Only need the light when it's burning low

Recuerdo del primer mensaje :

Lágrimas saladas brotaban de los verdosos ojos de la pequeña de los Nott, cosa que nadie podía apreciar ya que se mantenía con la cara hundida en sus manos, apoyando estas sobre sus rodillas que permanecían flexionadas hacia arriba. De sus labios salía un pequeño quejido cada dos por tres, uno que casi no se podía oír ya que intentaba con todas sus fuerzas que nadie la escuchase. Su espalda descansaba sobre la fría pared, mientras sus pies se apoyaba sobre el sanitario, encima de él. La puerta se mantenía cerrada con un hechizo, y su varita dormitaba sobre sus piernas flexionadas, muy cerca de su vientre. Su castaño cabello caía como en cascada sobre sus hombros y espalda, haciendo así más imposible la tarea de poder verla llorar. No recordaba como había llegado allí, siquiera recordaba el tiempo que llevaba llorando en el baño de los chicos. Sólo sabía que tenía ganas de hacerlo, de llorar hasta limpiarse el maquillaje de sus ojos y mejillas, volverse a maquillar y volver a su vida como si aquello no hubiese ocurrido jamás.

Solía hacer aquello muy a menudo, sobre todo este principio de curso. Desde pequeña había cogido la costumbre de llorar por la noche a escondidas y después volver a ser la misma egocéntrica de siempre, volviendo a su principal papel. A veces se creía actriz, era hasta graciosa la idea, ya que detestaba todo aquello, y más aún se detestaba a sí misma por detestar todo lo que había a su alrededor. Pero simplemente era algo que tenía que seguir y ocurrir, algo que no podía dejar de lado. Sentía muchos sentimientos contradictorios y eso no hacía más que llevarla al borde del acantilado y estallar en sollozos al fin de no encontrar solución alguna. Era una lucha interior que sufría todos los días, pero que sabía llevar muy bien, al menos exteriormente. Hacía bastantes semanas que no le ocurría, pero aquella noche había vuelto a caer y nada menos que justamente en su turno de guardia. Así que escogió un sitio al azar hasta que se pasase la tormenta y poder volver a su vida normal. El error había sido el sitio dónde sin más había entrado y hechizado la puerta de su baño para que nadie la pudiese molestar. Pero en esos momentos su cerebro no había asimilado bien las consecuencias que podría acarrear que estuviera en un baño donde ella no podía entrar, a menos que dijese que estaba allí para pillar in fraganti a algún alumno, cosa que no sería muy creíble si la veían con todo el maquillaje sobre su cara. Un sollozo más agudo salió de su garganta y deslizó sus manos hasta sus rodillas, agarrándolas con fuerza y tirando hacia ella misma las piernas.