Don’t you wanna be free during these times? | Mme. Black

Hacia ya algunos minutos que seguía al señor director a través de pasillos, girando en ciertas esquinas y subiendo escaleras. No me había vuelto a hablar desde que me sacara de las oscuras y húmedas mazmorras con un simple mensaje: Sígueme. Ya era demasiado extraño que él mismo en persona me buscara y me guiara hasta merlín sabe dónde, en general él me enviaba alguna nota con cualquier alumno; y yo me dedicaba a cumplir expresamente sus indicaciones. Un lugar y una hora, en los cuales me debía presentar. Ésta vez, ni siquiera era capaz de reconocer el camino. La oscuridad tampoco era de mucha ayuda.

Caminamos en silencio un par de minutos más, hasta que se detuvo improvisamente. Ya me detuve de igual manera. Se giró para quedar frente a frente y me indicó un par de escaleras más arriba. Noté que no reconocía el lugar en el que estábamos, todo el trayecto no habían sido más que pasadizos y atajos. Le miré expectante sin saber muy bien qué hacer, él insistió con un gesto de mano que siguiera subiendo.

Asentí, dándole a entender que haría lo que me pedía. Escalón tras escalón pasaron bajo mis pies hasta que al fin llegué a otro largo pasillo que extrañamente sí reconocí. De pronto, sabía dónde me situaba y también que no estaba solo.

Tía Bella, susurre esperando que todo fuera producto de mi imaginación y mente cansada. Por el contrario la figura pareció consolidarse aún más. Su cabello, sus facciones, su ropa, era ella. No había duda.

Cinco minutos, diez minutos, quince minutos, veinte minutos, me exasperaba. Bueno pero ¿Cuánto podía tardarse en encontrar a un alumno? En especial a ése alumno. Sin poder ser paciente ni un segundo más en aquella sala aparentemente arreglada y dispuesta para mis esporádicas estancias, me dirigí a la puerta. Giré el picaporte y salí fuera al pasillo. Estaba sombrío y abandonado, tal como cuando llegué.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, y caminé unos cuantos pasos en dirección a las escaleras. Si no venía, yo misma iría a buscarlo, qué importaba si alguien me veía cuando podía dejar a cualquier chiquillo inconsciente y sin recuerdos. Eso sería de cualquier forma, interesante, y divertido aunque no requiriera de ningún esfuerzo de mi parte.

Unos cuantos pasos después me di cuenta que no iba a ser necesario que buscara a mi sobrino. Él ya estaba allí, a mitad de camino. Lucía algo desorientado y confuso. Seguí avanzando hasta alcanzarlo. En cuanto logró vislumbrarse su semblante palideció notablemente. Cada ocasión en que nos encontrábamos era lo mismo, esperaba eso cambiara pronto o de lo contrario comenzaría a tomar medidas para resolver el problema. No podía parecer débil ni en mi presencia, sino ¿cómo le confiaría los asuntos dentro del colegio?

--Mi pequeño sobrino,

dije mientras le extendía mis brazos abiertos. Desde hacia poco tiempo, ésta era mi nueva táctica para tratarlo. Algo de afecto, mostrarle que lo escuchaba y más importante que lo anterior, que lo tomaba en cuenta para ciertos aspectos.

--Te has demorado, vamos que es tarde.

Mi primer pensamiento coherente fue que estaba soñando. Un sueño, eso era. En primera porque Bellatrix no podía estar en el colegio presente, es decir, era correcto que ahora ella y sus seguidores (yo entre ellos) tuvieran el control de toda la comunidad mágica ―el colegio era una prueba de ello― pero que se arriesgara a venir hasta éste lugar solo para verme. Y ahí estaba el segundo punto, si hubiera querido verme siempre podría haber hecho una visita rápida hasta la guarida, para ello el director siempre me permitía usar su chimenea si era necesario. Entonces, ¿de qué iba todo esto?

Me quedé como piedra ante su muestra de cariño, ¿cómo se supone debía actuar? ¿Responderle de la misma forma o permanecer indiferente? ¿Y sí era solo una prueba para ver qué tan sentimental era? Opté por mantenerme quieto, solo atiné a tocar su brazo con mi mano, sin llegarse a considerar como un abrazo completo. Asentí torpemente al escuchar su voz, ¿en verdad era la misma Bellatrix que yo había conocido? Podría ser una impostora, aunque… de nuevo sus palabras, me hicieron reaccionar. ¿Pero que mierda me sucedía? Me obligué a estar más atento y despierto.  Si me mostraba como un completo tonto frente a ella, podría costarme caro. Ni hablar de lo que tardaría en remendar lo que mi torpeza causara, mi tía no olvidaba nada.

No he sido yo, me excuse con desdén. Si había a alguien a quien culpar, ése definitivamente no era yo. Aprovecharía la oportunidad para deshacerme del peso muerto del director que apenas me dejaba tranquilo. Vladimir no ha hecho más que hacerme caminar en la oscuridad sin decirme nada, el hecho de llamar al director por su nombre de pila frente a mi tía, era un pequeño gusto que me daba. Cada vez que salía a colación su figura yo le restaba respeto a mi manera.

