Casting para Ethan Nobilius Schwart

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA: A parte de los calificativos que se le ha dado como estratega, bondadoso, pacifico y demás, voy a dar la descricpión psicologica que a mí se me ha venido a la mente.

Ethan es un chico, sencillo, humilde y con un corazón de oro, le encanta ayudar sin recibir nada acambio es todo corazón, tiene un corazón de oro. Su infancia ha sido un caos, ha sufrido, pero siempre ha sabido sacar esa sonrisa. Una sonrisa bella y cautivadora con un aura de misterio. Aveces bromista, otras veces terco. Su vida no ha sido fácil pero ha sabido recomponerse de todos aquellos palos haciendose más fuerte, más humano.

La tristeza la guarda en lo más profundo de su corazón, prefiere mostrar una sonrisa, aunque por dentro se este rompiendo en mil pedazos. Es un poco ambicioso pero... ¿Quién en esta vida no lo ha sido o lo es?

Amante apasionado. Se desvive por su pareja, no es empalagoso, no, Ethan le da la libertad que puede y más. La paz y la democrácia para él no son meras palabras rompibles con el paso del tiempo, son metas y la libertad su lucha. Por ella daría la vida.


¿POR QUÉ QUIERES ESTE PERSONAJE?: Ethan me ha llamado la atención no solo por su rostro bonito, oh no, sino por aquellos valores que puede alcanzar. Lo veo un personaje demasiado humano, demasiado real, su caracter y su historia me ha cautivado, me hubiera gustado estar en esa época para poder abrazarlo y decirle que cuenta con gente que lo apoya, que no esta solo en esta lucha.

Lo primero que me ha transmitido es ternura, una ternura casi palpable. Lo segundo. Alegría y fuerza. Tiene una fuerza arrolladora que más de uno quisiera tenerla a su edad.
TRES ADJETIVOS QUE IDENTIFIQUEN A TU PERSONAJE:
Leal
Valiente
Justo
TRES ANTÓNIMOS QUE IDENTIFIQUEN A TU PERSONAJE:
Traicionero
Cobarde
Manipulable

El manto estrellado se había apoderado poco a poco de las montañas cercanas al castillo, como cada día a la misma hora la noche le había ganado la partida al día. Las primeras estrellas comenzaban a brillas, a lo lejos, tan lejos que apenas se apreciaban pero que siempre estaban allí velando nuestro destino, velándonos a cada uno de nosotros.

El cuarto estaba oscuro, frío, silencioso. Los recuerdos comenzaron a aparecer en mi mente.  Unos alegres, otros tristes,  melancólicos todos ellos que hicieron que se me escapara un leve suspiro mientras agachaba la cabeza arrastrando mis pies por aquella madera que resonaba al paso de ellos.  
Me senté en un pilar encogiendo mis piernas mirando al horizonte no mirando a ningún sitio, perdiendo mi mirada entre las estrellas entre las lejanas montañas. La respiración producía pequeñas gotitas en el frío cristal. Las iba quitando jugueteando con mis dedos. El cuarto me ahogaba poco a poco, quería gritar quería llorar, no había sido un buen día. No, hoy no.

Me levanté apartando a todos los niños mirando al suelo, caminando rápido, sin mirar a nadie, sin un destino fijo simplemente  a donde mis pies me llevasen. Las escaleras crujían a mi peso, los más pequeños me miraban con cierta tristeza en su rostro. Quería abrazarles contarles historias, decirle que la guerra había pasado. Les mentiría para que ellos siguieran felices, siguieran viviendo en aquella burbuja de felicidad.
Los pocos amigos dedicaban miradas cruzadas de compasión. Algunos intentaban detenerme.

-¿No vienes a cenar?-

Negué con la cabeza agachada, no tuve el valor de mirarles a la cara. No, por una vez en mi vida fui un cobarde, de no contarle a mis amigos lo que me pasaba.

-No, no tengo hambre.-

Las piernas comenzaron a correr, las puertas se me iban abriendo una a una por los movimientos de la varita. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis mejillas. Negué rápidamente pensando, iluso de mí que así iban a parar de salir.

Los jardines pasaron rápido, y el lago negro apareció ante mis bridiosos y llorosos ojos.  No me gustaba llorar en público, siempre buscaba la tranquilidad del lago y la compañía de la de la luna. Alcé la cabeza mirándola. Esta era pura, blanca inmaculada, radiante.

Pero con el tiempo juré no volver a llorar por nada ni por nadie, sequé mis últimas lágrimas mientras lanzaba piedras al lago.
La tristeza poco a poco iba dejando paso a la ira. Cada vez las piedras iban cayendo con menos fuerza, hasta que caí de rodillas. No me importaba que los pantalones se llenasen de barro. ¡Qué más daba eso!
Saqué un pequeño trozo de tela cubierto de sangre, de un antiguo amigo, aliado y camarada, aún recuerdo como su cuerpo salió volando con la maldición “Avada Kedavra” lo presencié ante mis ojos. Aquella noche la Orden perdió a un gran mago, pero yo perdí mucho más, mucho más que un gran mago perdí a un gran amigo.
Apreté el puño que sujetaba aquel trozo de tela. Miré hacía la luna, y le juré venganza una venganza que estaba a punto de comenzar, esta misma noche iba a dar comienzo.

-Luna esta noche te prometo no parar hasta que el asesino de John caiga ante mis ojos. Lo juro por el mismísimo dios de la muerte. Que mi lucha al lado de la Orden del fénix no ha hecho más que comenzar.-

Mi voz sonó fría. Mi promesa más que clara. La guerra no había hecho nada más que comenzar y mis sentimientos contra los mortifagos y los slytherin se habían vuelto más oscuros y más turbios.