AÑO 2022. DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MÁGICA, LA PAZ REINÓ DURANTE LARGOS AÑOS. AQUELLOS QUE LUCHARON EN LA GUERRA CONTRA EL MAL, HICIERON SUS FAMILIA Y ACTUALMENTE SUS HIJOS SE ENCUENTRAN ESTUDIANDO EN HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
TODO ERA PAZ, HASTA QUE REGRESÓ BELLATRIX LESTRANGE, QUE VOLVIÓ DE ENTRE LAS SOMBRAS FINGIENDO SU MUERTE Y ADUEÑÁNDOSE DEL MUNDO MÁGICO Y MUGGLE, HASTA DE HOGWARTS. UN NUEVO DIRECTOR REINA EN EL COLEGIO VOLVIENDO TODO A SU ANTOJO, TOQUES DE QUEDA, LOS SLYTHERIN Y MORTÍFAGOS SON DUEÑOS DENTRO DEL COLEGIO. LOS VAMPIROS SE HAN UNIDO A LA CAUSA Y AHORA ALGUNOS ESTUDIAN EN HOGWARTS, TODO PARA ACABAR LO QUE UN DÍA EL SEÑOR TENEBROSO NO PUDO TERMINAR.
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Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
2 participantes
Finite Incantatem 2.0 :: .::Hogwarts Magia y Hechicería::. :: »Colegio« :: Planta baja :: Gran Comedor
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Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Miré mi plato vacío. En aquel momento pocas cosas podrían hacer que mi hambre apareciera de nuevo. Mientras mis compañeros de Slytherin desayunaban, más voraz o elegantemente, yo permanecía inmovil en mi silla. No sentía apetito y apenas había dormido la noche anterior. Definitivamente, algo le pasaba a mi cuerpo y sabía que estaba relacionado con mi bajo rendimiento en los estudios y mis dudas internas sobre todo el tema de mi futuro. Total, para ser mortífaga no necesitaría estudiar, tan solo ser de Slytherin, tener ganas de causar dolor y caerle bien a Bellatrix.
Seguí las bromas de los chicos y las chicas que se sentaban cerca de mí durante un rato hasta que me cansé de fingir sonrisas y amabilidad que esa gente no merecía. Tardé pocos minutos en levantarme de la mesa de Slytherin y encaminarme a la puerta que hacía las veces de entrada y salida del Gran Comedor.
Al poco tiempo de salir me di cuenta de que lo que necesitaba era alguien que me comprendiese y, sobretodo, que me apoyara en mis decisiones. Se suponía que esa era tarea de los amigos pero ¿a quién podía considerar mi amigo en Hogwarts? Yo era simplemente la chica de Slytherin amante de las fiestas y si, podía ser muy popular pero ¿a quién le importaba realmente? ¿Quién se preocupaba por mí? Nadie lo hacía desde mucho tiempo atras.
Levanté la vista del suelo y doblé la esquina para sentarme en uno de los peldaños de la gran escalera de caracol con aire derrotado. No tenía ni idea de en qué cosa invertir mi tiempo. Posiblemente podría acercarme a alguien por detrás y asesinarlo. Así me expulsarían de Hogwarts por fin y podría dedicarme a hacer lo que me viniese en gana el resto de mi vida y olvidarme de todo, incluso de Alice y Frank. Conocía las palabras del hechizo, el movimiento de varita, podría hacerlo sin ningún problema pues el poder estaba en mi interior mas aún así algo se me resistía y no tenía que ver con mi magia o mi varita.
Suspiré mirando al techo, algún día aquella pesadilla acabaría y yo me iría feliz a vivir a los Estados Unidos o a Australia, lejos de Hogwarts, lejos del bien y el mal y en especial, lejos de mi familia.
Seguí las bromas de los chicos y las chicas que se sentaban cerca de mí durante un rato hasta que me cansé de fingir sonrisas y amabilidad que esa gente no merecía. Tardé pocos minutos en levantarme de la mesa de Slytherin y encaminarme a la puerta que hacía las veces de entrada y salida del Gran Comedor.
Al poco tiempo de salir me di cuenta de que lo que necesitaba era alguien que me comprendiese y, sobretodo, que me apoyara en mis decisiones. Se suponía que esa era tarea de los amigos pero ¿a quién podía considerar mi amigo en Hogwarts? Yo era simplemente la chica de Slytherin amante de las fiestas y si, podía ser muy popular pero ¿a quién le importaba realmente? ¿Quién se preocupaba por mí? Nadie lo hacía desde mucho tiempo atras.
Levanté la vista del suelo y doblé la esquina para sentarme en uno de los peldaños de la gran escalera de caracol con aire derrotado. No tenía ni idea de en qué cosa invertir mi tiempo. Posiblemente podría acercarme a alguien por detrás y asesinarlo. Así me expulsarían de Hogwarts por fin y podría dedicarme a hacer lo que me viniese en gana el resto de mi vida y olvidarme de todo, incluso de Alice y Frank. Conocía las palabras del hechizo, el movimiento de varita, podría hacerlo sin ningún problema pues el poder estaba en mi interior mas aún así algo se me resistía y no tenía que ver con mi magia o mi varita.
Suspiré mirando al techo, algún día aquella pesadilla acabaría y yo me iría feliz a vivir a los Estados Unidos o a Australia, lejos de Hogwarts, lejos del bien y el mal y en especial, lejos de mi familia.
Última edición por Kristen S. Longbottom el Dom Feb 09, 2014 1:55 pm, editado 1 vez
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Era temprano, sorprendentemente temprano para Fred. Lo cierto era, que en realidad, era tarde. Tardísimo si se quería. Eran las nueve de la mañana cuando uno de los mayores primos Weasley dio su último ronquido. Eso significaba que se estaba perdiendo el desayuno. Con lo que le gustaba desayunar a Fred, o más bien comer en general. Pero dado que el desayuno era la comida más importante del día, le gustaba aun más. Todos en la familia decían que eso lo había sacado de Ron. Lo que hizo sonreír a Horus al recordarlo. Extrañaba a su tío, y es que al final resultaba injusto, siempre sufría la familia Weasley. Desde la primera guerra mágica con los hermanos de su abuela, los gemelos Prewett hasta la actualidad, donde tiempos oscuros se cernían sobre el reino unido y todo el mundo mágico.
La observó por unos instantes, notando, como cualquiera a kilómetros de distancia, que no estaba bien. Tan solo bastaba con ver su rostro y ya podías darte cuenta. Fue entonces cuando tuvo que verse en una encrucijada. ¿Desayunar o quedarse a intentar averiguar que le sucedía sin que le enviara a la mierda como otras veces? Acabó por sentarse en el peldaño donde ella, a su lado. Maldita fuera su amabilidad y predisposición por ayudar al otro. Pero era la hermanita de Frank, eso la convertía –según la lógica de él mismo- en su hermanita, del alma-
. . .
Ya cambiado, el segundo de su nombre, bajaba las escaleras tan rápido como podía. Sorteando con agilidad los múltiples escalones falsos, peldaños trampa, repartidos sobre las escaleras del milenario castillo. Llevaba la camisa blanca arrugada y con los últimos botones abiertos, un chaleco de lana escarlata encima de ella y la corbata, sin subir hasta el cuello, flameaba fuera del chaleco. Cualquiera podía decir que tenía un aspecto desprolijo y revoltoso, dos de las cualidades del cazador de quidditch. Sin embargo, nadie podía negar que aquellas pintas le sentaban de maravilla junto al aire rebelde y soberbio que portaba al mejor estilo Sirius Black. Allí se encontraba, bajando a una velocidad impresionante, solo adquirible con tantos años en aquel castillo, cuando llegó por fin al hall central. Donde, de espaldas a él, se encontró con alguien.. . .
Una vez terminó de bajar los últimos peldaños de la escalinata, llegando por fin al suelo y pudiendo identificar a lo que inconfundiblemente era una mujer, por la contextura y el cabello. —Vaya… no esperaba encontrarme contigo aquí…— comentó mientras arqueaba una ceja analítico. Kristen, la menor del clan Longbottom. Era raro, de hecho, siempre había sido raro con ella. A diferencia de sus hermanos, nunca se habían llevado… nunca se habían llevado y ya. Pero era algo más bien general, tampoco era unida a sus hermanos. Y eso, era fatal para Fred, quien amaba a su hermana y a sus primos. La familia sea unida. La observó por unos instantes, notando, como cualquiera a kilómetros de distancia, que no estaba bien. Tan solo bastaba con ver su rostro y ya podías darte cuenta. Fue entonces cuando tuvo que verse en una encrucijada. ¿Desayunar o quedarse a intentar averiguar que le sucedía sin que le enviara a la mierda como otras veces? Acabó por sentarse en el peldaño donde ella, a su lado. Maldita fuera su amabilidad y predisposición por ayudar al otro. Pero era la hermanita de Frank, eso la convertía –según la lógica de él mismo- en su hermanita, del alma-
. . .
Ladeó el rostro para verla, sabiéndole mal aquel silencio sepulcral. Ni un saludo. Ni parecía haberse percatado de la llega del castaño, pero aquello, estaba claro que con Kristen, no le sorprendía. —¿Por qué la cara larga? No te atrevas a decirme que es por los TIMOs, porque no te creeré…— le advirtió, amenazante, intentando de jugar con ella, para sonreírle a continuación. Se calló, esperando ver si lograba al menos, obtener una respuesta tácita, una negativa con la cabeza, u algo, pero aquella chica parecía hecha de piedra. —Anda Kris…— la alentó, dejando el aire bromista de lado, por unos segundos, apoyándose hacia atrás con una mano mientras que con la otra acomodaba un mechón castaño de su cabello, detrás de su oreja.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Cuando Fred Weasley bajó la escalera, pensé que iba a pasar de largo e ir directo al comedor pero él hizo todo lo contrario. ¿Quedarse a intentar bajar más mi autoestima? ¿Tal vez a intentar consolarme? No conocía lo suficiente al chico como para hacer predicciones pero lo cierto es que nunca nos habíamos llevado bien. De hecho tampoco podría decirse que nos hubiéramos llevado mal. Entre nosotros siempre se había mantenido una fría cordialidad y pocas conversaciones de las que se pudiera sacar algo más.