El chiquillo se helo en mis brazos tan pronto como los sintió envolverlo. Note un leve estremecimiento por el contacto, quizá debido a la noche gélida, al castillo y sus muros de piedra, o a mi poca temperatura corporal. Desde que tomaba pociones para retrasar el paso del tiempo en mi cuerpo, perdía poco a poco algo de "calor" y sensibilidad. No sabía a ciencia cierta que sucedería largo plazo pero no me importaba en todo caso, estaba cada vez más cerca de mi objetivo y las nimiedades no iban a retrasarme.

Me separé de mi sobrino con ligereza sin soltar su hombros, dónde mis manks reposaban. Estabamos frente a frente. Con detalle repasé los ragos de su joven rostro, la nariz levantada, la frente pulida, el mentón cuadrado y los pómulos marcados. No quedaba ni una pizca de lo que un Black solía ser y eso era una total pena. Los ojos talvez podían tener ese característico color grisáceo, o la pálida piel, pero eso se eclipsaba bajo su cabello rubio-platinado predominante de los Malfoy.

Le escuché quejarse por el director a cargo del colegio y fue cuando lo solté para quedarme a un lado, esperando. Hasta ahora Vladimir había sido muy útil y eficiente en su trabajo, si no me causaba problemas lo conservaría. Salvo por Scorpius quien era el único que quería lo destituyera del puesto, el resto se veía muy conforme.

--El Director Vladimir solo ha seguido mis instrucciones

Remarqué el titulo director para que mi sobrino lo empleara más seguido en sus frases. Si había algo en lo que estaba de acuerdo era en una actitud altanera pero propia, Scorpius aun necesitaba aprender modales.

--Pero se tomó demasiado tiempo del cual yo no dispongo. Ahora ven conmigo y deja de lloriquear. Hablaremos en privado.

Le insté a seguirme, de regreso a la habitación que hacía poco estaba ocupando.  Las paredes de Hogwarts siempre tenía oídos listos para escuchar a quién no tomara sus medidas de reserva. Yo siempre debia preocuparme por eso. En la habitación esperé a que entrara y después cerre la puerta tras él. Insonorizada y con varios hechizos que evitaban ser encontrada, la habitación podía catalogarse como útil.

--Ahora, asi está mejor. Nadie escuchará lo que se diga aquí. Toma asiento y presta atención, que no es una visita solo para saber si estás bien

Su mirada sobre mi rostro pesaba y me asfixiaba, pero de una forma disfrutable. Me preguntaba que veía en mí, o lo que pensaba cuando lo hacía, porque no era la primera vez que ocurría. En ocasiones anteriores me miraba con detenimiento y por más de tres segundos seguidos, algo cambiaba en su expresión y luego nada, como si nunca hubiera sucedido. Era como cuando hablaba con la abuela Cissy, o al menos cuando antes lo hacía,  ya que ahora la familia no quería ni escuchar hablar de ella, menos aún verla. En cuanto a eso, mis padres confiaban en que estando al menos uno de ellos en el colegio, podrían tenerme vigilado y al margen de toda la situación. Ellos no querían volver a verse inmiscuidos en todo lo que su apellido fue alguna vez; lamentablemente para ellos, yo no pensaba de la misma forma. Que tuvieran suposiciones, no lo dudaba pero sin pruebas nada podrían hacer; yo apoyaba a mi tía y sus ideales, nada podría cambiar eso.

El regaño iba incluido en sus palabras cuando me rectifico las indicaciones que le había hecho seguir a Vlad, tampoco se me escapo el hecho de que añadiera la palabra “director” al nombre del encargado de turno. Sabía que si él le servía bien a mi tía, no tendría nada con que golpearlo; así que a partir de ahora me dedicaría buscar su punto débil y ver sus fallos. Me crucé de brazos, intentando darme más calor a mí mismo. Siempre que mi tía estaba cerca la temperatura de cualquier lugar en dónde se encontrase descendía drásticamente, eso sin contar que era invierno y media noche. La seguí sin decir una palabra más, parecía que tenía prisa; más valía no retrasarla.

No noté cuál fue la habitación en la que entramos puesto que desde un principio jamás supe cuando llegamos a ella. Era como ver la pared lisa, la puerta estaba allí pero al mismo tiempo no estaba, tampoco era como la famosa sala de menesteres. Esta habitación estaba allí, era real solo parecía poseer encantamientos que la camuflajeaban. De no ser por mi tía, yo me habría seguido de largo por el pasillo. Una vez en el interior, me di cuenta que era muy parecida a una de las habitaciones en el escondite de los mortífagos. Los mismos tipos de muebles, los tonos de tapizado de la pared e imágenes de pinturas en los muros. Algunas velas iluminaban en lugar tenuemente, apenas dejando ver más detalles. Fui y me senté en un sillón amplio que resultó ser duro y frío, muy diferente a la apariencia que daba. Mi tía no tardo en comenzar a hablar y yo me dispuse a escucharla tal como me lo pedía, con atención.