de arriba a abajo. Últimamente nos veíamos poco y era una lástima porque estar con Katherine era uno de mis mayores hobbies. Siempre que coincidíamos por los pasillos solía ser fría con la chica para mantener mi reputación bien alta y sospechaba que así también hacía ella, pero cuando estábamos a solas nos divertíamos mucho.

- Estaba solo relajándome y disfrutando de este fantástico día en el bosque. Escuché que el lago estaba lleno de gente así que decidí buscar algo apartado - respondí encogiéndome de hombros como si buscar soledad adrede fuera algo de lo más natural que podía encontrarse.

Mi sonrisa se ensanchó al escuchar lo de las estatuas y les eché un vistazo por encima del hombro de la chica de sexto. Rebusqué en mi bolsillo pero no encontré la varita. De repente, me acordé de que la había guardado en uno de los bolsillos de la mochila, tendida sobre el prado. - ¿Podrías ocuparte tu de despetrificarlas por favor? - pregunté mordiéndome el labio sensualmente, muy juguetona. - Me estaban dando dolor de cabeza con sus molestas vocecillas - asentí con la cabeza a la par que una pequeña brisa revolvía mi melena y la hacía ondear con rebeldía. Suspiré y volví a ponerme las gafas de sol.

Ayudada por los centímetros de mas que le sacaba de ventaja a la joven la mire tras romper el abrazo apartando el pelo de su cara sintiendo el beso en la mejilla escuchando como negaba mi primera suposición. Al parecer aquellas gafas le habían dado la misma desventaja a la hora de reconocerme que a mí a la hora de distinguir su cara. - ¿Qué haces usando unas gafas de sol aquí dentro de todos modos? Si intentas conseguir un bronceado ahí sitios mucho mejores y menos peligrosos a los que acudir. – la reprendí suavemente tomando asiento en el suelo mientras me acomodaba apoyando la espalda en el tronco de uno de los muchos árboles del lugar.

Escuche su explicación de por qué estaba en ese lugar negando con la cabeza. Tenía que darle la razón en parte, siendo un día libre de clases y más aun con un clima más o menos soportable teniendo en cuenta lo frio que había sido el invierno los estudiantes tendían a aprovechar para recorrer los exteriores del castillo. Ese era el motivo por el que había dejado de visitar el lago por las tardes cuando quería leer, ya había tenido demasiados encuentros no deseados últimamente. – Hay otros sitios tranquilos que no están prohibidos Longbottom, no deberías pasearte por estos sitios tu sola. – le explique.

Vi  como su sonrisa aumentaba mientras desviaba su mirada hacia las chicas al borde del pequeño claro. En esos momentos era en los que veía la slytherin que la morena llevaba dentro por lo que no pude evitar suspirar. La vi morderse el labio mientras me pedía con una voz tierna que me ocupara ante lo cual, por supuesto, no pude negarme. Me pasaba lo mismo con Monit, cuando ponía su cara de cachorro mis enfados acababa por esfumarse. Me levante de nuevo sacudiéndome la ropa hurgando en los bolsillos hasta que saque mi varita girándome en dirección de las muchachas, susurrando las palabras mientras realizaba un movimiento fluido mientras las observaba volver lentamente a la normalidad acercándome a ellas cuando empezaron a gritar molestas por lo que había hecho Kris sin molestarme en escuchar sus amenazas. – No, no, no… Silencio ahora mismo. – dije mostrando mis colmillos mientras componía un rostro serio viendo como una de ellas daba un paso hacia atrás asustada. – Sera mejor que os valláis tranquilas y en silencio antes de que la que se enfade sea yo. – comente inclinándome levemente hacia delante viéndolas marcharse antes de girarme hacia Kris con un suspiro. – No voy a estar siempre para arreglar tus líos, ¿sabes?

- Lo sé, cariño... pero el lago estaba lleno de gente y me apetecía visitar un lugar tranquilo. Además en este claro hace sol y se defenderme sola. De hecho creo que estás dudando de mis talentos de defensa, hermana - repliqué con una sonrisa juguetona cuando dirigía mi vista hacia las chicas, víctimas de mi magia caprichosa. Lo cierto es que no solía ir al lago pese a que me gustaba socializar con la gente y hacer amigos. Simplemente, prefería no tomar el sol en la orilla mientras todo el mundo observaba y conversaba. Últimamente parecía suscitar demasiado el interés estudiantil.

Vi a mi querida amiga recostarse contra un árbol y le lancé un beso gracil volviendo a tumbarme sobre el prado mientras emitía un largo bostezo, fruto de mi insomnio de la noche anterior. Mi lengua acarició mis labios, secos por el calor y la falta de agua. Suspiré. - En cualquier caso, ahora estás tu para protegerme de los peligros del Bosque Prohibido, Katherine. Así que mi seguridad ya no es un problema -. Negué con la cabeza sin girarme para observar su expresión, me bastaba con escuchar su respuesta aunque ya la imaginaba. Mi amiga del alma siempre estaría ahí para apoyarme o para cuidar de mi cuando lo necesitara... lo cierto es que era mutuo. Mil espadas tendrían que anclar mi cuerpo a la tierra para que no ayudara a Katherine en los malos momentos, y solo la muerte me haría olvidarla.
El día en el que recibí la noticia de que la chica se había convertido en vampiro, había llorado lo indecible. Probablemente si Katherine no hubiera mordido a sus hermanas, podría haberse dicho que lo había pasado peor que ella. Sin embargo, conociendo su historia real, no estaría tan segura de ello.

Dediqué una sonrisa amorosa a la chica, esta vez tumbándome boca abajo para recibir los rayos de sol en mi espalda y a la vez aprovechando para contemplar la situación. Reí tenuemente mientras Kath amenazaba a las niñas. En el fondo sentía lástima por ellas pero nunca lo admitiría. Esperé uno o dos minutos a que las chicas se fueran para responder a la vampiresa. - Y algún día me daré cuenta de ello... espero que sepas que te quiero y te lo agradezco todo.... - suspiré y aparté la mirada, emocionada. - Sin embargo, como iremos a vivir juntas cuando salgamos de Hogwarts, es posible que sigas haciéndolo. No quiero quedarme sin hermana tan pronto - sonreí volviendo a mirar su rostro.