Volví mi mirada hacia él con semblante adusto, quizá un poco brusco pero en aquel momento poco importaba si me consideraba una maleducada o algo similar. Es más, eso debería saberlo ya. Sentí su mano apartando mi pelo como una suave caricia y suspiré, parecía que él había elegido la segunda opción. Sin embargo, al mismo tiempo, había decidido que no necesitaba su fingido interés por muy amigo de mi hermano que fuera... solo era más de lo mismo que podía encontrar por todo el castillo sin apenas buscarlo. - No hay pastel de calabaza en el comedor - intenté murmurar con convicción. - Es lo único que suelo desayunar -.
Lo mejor de todo fue que era verdad. Solía desayunar pastel de calabaza todos los días pero sin saber por qué, hoy no había podido encontrar ninguno en la mesa de Slytherin. - Ve a comprobarlo, si quieres - dije invitándole a que se marchara para seguir tranquila y en paz reflexionando en la escalinata.
Sin ser consciente de ello, mi varita se deslizó hasta mi mano desde la manga de mi túnica mientras la palabra "flagrate" venía a mi mente. La punta se volvió incandescente, si la hubiera tocado con la palma de la mano, probablemente me hubiera incinerado la piel del calor que despedía.
Empecé a escribir en el escalón mi nombre, letra por letra. Tras dibujar una gran "K" me di cuenta de que estaría violando alguna estúpida ley del castillo pero no podía evitarlo, era tan inconsciente como morder un lápiz. En Hogwarts todo estaba prohibido, lo único que podías hacer era estudiar, comer y dormir, lo demás estaba vedado. Una gran "R" siguió a la "K", ya había olvidado al chico de Gryffindor que estaba a mi lado intentando averiguar qué me ocurría.
Volví mi mirada hacia él con semblante adusto, quizá un poco brusco pero en aquel momento poco importaba si me consideraba una maleducada o algo similar. Es más, eso debería saberlo ya. Sentí su mano apartando mi pelo como una suave caricia y suspiré, parecía que él había elegido la segunda opción. Sin embargo, al mismo tiempo, había decidido que no necesitaba su fingido interés por muy amigo de mi hermano que fuera... solo era más de lo mismo que podía encontrar por todo el castillo sin apenas buscarlo. - No hay pastel de calabaza en el comedor - intenté murmurar con convicción. - Es lo único que suelo desayunar -.
Lo mejor de todo fue que era verdad. Solía desayunar pastel de calabaza todos los días pero sin saber por qué, hoy no había podido encontrar ninguno en la mesa de Slytherin. - Ve a comprobarlo, si quieres - dije invitándole a que se marchara para seguir tranquila y en paz reflexionando en la escalinata.
Sin ser consciente de ello, mi varita se deslizó hasta mi mano desde la manga de mi túnica mientras la palabra "flagrate" venía a mi mente. La punta se volvió incandescente, si la hubiera tocado con la palma de la mano, probablemente me hubiera incinerado la piel del calor que despedía.
Empecé a escribir en el escalón mi nombre, letra por letra. Tras dibujar una gran "K" me di cuenta de que estaría violando alguna estúpida ley del castillo pero no podía evitarlo, era tan inconsciente como morder un lápiz. En Hogwarts todo estaba prohibido, lo único que podías hacer era estudiar, comer y dormir, lo demás estaba vedado. Una gran "R" siguió a la "K", ya había olvidado al chico de Gryffindor que estaba a mi lado intentando averiguar qué me ocurría.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Su mirada bastó para hacerle entender al chico, que nada había cambiado. Él era Fred y ella era Kristen. Enemigos por naturaleza si se quiere, Gryffindor y Slytherin. Pero sobre todo, dos personas que por esas vueltas del destino, tenían una relación nula. Aún así, aquello no bastaba para frenarlo, después de todo era terco como él solo y tenía una predisposición para ayudar a los demás poco comparable a otra persona. Era una Longbottom y los demás lo consideraran así o no, era familia. Y a la familia nunca se le da la espalda.
Pero lo que acabó por dolerle fue la invitación de la muchacha a que se retirara. Indirecta más que directa, la había captado y no le agradaba para nada. Por su orgullo de Gryffindor, de Weasley y de hombre si se quería. Una amiga que le enviaba al demonio, una mujer que rechazaba su compañía, familia que le negaba la palabra. Como se quisiera ver, era bastante malo. Y si debía culpar a alguien por ello, por más que no le agradara, era Frank.
Observó con cuidado y algo de suspicacia, como sacaba su varita. Sus sentidos se quedaron alertas puesto que, si bien no lo esperaba, podía darse la situación que lo atacara. Sin embargo vio como comenzaba a escribir algo en el suelo y se reprendió a si mismo por paranoico. Sin embargo una sonrisa pícara se plasmó en el lienzo que era su rostro al ver la “k” y luego la “r”. Se acuclilló para quedar a su altura, poyando una mano en su rodilla flexionada a más altura y más próxima a ella. —No me apetece comer si quieres que te diga…. O mejor dicho no me apetece dejarte aquí sola Kristen…— dijo cambiando su apellido por su nombre de pila, buscando algo más cercano para llamarla, pero sin atreverse a apodarla. —Y si quieres mi opinión…— susurró, bajando la voz a un leve sonido, cómplice. —Deberías poner solo tu apellido… así, no pueden culparte pero a la vez todos sabremos que eres tu… Jamás podrán probarlo, porque sois tres…— le aconsejó para acto seguido guiñarle un ojo y soltar una risita divertida.
. . .
Su suspiro hizo que Weasley arrugara la nariz, pues no le gustaba lo que aquello podía significar. Si había algo que le resultaba impotente es cuando rechazaban su ayuda. No cuando decían que “no la necesitaban” puesto que quizás podía ser cierto –aunque ni en esos casos Fred desistía- . Pero si le molestaba cuando la rechazaban porque consideraban que lo hacía por compromiso o no estaba realmente interesado y esas pamplinas. —Ajam…— masculló en señal afirmativa que escuchaba y entendía su excusa. Pese a ello, su ceño se encontraba fruncido, era una excusa terrible y más para alguien que vivía presentándolas para salir de sus embrollos en la escuela. Pero lo que acabó por dolerle fue la invitación de la muchacha a que se retirara. Indirecta más que directa, la había captado y no le agradaba para nada. Por su orgullo de Gryffindor, de Weasley y de hombre si se quería. Una amiga que le enviaba al demonio, una mujer que rechazaba su compañía, familia que le negaba la palabra. Como se quisiera ver, era bastante malo. Y si debía culpar a alguien por ello, por más que no le agradara, era Frank.
. . .
Se paró para bajar dos peldaños y girarse hacia ella, escrutándola con la mirada. Tenía un pie a dos escalones de ella y otra por debajo, balanceando el peso de su cuerpo entre ambos sobre la escalera. —Sabes, para ser una Slytherin que se supone es astuta… y vaya si creo que lo eres…— comenzó a decir arqueando una ceja y con una sonrisa cómplice en el rostro. —Inventas excusas, pero no malas, sino que horripilantemente malas…— exageró para ver si así, lograba arrebatarle una sonrisa. Observó con cuidado y algo de suspicacia, como sacaba su varita. Sus sentidos se quedaron alertas puesto que, si bien no lo esperaba, podía darse la situación que lo atacara. Sin embargo vio como comenzaba a escribir algo en el suelo y se reprendió a si mismo por paranoico. Sin embargo una sonrisa pícara se plasmó en el lienzo que era su rostro al ver la “k” y luego la “r”. Se acuclilló para quedar a su altura, poyando una mano en su rodilla flexionada a más altura y más próxima a ella. —No me apetece comer si quieres que te diga…. O mejor dicho no me apetece dejarte aquí sola Kristen…— dijo cambiando su apellido por su nombre de pila, buscando algo más cercano para llamarla, pero sin atreverse a apodarla. —Y si quieres mi opinión…— susurró, bajando la voz a un leve sonido, cómplice. —Deberías poner solo tu apellido… así, no pueden culparte pero a la vez todos sabremos que eres tu… Jamás podrán probarlo, porque sois tres…— le aconsejó para acto seguido guiñarle un ojo y soltar una risita divertida.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Mis sentidos estaban concentrados en el suelo, en lo que estaba dibujando. Tanto que apenas estaba concentrada en lo que Fred me decía, aunque sí esbocé una breve sonrisa cuando dijo que era mala buscando excusas, en realidad era mala en todo.
De nuevo, suspiré con cansancio. Aquel chico realmente era persistente. - Quiero salir de aquí - fue todo lo que dije. Ni siquiera había meditado las palabras, nada más las había dejado salir sin obstáculos, como el fluir de un arroyo, como el crepitar de una llama.
Volví mi cabeza hacia él, perdiendo la concentración que mantenía en la varita. Mis ojos se clavaron en los suyos y la imagen de su rostro cargado de humor, combinada con su chaleco me hizo sonreir de nuevo y explicar mis palabras anteriores. - Quiero irme de Hogwarts, Fred. No tengo futuro en la comunidad mágica - susurré entristecida. Seguramente, eso era lo que pensaban todos mis familiares de mí, incluso los profesores lo hacían.
- Ni siquiera pienso hacer esos estúpidos TIMOs - agaché la cabeza como esperando una reprimenda. Era obvio que no iba a contarle cómo pensaba salir del castillo, ni qué iba a hacer después. Si se enteraba probablemente acabaría confinada en las mazmorras, la sala común de Slytherin o incluso en Azkaban si eso era posible.
Miré al suelo y acabé de escribir mi nombre en la piedra del castillo que componía la escalera. - Podrían usar un encantamiento detector o algo así y descubrir qué varita ha hecho el encantamiento - respondí aireando la mia. - En cualquier caso, mis hermanos son perfectos y merecen algo mejor que varias horas de castigo por mi culpa - señalé el suelo sin perder la mirada triste y solitaria.
- ¿Por qué de repente te preocupas por mí, Fred? Nunca lo has hecho - murmuré mezclando un tono inquisitivo con otro de reproche pensando que tanta amabilidad no podía ser natural.
