To be yourself is all what you can do

El día parecía haber culminado hacía escasos minutos, desde los ventanales de los pasillos del gran castillo se podía ver como el sol se escondía. Era último día de semana, el toque de queda ya había empezado, pero ella se había resignado a pasar de las nuevas normas estipuladas por el nuevo director y ahora buscaba un refugio. Los pasillos estaban vacíos, pero notaba como alguien la comenzaba a seguir. Aceleró el paso, al igual que su respiración comenzó a volverse ahogada. Se conocía el colegio bastante bien, pero ahora parecía estar perdida, entre pasillos inmensos y cuadros que cuchicheaban cuando ella pasaba. Sentía los pasos cada vez más cerca, ya le había ocurrido una vez aquello y la reprimenda no había sido de lo más agradable, por lo que comenzó a asustarse y giró una esquina rápidamente, para después colocar la espalda sobre la pared, comenzar a palpar esta, encontrando al final el pomo de una puerta. Sin girarse, la abrió como pudo y se escabulló hacia adentro de la estancia, dejando el pasillo desocupado.

Suspiró con los ojos cerrados, apoyando la cabeza sobre la misma puerta. Sana y salva, eso fue lo primero que pensó. El problema vino, cuando comenzó a abrir los ojos y se topó con una aula medio vacía y oscura. Al principio no supo bien donde se encontraba, pero conforme se iba desplazando por la estancia, sus recuerdos comenzaron a ayudarla, cuando al fin se encontró en medio de la habitación, enfrente de una enorme silueta, tapada por una larga y amarillenta sábana. Ya había estado una vez allí, cuando era mucho más pequeña, deseosa de mirar por el espejo, esperando algo sorprendente. Pero su reflejo le mostró algo que hoy en día le dolía, le ardía, le escocía. Algo que nunca quiso decirle a nadie.

No le gustaba la estancia, sentía que era un lugar siniestro y escalofriante, un lugar que a su antiguo yo no le había gustado jamás. Por lo que se alejó del espejo, que gracias a Merlín se mantenía tapado. Se acercó sigilosamente hacia la puerta para apoyar media cara sobre la madera y intentar escuchar con detenimiento el pasillo, para ver si percibía algún ruido de pisadas. Estuvo así un par de minutos, hasta que inútilmente no pudo escuchar nada, y se dio la vuelta, apoyando todo el cuerpo sobre la misma puerta, deslizándose lentamente hasta el suelo, flexionando las piernas y agarrándolas con ambos brazos. Tendría que pasar al menos un rato allí si quería estar al final segura, de momento no le apetecía marchar hasta la sala común, prefería seguir infligiendo las normas, aunque tuviese que ser en aquel lugar.

Un ruido la hizo incorporarse y alejarse rápidamente de la puerta. Con pose para estar preparada por si tenía que esconderse, agudizó el oído para poder saber si el susodicho ruido llegaba hasta su escondite. El ruido poco a poco comenzaba a aumentar, mientras que ella caminaba lentamente hacia atrás, hasta al fin topar con la gran silueta del espejo y aferrarse a la sábana. Con horror pudo contemplar como el picaporte de la puerta comenzaba a girar, y no pudo más que oprimir con fuerza la sábana entre su frágil mano y esperar a ser encontrada.