¿Qué podría querer de mí?
De nuevo, suspiré con cansancio. Aquel chico realmente era persistente. - Quiero salir de aquí - fue todo lo que dije. Ni siquiera había meditado las palabras, nada más las había dejado salir sin obstáculos, como el fluir de un arroyo, como el crepitar de una llama.
Volví mi cabeza hacia él, perdiendo la concentración que mantenía en la varita. Mis ojos se clavaron en los suyos y la imagen de su rostro cargado de humor, combinada con su chaleco me hizo sonreir de nuevo y explicar mis palabras anteriores. - Quiero irme de Hogwarts, Fred. No tengo futuro en la comunidad mágica - susurré entristecida. Seguramente, eso era lo que pensaban todos mis familiares de mí, incluso los profesores lo hacían.
- Ni siquiera pienso hacer esos estúpidos TIMOs - agaché la cabeza como esperando una reprimenda. Era obvio que no iba a contarle cómo pensaba salir del castillo, ni qué iba a hacer después. Si se enteraba probablemente acabaría confinada en las mazmorras, la sala común de Slytherin o incluso en Azkaban si eso era posible.
Miré al suelo y acabé de escribir mi nombre en la piedra del castillo que componía la escalera. - Podrían usar un encantamiento detector o algo así y descubrir qué varita ha hecho el encantamiento - respondí aireando la mia. - En cualquier caso, mis hermanos son perfectos y merecen algo mejor que varias horas de castigo por mi culpa - señalé el suelo sin perder la mirada triste y solitaria.
- ¿Por qué de repente te preocupas por mí, Fred? Nunca lo has hecho - murmuré mezclando un tono inquisitivo con otro de reproche pensando que tanta amabilidad no podía ser natural.
¿Qué podría querer de mí?
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Y otro suspiro de su parte, solo logró acentuar su nariz arrugada y su ceño fruncido. Por muy satisfactorio que fuera generar aquellos suspiros en una mujer para el castaño, aquella no era una de esas situaciones. Y empezaba a perder el temple. —¿De aquí?— repitió la pregunta, desconcertado. No sabía si ofrecerle ir a perderse a cualquier lado o hablaba de otra cosa. Pareciera que hablaba de otra cosa, claro estaba, no podía estar con ese ánimo solo por querer salir del gran comedor o del hall principal nada más.
—Y no te lo recomiendo, aun no le veo el sentido a aquellos exámenes…— replicó con picardía, lejos de regañarla por la idea de no hacerlos. Después de todo, había sido su padre uno de los que abandonó la escuela a aquella edad y aun así triunfó en el mundo mágico.
—¿Acaso me regañas por hacerlo o por no hacerlo antes?— contestó, fingiéndose escandalizado para luego romper a reír, melodiosamente. Finalmente cuando se hubo calmado, se limitó a encogerse de hombros. —En realidad, siempre me he preocupado por ti, pero antes que me mandaras a la mierda, procuré alejar las malas influencias de ti, sin que te enteraras…— le confesé antes de mirarla divertido. —Por ejemplo, antes de tu primer baile en Hogwarts, tuviste la chance de ir a dos anteriores, pero nadie se atrevió a invitarte porque James y yo nos encargamos de patearle el trasero a todo pretendiente que tuvieras y luego de los primeros cinco, ya nadie se atrevió…— le conté riendo para luego acercarme a su oído confidente. —Si quieres mi opinión, James lo hacía por celos me parece…— dije jugándole una broma pesada a ambos.
. . .
Cuando vio que por primera vez lo miraba, un escalofrío le recorrió por toda la espinilla dorsal. Por más que solo tuviera quince años, aquella chica trasmitía con la mirada una sensación indescriptible que intuía nadie podía identificar. Porque muy a su pesar, nadie la conocía lo suficiente, ni sus hermanos. Pese a ello, se la sostuvo con determinación y tenacidad. —¿A no? Creí que no había mago que se resistiera a tus encantos, eso se me hace muy mágico si quieres que te confiese…— masculló riendo entre dientes, intentando subirle el ego un poco. Jamás había visto a aquella Kristen. Dolida, abatida, deprimida, modesta, con sus mayores miedos confiándoselos al mejor amigo de su hermano. Terminó por dar otro paso, parándose sobre el peldaño que antes escribía y acuclillándose frente a ella posando ambas manos sobre sus rodillas. Consolador.—Y no te lo recomiendo, aun no le veo el sentido a aquellos exámenes…— replicó con picardía, lejos de regañarla por la idea de no hacerlos. Después de todo, había sido su padre uno de los que abandonó la escuela a aquella edad y aun así triunfó en el mundo mágico.
. . .
Le permitió terminar de escribir su nombre en la piedra de losas y chasqueó la lengua cuando le escuchó aquello. —En realidad, para ello, antes tendría que conseguir tu varita y antes que eso sospechar de ti, sin prueba alguna…— le indicó tranquilizador, volviendo a sentarse a su lado. —¿Perfecto Frankiepooh?— le inquirió el mayor de los Weasley-Johnson, sin poder evitar echarse a reír, con ganas y a carcajada limpia. Aquello estaba lejos de ser verdad y aun más lejos de esperarlo de ella. —Además, no las merecen menos que tu…— dijo rodeándole los hombros con un brazo y apretándola contra él en un abrazo, tomándose aquel permiso tácito esperando cualquier reacción, pero aun así, le surgió hacerlo.—¿Acaso me regañas por hacerlo o por no hacerlo antes?— contestó, fingiéndose escandalizado para luego romper a reír, melodiosamente. Finalmente cuando se hubo calmado, se limitó a encogerse de hombros. —En realidad, siempre me he preocupado por ti, pero antes que me mandaras a la mierda, procuré alejar las malas influencias de ti, sin que te enteraras…— le confesé antes de mirarla divertido. —Por ejemplo, antes de tu primer baile en Hogwarts, tuviste la chance de ir a dos anteriores, pero nadie se atrevió a invitarte porque James y yo nos encargamos de patearle el trasero a todo pretendiente que tuvieras y luego de los primeros cinco, ya nadie se atrevió…— le conté riendo para luego acercarme a su oído confidente. —Si quieres mi opinión, James lo hacía por celos me parece…— dije jugándole una broma pesada a ambos.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Interpreté su halago como un insulto y alcé la ceja. - ¿Con mis encantos te refieres a que debería hacerme prostituta o algo similar? - pregunté mirándole con frialdad. Sabía perfectamente que sus intenciones no eran insultarme ni reirse de mí sino más bien ayudarme pero pese a ello, mi tristeza y mi mal humor me hacían pensar mal de las intenciones de la gente.
Intenté secarme las lágrimas que se habían formado en mis ojos con el dorso de la manga. Era, en el fondo, fácil confiar en el apuesto Weasley. Todo lo que necesitaba era descargar mis emociones para poder volver a ser la Kris fría y borde de siempre. Dejé que su brazo me rodeara, sintiéndome un poco incómoda mientras le escuchaba hablar de mi hermano. - Mis padres están orgullosos de él por estar en Gryffindor, ser buen mago y todo eso... si ellos consideran que es perfecto no seré yo quien diga lo contrario... - aparté la conexión visual con el objetivo de que no me viera parpadear para contener las lágrimas.
Quizá estaba siendo un poco infantil al hablar con aquel chico que apenas conocía de mis problemas con mis padres y mis hermanos, esperaba que él no me viera así. Cuando hube terminado de secar mis lágrimas, apreté su brazo con cariño y dejé reposar mi cabeza sobre su hombro, devolviéndole el abrazo. Casi no recordaba como era que me abrazaran.
- Te regaño por no hacerlo antes, Fred. Nunca he creído que tú pudieras entenderme o algo similar. Solo creí que eras otro de los amigos de Frank... si hubieras intentado hablar conmigo estoy segura de que no te habría mandado a la mierda. Por extraño que te pueda parecer, lo que necesito en estos momentos son amigos, amigos de verdad, no gente que finja interesarse por mí solo para ser invitado a la próxima fiesta del año en la Sala de los Menesteres -. Le miré fijamente cansada y algo menos entristecida.
Mi siguiente reacción se produjo al escuchar lo que dijo de James. - ¿Potter? ¿Celoso? No digas tonterías, seguro que solo soy una niña para él -. Aparté la mirada de nuevo, con las mejillas del color de la punta de mi varita. Nunca había pensado en James de esa manera pero cuando lo hice en ese momento por primera vez no pude más que sonreir. Era bastante guapo visto así, el tipo de chico al que le echaría el ojo cualquiera.
De repente, el color de la punta de mi varita pasó a ser de un escarlata intenso y a la vez oscuro, el color de la amenaza de muerte que brillaba en mis ojos celestes y vidriosos. - Te advierto, Weasley, que si esta conversación llega a oídos de alguien más, estarás muerto - amenacé con tono serio y mirada dura. Lo último que quería era que se supieran mis secretos más profundos por todo el colegio y, en cierto modo, matar a Fred podría ayudarme a salir de Hogwarts y cumplir mis propósitos aunque fuera doloroso hacerlo.
Intenté secarme las lágrimas que se habían formado en mis ojos con el dorso de la manga. Era, en el fondo, fácil confiar en el apuesto Weasley. Todo lo que necesitaba era descargar mis emociones para poder volver a ser la Kris fría y borde de siempre. Dejé que su brazo me rodeara, sintiéndome un poco incómoda mientras le escuchaba hablar de mi hermano. - Mis padres están orgullosos de él por estar en Gryffindor, ser buen mago y todo eso... si ellos consideran que es perfecto no seré yo quien diga lo contrario... - aparté la conexión visual con el objetivo de que no me viera parpadear para contener las lágrimas.
Quizá estaba siendo un poco infantil al hablar con aquel chico que apenas conocía de mis problemas con mis padres y mis hermanos, esperaba que él no me viera así. Cuando hube terminado de secar mis lágrimas, apreté su brazo con cariño y dejé reposar mi cabeza sobre su hombro, devolviéndole el abrazo. Casi no recordaba como era que me abrazaran.
- Te regaño por no hacerlo antes, Fred. Nunca he creído que tú pudieras entenderme o algo similar. Solo creí que eras otro de los amigos de Frank... si hubieras intentado hablar conmigo estoy segura de que no te habría mandado a la mierda. Por extraño que te pueda parecer, lo que necesito en estos momentos son amigos, amigos de verdad, no gente que finja interesarse por mí solo para ser invitado a la próxima fiesta del año en la Sala de los Menesteres -. Le miré fijamente cansada y algo menos entristecida.
Mi siguiente reacción se produjo al escuchar lo que dijo de James. - ¿Potter? ¿Celoso? No digas tonterías, seguro que solo soy una niña para él -. Aparté la mirada de nuevo, con las mejillas del color de la punta de mi varita. Nunca había pensado en James de esa manera pero cuando lo hice en ese momento por primera vez no pude más que sonreir. Era bastante guapo visto así, el tipo de chico al que le echaría el ojo cualquiera.
De repente, el color de la punta de mi varita pasó a ser de un escarlata intenso y a la vez oscuro, el color de la amenaza de muerte que brillaba en mis ojos celestes y vidriosos. - Te advierto, Weasley, que si esta conversación llega a oídos de alguien más, estarás muerto - amenacé con tono serio y mirada dura. Lo último que quería era que se supieran mis secretos más profundos por todo el colegio y, en cierto modo, matar a Fred podría ayudarme a salir de Hogwarts y cumplir mis propósitos aunque fuera doloroso hacerlo.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Sin poder evitarlo, irrumpió a carcajadas con ganas, ante su nueva ofensa. Era demasiado gracioso que estuviera tan a la defensiva y tan rebuscada. —Que yo sepa no tienes la necesidad de cobrar por tu compañía… ¿o si?— dijo, lejos de aclarar el “mal entendido”. A continuación, en un respetuoso silencio, Weasley se dedicó a hacerse el tonto, paseando su mirada por el hall mientras ella intentaba secar sus lágrimas con la manga de su camiseta. —No creo que lo consideren perfecto ni que estén menos orgullosos de ti que de él… ambos son hijos suyos después de todo…— intentó razonar el castaño, después de todo, no sería muy propio del profesor Neville en realidad que fuera como su hija afirmaba. Pero aun así, se sentía mal por ella y su familia. Aquello no estaba bien, no estaba para nada bien.
. . .
Una sonrisa enternecida inundó su rostro y se plasmó en él. Aquel gesto era bastante bonito e inesperado viniendo de ella. Pero no por eso menos gratificante. Por ello cuando se recargó en su hombros sopló con suavidad su cabellera, buscando acariciarla, de un modo infantil claro está. Sentía el agarre de su brazo y por ello busco con su mano la de ella, para sostenerla. —Esa no es mi culpa, ¿cómo no ibas a poder confiar en mí cuando eres prácticamente mi hermana? ¿Cómo no iba a cuidarte? ¿Cómo no íbamos a cuidarte?— ahora era él el que la regañaba. —Quizás, tus hermanos tengan la culpa de no ser cercanos a ti, pero tu también la tienes, los tres…— puntualizó mirándola a los ojos, pero sin enfado ni nada de eso. —Por su lado, ellos son más cercanos entre sí que contigo y por su lado, no demuestran mucho interés en ti y están alejados. Pero la distancia no se construye desde un solo punto, jamás olvides eso… se necesitan dos y tu eres el segundo punto que se alejó, en lugar de ir a buscarlos…— le dijo con calma. —Y claro está que yo no necesito invitación para la fiesta en la sala de los menesteres puesto que tengo pase vi ai pi, siempre…— masculló soberbio sacándole la lengua. . . .
En cuanto mencionó a su primo, la chica reaccionó como si un canino parara las orejas y la cola luego de oír un ruido importante. No enseñó los colmillos sino que agitó la cola amistosamente. Lo que bastó para hacer que Fred riera con ganas, luego de ver como apartaba la mirada para sonrojarse en privado. Estiró su otra mano y acarició una de sus mejillas sonriente. —Oh si, que eres una niñita, llorona y quejica lo tenemos más que claro, quédate tranquila…— contestó el de mirada parada burlón con el fin de fastidiarla. Para luego echarse a reír nuevamente. . . .
Y de repente, toda la calidez del ambiente entre ambos se quebró. Como si de una débil cáscara se tratara, dando paso a lo que en su interior realmente albergaba. Y fue en ese instante en que le dedicó aquella mirada con esos zafiros, ligeramente humedecidos por las lágrimas que antes dejaron correr, cuando comprendió lo que cinco años de una de las más puras soledades hacen y generan en una niña que solo anhela la sonrisa y el abrazo de sus hermanos. Que solo anhela un grupo de amigos como el que Fred tenía, como el que Frank o James. Las palabras resultaron como cuchillas heladas, atravesando el pecho del Gryffindor, haciendo que se le helara la sangre y erizara la piel. Fue entonces cuando se liberó de ella y se puso en pie apartándose, volteando a verla. Sabía que la amenaza era verdadera, sabía que no dudaría en hacerlo, más no creía que su mente y su cuerpo fueran capaces de soportar la maldición más que el de él en recibirla. —¿Quién eres?— inquirió al fin desesperanzado, dejando que las emociones se colaran en su tono y su rostro, en sus palabras. La veía y no lo creía, aquella era Kristen, era la hermana pequeña de Frank. Era de quien pocas veces se hablaba pero cuando se hacía… era por algo importante. La oveja negra si se quería… si, una oveja negra que llevaba mucho tiempo sola y ya no era quien antaño jugaba con ellos en los veranos. Tiempos oscuros recorrían aquellos pasillos y cambiaban hasta el ser más inesperado.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Con tanta violencia como habían entrado en mi, la ira y el miedo desaparecieron. Tiré la varita al suelo con rabia mientras cubría mi rostro con las manos. ¿En qué me estaba convirtiendo? Me sentía horrible, como si todo lo que hiciera portase el mal. Oh My God, soy la puta Carrie, pensé respirando hondo.
Deslicé las manos por detrás de mis orejas, apartando el pelo que no dejaba de rebelarse contra mis dedos. En ese momento, mi vista estaba fija en las aún luminosas letras que decoraban el suelo desde hacía escasos minutos. - ¡¿Es qué no entiendes nada?! - grité angustiada conmigo misma más que con el chico. - ¡No merezco nada de esto, soy una mala persona! Os haría menos daño a todos si estuviese muerta - respondí gritando.
Acto seguido, escuché voces y pasos bajando por las escaleras en las que me encontraba sentada. Rápidamente me puse en pie, abrazando a Fred solo para esconder mi rostro en su chaleco.
Esperé a que las chicas pasaran de largo, directas al comedor y cuchicheando entre ellas. Probablemente les habría parecido raro verme con aquel estudiante de Gryffindor dos años mayor que yo y la gente no tardaría en hablar del tema como si fuera el cotilleo de la semana. Odiaba eso de la gente, siempre hablaban de todo y se metían en asuntos ajenos que les interesaban más bien poco.
No quería separarme del chico Weasley de mirada encantadora, alegre, amistosa y sincera, pese a ello.
Estaba sinceramente arrepentida de haberle amenazado así que intenté ponerle remedio alzándome de puntillas y besando su mejilla, dejándola humedecida con mis lágrimas.
- Perdóname, por favor. No estaba pensando lo que dije -. Cerré los ojos y me apoyé contra su pecho. Esperaba que me abrazara y que aceptara mis disculpas para que pudieramos proseguir con la conversación anterior, pero sabía que había cruzado un límite que rompía cualquier amistad. Le había amenazado de muerte, y había estado dispuesta a cumplir esa amenaza.
Deslicé las manos por detrás de mis orejas, apartando el pelo que no dejaba de rebelarse contra mis dedos. En ese momento, mi vista estaba fija en las aún luminosas letras que decoraban el suelo desde hacía escasos minutos. - ¡¿Es qué no entiendes nada?! - grité angustiada conmigo misma más que con el chico. - ¡No merezco nada de esto, soy una mala persona! Os haría menos daño a todos si estuviese muerta - respondí gritando.
Acto seguido, escuché voces y pasos bajando por las escaleras en las que me encontraba sentada. Rápidamente me puse en pie, abrazando a Fred solo para esconder mi rostro en su chaleco.
Esperé a que las chicas pasaran de largo, directas al comedor y cuchicheando entre ellas. Probablemente les habría parecido raro verme con aquel estudiante de Gryffindor dos años mayor que yo y la gente no tardaría en hablar del tema como si fuera el cotilleo de la semana. Odiaba eso de la gente, siempre hablaban de todo y se metían en asuntos ajenos que les interesaban más bien poco.
No quería separarme del chico Weasley de mirada encantadora, alegre, amistosa y sincera, pese a ello.
Estaba sinceramente arrepentida de haberle amenazado así que intenté ponerle remedio alzándome de puntillas y besando su mejilla, dejándola humedecida con mis lágrimas.
- Perdóname, por favor. No estaba pensando lo que dije -. Cerré los ojos y me apoyé contra su pecho. Esperaba que me abrazara y que aceptara mis disculpas para que pudieramos proseguir con la conversación anterior, pero sabía que había cruzado un límite que rompía cualquier amistad. Le había amenazado de muerte, y había estado dispuesta a cumplir esa amenaza.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
El tintineo agudo de la madera golpeando contra la piedra y una respiración ahogada, acompañaron aquel dramático gesto de la joven castaña que ahora se cubría el rostro con sus manos. Fue entonces cuando Horus midió sus pasos, dejándole su propio espacio para respirar. No parecía estable y por ello, no quería ahogarla con contacto físico del que ni siquiera estaba seguro que recibiera con frecuencia.
A dos peldaños de ella, Weasley la miraba consternado. No podía concebir todo el dolor y la angustia que podían llevar tanto tiempo reprimidos. Porque estaba seguro que aquello eran años de acumularlo. Mientras que por otra parte no concebía posible que no hubiera estallado antes ni se imaginaba las consecuencias de que no lo hicieran. Pero allí estaba, la consecuencia en carne viva. —Ahora si que hablas como una niña…— replicó dando un paso hacia ella, mientras colocaba su diestra sobre el hombro izquierdo de ella y lo apretaba con suavidad, sonriéndole de forma amable. —No hay peor daño para tu familia y amigos que el que los abandones por voluntad propia, aun más si es de una manera tan trágica y fatal como la misma parca…— le explicó intentando consolarla.
—No es el hecho de la amenaza en si…— le dijo benevolente. Mientras su ceño se endurecía con un recelo parcialmente oculto en el interior del castaño. —Si no el hecho de que seas capaz de hacerlo y no sintieras pena alguna por ello…— concluyó, con una voz honestamente apenada.
. . .
Mientras el nombre su pequeña amiga perdía poco a poco su incandescencia, tornándose opaco hasta el azabache para quedar así para siempre y la eternidad. A menos claro que, el celador se encargara de limpiarlo o en algún desmerecido castigo sea tarea de algún alumno ejemplar. Entonces fue cuando Fred sobresaltado dio un respingo hacia atrás por semejante grito que le tomó por sorpresa más que asustarle. A dos peldaños de ella, Weasley la miraba consternado. No podía concebir todo el dolor y la angustia que podían llevar tanto tiempo reprimidos. Porque estaba seguro que aquello eran años de acumularlo. Mientras que por otra parte no concebía posible que no hubiera estallado antes ni se imaginaba las consecuencias de que no lo hicieran. Pero allí estaba, la consecuencia en carne viva. —Ahora si que hablas como una niña…— replicó dando un paso hacia ella, mientras colocaba su diestra sobre el hombro izquierdo de ella y lo apretaba con suavidad, sonriéndole de forma amable. —No hay peor daño para tu familia y amigos que el que los abandones por voluntad propia, aun más si es de una manera tan trágica y fatal como la misma parca…— le explicó intentando consolarla.
. . .
De un modo inusualmente suspicaz para él, supo por qué aquel abrazo. No le había sorprendido, de hecho se lo había visto venir y aquello le fastidiaba aun más. Pero por otro lado, luego de que el pequeño grupo de alumnas pasó, sin poder deducir lo que para ellas seguramente fuera “la nueva víctima de Weasley”, más que por los bordes esmeraldas de su túnica, Fred anhelaba que aquel abrazo en el fondo fuera sincero y gratificante para ella. Porque en ese caso lo sería para él. Aun así, un poco lerdo, reaccionó a su debido tiempo para rodear sus hombros y pegarla a su pecho con tranquilidad, mientras besaba su coronilla y el aroma de su cabello invadía sus fosas nasales. —No eres una mala persona Kristen, solo rebelde y herida…— le susurró al oído antes de separarse, lo suficientemente bajo para que solo ella y por poco, pudiera escucharlo. . . .
Una sonrisa de ternura como las que nunca iluminaron su rostro, encendió la mirada del hijo de George. Mientras le daba un último apretón con sus brazos. Recibió aquel beso en su mejilla, notando las lágrimas de la chica humedecerla a su vez. La separó y volvió a sonreírle, mientras apoyando sendas manos en sus mejillas, secaba con sus pulgares las lágrimas que aun dejaban un rastro por ellas. —Debo admitir que no esperaba un beso mojado proveniente de ti… y mucho menos uno que sea mojado de ese modo…— dijo con una seriedad fingida, jugando con el doble sentido de aquel tipo de beso, antes de reír divertido y besarle la frente en respuesta. —No es el hecho de la amenaza en si…— le dijo benevolente. Mientras su ceño se endurecía con un recelo parcialmente oculto en el interior del castaño. —Si no el hecho de que seas capaz de hacerlo y no sintieras pena alguna por ello…— concluyó, con una voz honestamente apenada.
. . .
Acabó por abrazarla, solo porque sabía que ella lo necesitaba, pero realmente no estaba contento con ella. Ni con la situación en sí. Cosa que demostró al soltar un bufido. —Mis perdones no te sirven ni hacen falta… puesto que no puedes pedir perdón a otro, si antes no te perdonas a ti misma…— razonó para ella, en voz alta, posteriormente separándose. Con calma y tranquilidad procurando no ser brusco. Ya no se sentía cómodo con alguien capaz de matarlo a sangre fría. Y aun así allí estaba parado, pese a sus ganas de marcharse, a ordenar su cabeza. A la familia no se le da la espalda.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Asentí tras sus palabras, tragando saliva mezclada con orgullo. Tal vez mi actitud fuera infantil pero después de todo seguía siendo una niña y necesitaba madurar, enfrentarme a la vida y dejar de llorar por cada piedra con la que tropezara. En vez de eso, debía levantarme cada vez más alta y fuerte, decidida e inmutable. Intenté sonreir pero mis músculos faciales se resistían a ello.
Había consumido ya todo mi fuego, la rabia y el dolor habían desaparecido arrastradas por las lágrimas. Estaba desahogada, por un lado curada y por otro aún desangrándome. Sentí su mano en mi hombro y la aparté de este, tomándola entre las mías y llevándola hasta mi corazón. Solo entonces pude esbozar algo similar a una sonrisa.
- Lo dudo mucho, y no me harás cambiar de opinión con respecto a esto - musité confundida. Una sombra atravesó mi rostro al pensar en ellos. Especialmente en Alice y mis padres, a quienes definitivamente podría amenazar como a Fred sin inmutarme. - ...quiero a Frankie, si eso ayuda. Él siempre ha sido bueno conmigo - añadí pensativa mientras me mordía el labio.
Observé su expresión mientras intentaba interpretarla. Sinceramente, no me esperaba todo aquello de Fred, poco a poco iba descubriendo lo mucho que me gustaba que me cuidara y que fuera bueno conmigo. Me hacía sentir querida y compensaba en cierta manera mi necesidad de amor. Al oír sus palabras, le atraje de nuevo hacia mí cariñosamente. - Ojalá fuera cierto -.
Lo siguiente que dijo, hizo que mis mejillas se enciendieran. Podía ser tanto infantil como inocente a veces, pero no era tonta ni desconocía ese tipo de cosas. - ¡Eres tonto! - exclamé riendo. - Aunque no será porque no te lo merezcas - sonreí con ternura y desvié la mirada aún ruborizada.
Aún seguíamos hablando de lo sucedido anteriormente. Eso me preocupó en gran medida y me hizo sentir nerviosa, confundida y muy apenada. Suspiré mientras se separaba de mi. - Entiendo que no quieras estar conmigo después de lo que te he hecho. Eres libre de irte y odiarme, no te culparé... toda la culpa es mía -.
Parpadeé intentando no sentirme tan mala persona y me separé un par de pasos subiendo los primeros peldaños de la escalera. Me di la vuelta a la vez que apretaba mis puños sintiendo enfado conmigo misma y subí otros dos escalones mientras observaba por el rabillo del ojo la expresión en la cara del chico. Por un segundo, incluso me planteé borrar su memoria, pero eso solo sería otro crimen que añadir a mi lista, ya de por sí larga.
Había consumido ya todo mi fuego, la rabia y el dolor habían desaparecido arrastradas por las lágrimas. Estaba desahogada, por un lado curada y por otro aún desangrándome. Sentí su mano en mi hombro y la aparté de este, tomándola entre las mías y llevándola hasta mi corazón. Solo entonces pude esbozar algo similar a una sonrisa.
- Lo dudo mucho, y no me harás cambiar de opinión con respecto a esto - musité confundida. Una sombra atravesó mi rostro al pensar en ellos. Especialmente en Alice y mis padres, a quienes definitivamente podría amenazar como a Fred sin inmutarme. - ...quiero a Frankie, si eso ayuda. Él siempre ha sido bueno conmigo - añadí pensativa mientras me mordía el labio.
Observé su expresión mientras intentaba interpretarla. Sinceramente, no me esperaba todo aquello de Fred, poco a poco iba descubriendo lo mucho que me gustaba que me cuidara y que fuera bueno conmigo. Me hacía sentir querida y compensaba en cierta manera mi necesidad de amor. Al oír sus palabras, le atraje de nuevo hacia mí cariñosamente. - Ojalá fuera cierto -.
Lo siguiente que dijo, hizo que mis mejillas se enciendieran. Podía ser tanto infantil como inocente a veces, pero no era tonta ni desconocía ese tipo de cosas. - ¡Eres tonto! - exclamé riendo. - Aunque no será porque no te lo merezcas - sonreí con ternura y desvié la mirada aún ruborizada.
Aún seguíamos hablando de lo sucedido anteriormente. Eso me preocupó en gran medida y me hizo sentir nerviosa, confundida y muy apenada. Suspiré mientras se separaba de mi. - Entiendo que no quieras estar conmigo después de lo que te he hecho. Eres libre de irte y odiarme, no te culparé... toda la culpa es mía -.
Parpadeé intentando no sentirme tan mala persona y me separé un par de pasos subiendo los primeros peldaños de la escalera. Me di la vuelta a la vez que apretaba mis puños sintiendo enfado conmigo misma y subí otros dos escalones mientras observaba por el rabillo del ojo la expresión en la cara del chico. Por un segundo, incluso me planteé borrar su memoria, pero eso solo sería otro crimen que añadir a mi lista, ya de por sí larga.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Enternecido por el que le intentara sonreír, el muchacho se acercó a ella. La miró a los ojos, mientras estiraba la diestra y posaba el índice en una comisura de sus labios y el pulgar en la otra. Luego estiró sus dedos, curvando sus labios al estirar las comisuras, jugando con ella. Le guiñó un ojo travieso y sonrió, antes de quitar su mano, dejando impregnada la sonrisa, forzada por él, en el rostro de ella.
. . .
Su mano, guiando la del castaño, le tomó por sorpresa. Enternecido, siguió con su mirada el trayecto de las manos de ella, sosteniendo la masculina hacia su delicado corazón. Provocando que una vez más, Weasley sonriera, asombrado. Era un gesto, quizás bobo, infantil y sin sentido. Pero lo significaba todo puesto que era personal, íntimo y cariñoso. —Quizás sea cierto, por el simple hecho de que aún no lo comprendes y debas tomar tu tiempo para crecer y hacerlo…— Contestó, impasible, mientras notaba como su rostro se desfiguraba. A decir verdad, aquello le asustó y le hizo sentir un escalofrío, puesto que era la misma cara con la que minutos antes lo había amenazado. Lo peor fueron las palabras que acompañaron su cara. —¿Solo a él? Entiendo que a Alice no… aunque no sé que hay entre ustedes… pero ¿Y Neville? ¿Y Hannah?— le inquirió confundido. Mientras tanto, con su otra mano delineo su labio, el inferior que se mordía. No supo por qué lo hizo, simplemente le surgió.. . .
Se dejó llevar, esta vez, riendo por fin. Invadiendo el ambiente con sus armoniosas carcajadas mientras volvía a apretujarla contra sus brazos y algo más confiado le besaba la mejilla él a ella. Deslizó sus manos de sus hombros a su cintura. Acariciando toda la longitud de su espalda con cariño y calidez. —¿Acaso me llamas mentiroso?— preguntó arqueando una ceja y mirándola a los ojos. Desafiándola a responderle que sí. Solo para bromear, sin embargo haciéndole creer que había reaccionado así en serio, con el afán de aclarar la broma luego. . . .
“Victoria”, había logrado que se riera. Aun así, su rubor solo hizo que a la vez fuera un logro doble y una victoria aun mas dulce. Rió acompañándola mientras delineaba con la vista aquella tierna sonrisa y la veía sonrojarse aun más. —¿Entonces me he ganado un beso mojado?— masculló arqueando una ceja por la sorpresa y la perspectiva. Pero a continuación sacudió la cabeza ahuyentando esa idea de la mente. Parecía que le coqueteaba y no podía, era la hermana de su mejor amigo. . . .
Parpadeó, perplejo, varias veces. ¿Se estaba marchando? Era como si le hubiera leído la mente. Idiota y mil veces idiota, no pretendía aquello. Mientras se regañaba a sí mismo, de una zancada saltó tres peldaños hacia arriba. Estiró la mano y la entrelazó a la de ella. A continuación le dio tal tirón que no solo la hizo voltear sino que además salió volando hacia él, justo como pretendía. La atrapó en el aire, evitando que se cayera y la cosa pasara a mayores. Mientras la rodeaba con sus brazos por la espalda baja, con fuerza, aun abrazándola, manteniéndola en el aire. —Jamás podría odiarte pequeña…— se limitó a susurrarle con los ojos cerrados y el rostro oculto de ella, a su lado, sobre su hombro, mientras suspiraba. Claro que no quería ello. Sentía que estaba distante, que la había perdido, que todos la habían perdido. Y con una chance de recuperarla, no la iba a desaprovechar.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Mis labios se curvaron en una sonrisa forzada por el mago pero esta se mantuvo aún después de que él apartara sus manos de mi rostro. - Gracias - vocalicé sin emitir sonido alguno y, acto seguido, le guiñé un ojo con gesto divertido. Atrapé después su mano y entrelacé mis dedos con los suyos afectuosamente.
Sus palabras acerca de mis padres hicieron estragos en mí. Mi gesto se tornó aún más sombrío, tan solo para recuperar la clásica mirada dulce unos segundos después. - Por favor, Fred, te agradecería que dejáramos de hablar de mi familia. No me siento cómoda hablando de ellos - . Lo cierto era que aquel tema me estaba haciendo sentir extremadamente mal y nerviosa. Mis padres y yo nunca habíamos congeniado como si había llegado a hacer con Frank, o quizá en menor medida con Alice. Mi relación con ella era extraña ya que pese a lo mal que nos podíamos llegar a llevar y las peleas constantes entre nosotras, la quería y admiraba por encima de todo. Siempre sería mi hermana al fin y al cabo... pero con mis padres era diferente, para ellos yo era una vergüenza y una desgracia familiar que debían ocultar.
Me limité a suspirar y agachar la cabeza cuando acarició mi labio.
Mis manos se encaminaron hacia su espalda cuando me abrazó, recorriéndola delicadamente. Reí porque me hacía cosquillas y me separé de él unos centímetros, no sin antes acariciar su mejilla con una sonrisa.
- Te llamo hombre de mucha fe - respondí encogiéndome de hombros.
Entonces, él preguntó si merecía un beso mojado e intenté disimular el rubor de mi cara mirando al suelo. - Si, pero eso no significa que vaya a dártelo. Si lo quieres, ven a buscarlo -. Me alejé un par de pasos con una gran sonrisa mientras me señalaba mi boca a mí misma con el dedo.
Le vi vacilar y fue suficiente para saber qué estaba pasando por su cabeza, seguramente lo mismo que por la mía así que adopté una expresión más formal.
Al empezar a irme, Fred me retuvo de la mano y tiró de ella. Por unos instantes pensé que me iba a caer por las escaleras y grité de miedo, lo que provocó que atrajeramos la atención de unas cuantas personas curiosas que salían del Gran Comedor. Aclaré mi garganta cuando el de Gryffindor me sostuvo entre sus brazos para que me bajara. Nuestros rostros estaban muy próximos entre sí y yo respiraba agitada, con el corazón galopante por el susto. Sin duda, la situación podría malinterpretarse de muchas maneras. - Te quiero mucho, Freddy -.
Sus palabras acerca de mis padres hicieron estragos en mí. Mi gesto se tornó aún más sombrío, tan solo para recuperar la clásica mirada dulce unos segundos después. - Por favor, Fred, te agradecería que dejáramos de hablar de mi familia. No me siento cómoda hablando de ellos - . Lo cierto era que aquel tema me estaba haciendo sentir extremadamente mal y nerviosa. Mis padres y yo nunca habíamos congeniado como si había llegado a hacer con Frank, o quizá en menor medida con Alice. Mi relación con ella era extraña ya que pese a lo mal que nos podíamos llegar a llevar y las peleas constantes entre nosotras, la quería y admiraba por encima de todo. Siempre sería mi hermana al fin y al cabo... pero con mis padres era diferente, para ellos yo era una vergüenza y una desgracia familiar que debían ocultar.
Me limité a suspirar y agachar la cabeza cuando acarició mi labio.
Mis manos se encaminaron hacia su espalda cuando me abrazó, recorriéndola delicadamente. Reí porque me hacía cosquillas y me separé de él unos centímetros, no sin antes acariciar su mejilla con una sonrisa.
- Te llamo hombre de mucha fe - respondí encogiéndome de hombros.
Entonces, él preguntó si merecía un beso mojado e intenté disimular el rubor de mi cara mirando al suelo. - Si, pero eso no significa que vaya a dártelo. Si lo quieres, ven a buscarlo -. Me alejé un par de pasos con una gran sonrisa mientras me señalaba mi boca a mí misma con el dedo.
Le vi vacilar y fue suficiente para saber qué estaba pasando por su cabeza, seguramente lo mismo que por la mía así que adopté una expresión más formal.
Al empezar a irme, Fred me retuvo de la mano y tiró de ella. Por unos instantes pensé que me iba a caer por las escaleras y grité de miedo, lo que provocó que atrajeramos la atención de unas cuantas personas curiosas que salían del Gran Comedor. Aclaré mi garganta cuando el de Gryffindor me sostuvo entre sus brazos para que me bajara. Nuestros rostros estaban muy próximos entre sí y yo respiraba agitada, con el corazón galopante por el susto. Sin duda, la situación podría malinterpretarse de muchas maneras. - Te quiero mucho, Freddy -.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Asintió dócil por su agradecimiento no vocalizado y se quedó viéndola. El guiño de su ojo le arrebató una sonrisa pícara, en correspondencia al mismo, mientras dejaba guiar su mano. Asiendo con fuerza la de ella, se quedó sosteniéndola entre la propia con un entendible y deducible cariño.
Sin embargo su ceño reflejo la sorpresa que representó para él, arqueándose sus dos cejas en una señal de desconcierto total. Más, la curiosidad por aquello acrecentó cuando la serpiente se apresuró en cambiar el rostro y demostrar un cariño pocas veces visto por el chico. —Pero es que...— comenzó a replicar el Gryffindor, hasta que en medio de la frase se interrumpió, razonando que aquel tal vez no era el mejor momento. —Está bien— asintió al fin y se mostró amable con una sonrisa sincera en su rostro. —No pretendo incomodarte sino todo lo contrario— admitió buscando su mirada y sosteniéndola al encontrarla.
Era increíble y realmente desconcertante notar como para Kristen, hablar de sus padres y asumir que la querían, le hacía mal. El como se empecinó anteriormente en negar cualquier tipo de amor que pudieran o deberían –lo más trágico- tenerle. Las únicas afirmativas que se obtenían de ella era que es una decepción para ellos y la consideran un error. Cosa que para Fred estaba demasiado lejos de la realidad. A años luz de distancia. Su cabeza gacha en señal de rendición u frustración resultó ser como una patada al estómago del castaño, peor aún al saberse consciente de que no podía, al menos en ese momento, hacer nada al respecto.
—¿Y no mereces toda esa fé?— le retrucó, irónico, dándole a entender que si la merecía, porque era así. Buscando medir la autoestima propia que llevara, temiendo que en lo más sincero de si misma no lo creyera. Después de todo, sabía que su reputación de chica mala era totalmente una farsa en cierto modo y cierta en la otra mitad. Pero no sabía cuan profundo llegaba su acto y que trataba de encubrir.
Sus gestos de niña tímida, hacían de la situación más cómica y tierna. A la vez que lograban desconcertar al miembro del clan Weasley. Después de todo, ¿no era aquella chica la fiestera y seductora Slytherin de la que se rumoreaba luego de cada fiesta clandestina? —¿En serio? ¿Me harás ir a buscarlo encima? Ya veré cuando cobro mi derecho a un beso…— masculló bromista observando como se alejaba. Temiendo entonces, que todo aquello era en serio. Y en realidad, si habían coqueteado. Aquello debía parar, Frank le vino a la mente y no era un pensamiento muy grato. Sentía que de esa manera, siguiendo como estaba yendo, terminaría traicionando a su mejor amigo.
Le incomodaba la manera en que podía verse aquello, las mil y un aristas que podían verse de aquel punto del encontronazo que había tenido con Kris. Por ende, sin voltear la vista al resto de personas. Comenzó a ascender por las escaleras, cargándola. Caminó un tramo, hasta llegar a un rellano y volteando a la izquierda amago a encaminarse por el pasillo, pero volvió a doblar en una puerta simple, algo desgastada y abriéndola se metió dentro, soltándola para que así pudiera pararse. Estaban en el armario de las escobas, escondiéndose. Si se ofendía por ello, le pediría disculpas, pero no se arrepentiría en serio, probablemente nunca lo hiciera. No quería que los vieran en ese momento y por más de una razón. ¿La principal? Se sentía pecador sin cometer pecado alguno, su mente había llegado muy lejos. ¿Se atrevería a hacerlo él? Dependía de cuanto quisiera, insistiera y lo sedujera: la menor del trío Longbottom.
Sin embargo su ceño reflejo la sorpresa que representó para él, arqueándose sus dos cejas en una señal de desconcierto total. Más, la curiosidad por aquello acrecentó cuando la serpiente se apresuró en cambiar el rostro y demostrar un cariño pocas veces visto por el chico. —Pero es que...— comenzó a replicar el Gryffindor, hasta que en medio de la frase se interrumpió, razonando que aquel tal vez no era el mejor momento. —Está bien— asintió al fin y se mostró amable con una sonrisa sincera en su rostro. —No pretendo incomodarte sino todo lo contrario— admitió buscando su mirada y sosteniéndola al encontrarla.
Era increíble y realmente desconcertante notar como para Kristen, hablar de sus padres y asumir que la querían, le hacía mal. El como se empecinó anteriormente en negar cualquier tipo de amor que pudieran o deberían –lo más trágico- tenerle. Las únicas afirmativas que se obtenían de ella era que es una decepción para ellos y la consideran un error. Cosa que para Fred estaba demasiado lejos de la realidad. A años luz de distancia. Su cabeza gacha en señal de rendición u frustración resultó ser como una patada al estómago del castaño, peor aún al saberse consciente de que no podía, al menos en ese momento, hacer nada al respecto.
. . .
La yema de sus dedos y sus palmas, recorriendo los músculos de su espalda a lo largo, le arrebataron una sonrisa, de pura placidez. Sin embargo, no puedo explicar o mejor dicho, no quiso admitir el hecho de que bajo sus caricias los vellos de la misma se erizaran y se le pusiera la piel de gallina. Su risa, le hizo regresar a la realidad y sentirse un poco descolocado pero aun así, se alegró de que pudiera haberla hecho reír. Deslizó su rostro, al sentir la caricia en su mejilla, para atrapar entre sus dientes los dedos que la acariciaban, jugando con ella a morderla. —¿Y no mereces toda esa fé?— le retrucó, irónico, dándole a entender que si la merecía, porque era así. Buscando medir la autoestima propia que llevara, temiendo que en lo más sincero de si misma no lo creyera. Después de todo, sabía que su reputación de chica mala era totalmente una farsa en cierto modo y cierta en la otra mitad. Pero no sabía cuan profundo llegaba su acto y que trataba de encubrir.
Sus gestos de niña tímida, hacían de la situación más cómica y tierna. A la vez que lograban desconcertar al miembro del clan Weasley. Después de todo, ¿no era aquella chica la fiestera y seductora Slytherin de la que se rumoreaba luego de cada fiesta clandestina? —¿En serio? ¿Me harás ir a buscarlo encima? Ya veré cuando cobro mi derecho a un beso…— masculló bromista observando como se alejaba. Temiendo entonces, que todo aquello era en serio. Y en realidad, si habían coqueteado. Aquello debía parar, Frank le vino a la mente y no era un pensamiento muy grato. Sentía que de esa manera, siguiendo como estaba yendo, terminaría traicionando a su mejor amigo.
. . .
El tirón, el salto, el aterrizaje, la atrapada. Su grito, la respiración agitada, la adrenalina momentánea. La cercanía de sus rostros, sus manos sobre sus piernas, sosteniéndolas. El aliento de ambos entremezclado, las miradas directas. La gente que terminaba de desayunar, su salida del Gran Comedor. Todo ello, era la situación en la que se encontraba ahora mismo el de mirada parda, todo había sucedido en un milisegundo. Le incomodaba la manera en que podía verse aquello, las mil y un aristas que podían verse de aquel punto del encontronazo que había tenido con Kris. Por ende, sin voltear la vista al resto de personas. Comenzó a ascender por las escaleras, cargándola. Caminó un tramo, hasta llegar a un rellano y volteando a la izquierda amago a encaminarse por el pasillo, pero volvió a doblar en una puerta simple, algo desgastada y abriéndola se metió dentro, soltándola para que así pudiera pararse. Estaban en el armario de las escobas, escondiéndose. Si se ofendía por ello, le pediría disculpas, pero no se arrepentiría en serio, probablemente nunca lo hiciera. No quería que los vieran en ese momento y por más de una razón. ¿La principal? Se sentía pecador sin cometer pecado alguno, su mente había llegado muy lejos. ¿Se atrevería a hacerlo él? Dependía de cuanto quisiera, insistiera y lo sedujera: la menor del trío Longbottom.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Entreabrí la boca para decir algo pero me quedé a medio camino. Agradecía que Fredward aceptara que no quería hablar del tema de mis padres y mi familia en general. Lo que sentía por ellos era simple, nada. Era, con mucho, diferente a mi relación con Frank y Alice pues a ellos por lo menos podía tolerarles hasta cierto punto.
Frank siempre lograba sacarme una sonrisa y la chica.... bueno, Alice siempre sería Alice y la quería aunque no nos llevásemos aparentemente bien.
- Gracias por entenderlo - dije con media sonrisa que solo denotaba algo de tristeza. Intenté animarme lanzándole un beso antes de poner cara de seta. - No me incomoda hablar de eso, es solo que.... este no es el momento apropiado - susurré distraidamente mientras rizaba las puntas de mi cabello castaño entre los dedos, buscando una forma de olvidarme de Neville y Hannah, esos desconocidos que se hacían llamar mis padres. Lo último que quería era seguir hablando de ellos.
Recibí el mordisco del chico con un pequeño gritito de congoja. Odiaba que me mordieran desde los nueve años. Era un bonito día de primavera y yo jugaba con unos niños en un parque cercano a mi casa, cuando de repente un perro de raza doberman se liberó de la sujección que ejercía su dueña sobre la correa que lo ataba y vino corriendo hacia mí. Yo, asustada, intenté huir de aquel perro pero lo único que logré fue llevarme un gran mordisco en la pierna. Si mi madre no me hubiera curado con su magia, probablemente hubiera muerto desangrada.
Sonreí cuando resultó no hacerme daño y dejé que siguiera jugando con mi mano. - La verdad es que no lo sé - respondí insegura y con voz queda. - ¿Tú crees que la merezco? - pregunté intranquila. Si ni siquiera Fred Weasley creía en mí, no esperaba que nadie más fuera capaz de hacerlo. Agaché la cabeza esperando su respuesta y acomodé las mangas de mi túnica.
Fruncí el ceño y levanté la vista del suelo para posarla sobre los ojos de él. - No te reservaré ese beso para siempre, así que intenta cobrarlo pronto -. Esbocé una pequeña sonrisa coqueta con la que pretendía conseguirlo. Tal vez estaba mal hacer eso, no debería jugar con él de esa manera, estaba mal tanto por ambos como por Frank. Sin mencionar que Fred era dos años mayor que yo.
Con un respingo, cerré los ojos y sentí que el chico cargaba con mi cuerpo mientras subía por las escaleras. Me agradó que decidiera buscar un lugar apartado antes que simplemente soltarme y cambiar de tema, pero no demasiado el hecho de que ese 'lugar apartado' fuera el armario de las escobas. El lugar estaba frío, húmedo y oscuro y no me agradaba en absoluto. Intenté permanecer abrazada a Fred para poder compartir su calor corporal porque yo estaba helada. Acaricié su rostro con el dorso de mi mano sin mediar palabra. No me atrevía a decir nada y romper el momento ni contaminar las agradables sensaciones que me invadían. Todo aquello estaba mal y lo sabía...
Frank siempre lograba sacarme una sonrisa y la chica.... bueno, Alice siempre sería Alice y la quería aunque no nos llevásemos aparentemente bien.
- Gracias por entenderlo - dije con media sonrisa que solo denotaba algo de tristeza. Intenté animarme lanzándole un beso antes de poner cara de seta. - No me incomoda hablar de eso, es solo que.... este no es el momento apropiado - susurré distraidamente mientras rizaba las puntas de mi cabello castaño entre los dedos, buscando una forma de olvidarme de Neville y Hannah, esos desconocidos que se hacían llamar mis padres. Lo último que quería era seguir hablando de ellos.
Recibí el mordisco del chico con un pequeño gritito de congoja. Odiaba que me mordieran desde los nueve años. Era un bonito día de primavera y yo jugaba con unos niños en un parque cercano a mi casa, cuando de repente un perro de raza doberman se liberó de la sujección que ejercía su dueña sobre la correa que lo ataba y vino corriendo hacia mí. Yo, asustada, intenté huir de aquel perro pero lo único que logré fue llevarme un gran mordisco en la pierna. Si mi madre no me hubiera curado con su magia, probablemente hubiera muerto desangrada.
Sonreí cuando resultó no hacerme daño y dejé que siguiera jugando con mi mano. - La verdad es que no lo sé - respondí insegura y con voz queda. - ¿Tú crees que la merezco? - pregunté intranquila. Si ni siquiera Fred Weasley creía en mí, no esperaba que nadie más fuera capaz de hacerlo. Agaché la cabeza esperando su respuesta y acomodé las mangas de mi túnica.
Fruncí el ceño y levanté la vista del suelo para posarla sobre los ojos de él. - No te reservaré ese beso para siempre, así que intenta cobrarlo pronto -. Esbocé una pequeña sonrisa coqueta con la que pretendía conseguirlo. Tal vez estaba mal hacer eso, no debería jugar con él de esa manera, estaba mal tanto por ambos como por Frank. Sin mencionar que Fred era dos años mayor que yo.
Con un respingo, cerré los ojos y sentí que el chico cargaba con mi cuerpo mientras subía por las escaleras. Me agradó que decidiera buscar un lugar apartado antes que simplemente soltarme y cambiar de tema, pero no demasiado el hecho de que ese 'lugar apartado' fuera el armario de las escobas. El lugar estaba frío, húmedo y oscuro y no me agradaba en absoluto. Intenté permanecer abrazada a Fred para poder compartir su calor corporal porque yo estaba helada. Acaricié su rostro con el dorso de mi mano sin mediar palabra. No me atrevía a decir nada y romper el momento ni contaminar las agradables sensaciones que me invadían. Todo aquello estaba mal y lo sabía...
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Mientras la escrutaba con la mirada, pudo notar como vacilaba. Al principio, abriendo la boca para decir algo que nunca emanó de su interior y se calló. Luego, pensativa, demostraba que estaba pensando en algo profundamente y algo que no quería compartir. ¿Por la charla, Fred sabía que se trataba de su familia y sus padres, su hermana mayor, Frank. Era extraño, como podrían haberla dejado a ella de lado? No tenía mucho sentido, no para él.
—No es algo que debas agradecerme— replicó solemne mientras acariciaba de nuevo su labio, rozando aquella amarga sonrisa que no le agradaba. Una risa, nasal, se le escapó cuando ella recompuso el gesto y le lanzó un beso. Era una caja de sorpresa. —Entiendo, de todos modos, si te incomodara… no habría problema alguno— puntualizó, sugerente. Mientras con disimulo y complicidad le guiñaba un ojo. Verla jugar con su cabello de esa manera, le producía cierta sensación de sosiego y a la vez despertaba ese instinto animal que olfateaba siempre en busca de lo mismo… mujeres.
—No es algo que debas agradecerme— replicó solemne mientras acariciaba de nuevo su labio, rozando aquella amarga sonrisa que no le agradaba. Una risa, nasal, se le escapó cuando ella recompuso el gesto y le lanzó un beso. Era una caja de sorpresa. —Entiendo, de todos modos, si te incomodara… no habría problema alguno— puntualizó, sugerente. Mientras con disimulo y complicidad le guiñaba un ojo. Verla jugar con su cabello de esa manera, le producía cierta sensación de sosiego y a la vez despertaba ese instinto animal que olfateaba siempre en busca de lo mismo… mujeres.
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Su sonrisa fue más que suficiente para hacer que dejara de presionar su dedo con los dientes por muy suave que hubiera sido antes. Liberándolos luego y besándolos suavemente. Como si de una amante se tratara y la caricia más suave y sutil debiera proporcionarle. De nuevo, sus instintos atacaban y tuvo que reprimirlos. No debía pensar de esa forma, no con ella. —Sin duda alguna— contestó honesto y viéndola a los ojos, trasmitiéndole con su sonrisa aquella calma y placidez, a la vez que la calidez y honestidad con que decía aquellas palabras y las afirmaba.. . .
Aquello que sucedió a continuación lo descoloco completamente. Al punto que se quedó parado donde estaba, helado. Su mente procesaba todo lentamente. Su sonrisa, lo había atontado y no como ella habría de buscar. Le recorrió un escalofrío. Un coqueteo indebido más a la lista. Debía cortar por lo sano, pero simplemente no podía. —Anda ¿no lo vale como para guardármelo por siempre?— masculló, en un gesto de “vamos, tengo razón” o “anda concédeme aunque sea eso”. Pero no, dudaba que se lo concediera. . . .
Sus rostros pegados y el aliento que se volvía uno solo, hacían que los vellos de su rostro se crispasen. Sus pupilas, dilatadas, buscaban desaforadamente acostumbrarse a la penumbra que era el armario. —Yo… estem… lo siento… es el primer lugar… que encontré…— balbuceó nervioso. ¿Hacía cuanto no estaba nervioso con una mujer? Pero no era eso, no claro que no. Sino la vergüenza de haber tenido que ocultarse. Cuando, no habían hecho nada. ¿O si? ¿Pecar de mente también es pecar? Ojala no fuera cierto eso.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Nuestras respiraciones se acompasaban poco a poco mientras el poco espacio del armario solo ayudaba a que la fricción entre ambos cuerpos aumentara, al ritmo de los irregulares latidos. La proximidad de sus labios solo me impulsaba a lanzarme contra él y besarle, pero no podía. Me sentiría mal conmigo misma si le besara, pues estaría no solo traicionando a medio millón de personas, sino también a mí misma y a mis principios.
- Pequeño Weasley - dije respirando entrecortadamente, lo que evitó que mis palabras arrastraran la ironía precisa. - Primero insinuas sutilmente que soy una prostituta y ahora me metes en el armario de las escobas. Cualquier chica dejaría de hablarte por mucho menos... - susurré con media sonrisa.
Detrás de todo aquello, la situación era un tanto tensa e incómoda. Podía sentir que Fred estaba tan nervioso como yo, lo cual me sorprendió, ya que consideraba que al ser mayor que yo, tendría más experiencia en estas situaciones y sabría como manejarlas. Decidí simplemente que me dejaría llevar y que todo lo que pasara de ese momento en adelante, sería olvidado al salir del armario de las escobas.
Inconscientemente, la proximidad entre nosotros aumentaba. En el interior del compartimento, realmente hacía un frío gélido, por lo que buscaba una fuente de calor con la que compartirlo. Suspiré mientras observaba mi propia mano ascender por su pecho, hasta detenerse sobre su esternón. - De hecho, ese beso caduca en cinco minutos. No me gusta tener deudas pendientes - contesté con una sonrisa traviesa. Me puse de puntillas para estar a su altura y le sonreí más ampliamente.
- Pequeño Weasley - dije respirando entrecortadamente, lo que evitó que mis palabras arrastraran la ironía precisa. - Primero insinuas sutilmente que soy una prostituta y ahora me metes en el armario de las escobas. Cualquier chica dejaría de hablarte por mucho menos... - susurré con media sonrisa.
Detrás de todo aquello, la situación era un tanto tensa e incómoda. Podía sentir que Fred estaba tan nervioso como yo, lo cual me sorprendió, ya que consideraba que al ser mayor que yo, tendría más experiencia en estas situaciones y sabría como manejarlas. Decidí simplemente que me dejaría llevar y que todo lo que pasara de ese momento en adelante, sería olvidado al salir del armario de las escobas.
Inconscientemente, la proximidad entre nosotros aumentaba. En el interior del compartimento, realmente hacía un frío gélido, por lo que buscaba una fuente de calor con la que compartirlo. Suspiré mientras observaba mi propia mano ascender por su pecho, hasta detenerse sobre su esternón. - De hecho, ese beso caduca en cinco minutos. No me gusta tener deudas pendientes - contesté con una sonrisa traviesa. Me puse de puntillas para estar a su altura y le sonreí más ampliamente.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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Fecha de inscripción : 05/02/2014
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
La tensión en el ambiente era tan tensa, que uno podía sentir que con respirar, se cortaría. Por eso, sumado a la aceleración de su pulso y la agitación de la escalinata y adrenalina de todos los nervios. El que alguien pudiera verlos principalmente. Hacían que a Fred le costara respirar. Estaban muy pegados, tanto, que no era incómodo, pero si extraño. Sentirla tan cerca de él, desearla en un modo que no se permitía. Y aun así tener que resistir la tentación. Sus pechos y su pelvis estaban juntos. Por lo que la mínima reacción en uno u el otro, la notarían ambos. Debía ser sumamente cuidadoso.
Era extraña aquella sensación que comenzaba a sentir. Su bajo vientre, parecía borbotear, de nervios, de tensión e incomodidad. No era por estar con una chica. Después de todo, había estado con unas cuantas ya. Era por quién se trataba, aquello definitivamente estaba mal. Sin embargo, mentiría de decir, que no quería aquello que surcaba su mente. Y que, interpretando bien las señales –como lo hacía- significaba que sucedería. Era algo, que se le escapaba de las manos. ¿Y lo peor? No sabía ni se atrevía a preguntar que pensaba de ello Kristen.
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Su voz le resultó extraña, la forma agitada en que lo dijo. La respiración dificultosa para ella también. —Pequeña Longbottom…— se apuró a replicar antes de sonreír ladino por lo que dijo. Acarició su mejilla con el pulgar lentamente. —Bueno, no pensaba pagarte, si eso es lo que tratas de decirme— replicó divertido, con sorna, continuando su juego, dándoselo vuelta. Era extraña aquella sensación que comenzaba a sentir. Su bajo vientre, parecía borbotear, de nervios, de tensión e incomodidad. No era por estar con una chica. Después de todo, había estado con unas cuantas ya. Era por quién se trataba, aquello definitivamente estaba mal. Sin embargo, mentiría de decir, que no quería aquello que surcaba su mente. Y que, interpretando bien las señales –como lo hacía- significaba que sucedería. Era algo, que se le escapaba de las manos. ¿Y lo peor? No sabía ni se atrevía a preguntar que pensaba de ello Kristen.
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Sentía como ella cada vez se arrebujaba más y apegaba más a él. En busca del contacto y el calor corporal que desprendía. Y aquello lo comprendía, porque la humedad y el frío en aquel armario eran notables. La pegó más a su pecho, en un abrazo que mucho intentaba ser fraternal pero poco lo era. Sus manos no rodeaban sus hombros, sino su cintura. La acariciaban lentamente y no fregaban para que entrar en calor. Sin embargo, ella no se quejaba. —Pero si tu me debes, no puedes decidir cuando expiro tu propia deuda…— se quejó, reprochándole aquello, mientras notaba como su respiración era por la boca, que no podía mantener cerrada y su rostro se dejaba acercar al de ella un milímetro más. ¿Qué estaba haciendo? ¿A qué jugaba? Aquello era jugar con fuego y se iba a quemar. —De todos modos está bien, págame, tu me debes el beso…— señaló, susurrante, en voz muy baja. Ladeó el rostro y se acercó más a ella. Solo quedaba el paso final para cometer el pecado. Pero Fred no quería cargar en su consciencia por haberlo dado. Eso le tocaría a ella.
Fred H. Weasley- Estudiante Gryffindor
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Fecha de inscripción : 06/02/2014
Edad : 28
Re: Breakfast is not breakfast without pumpkin pies [Freddy]
Volví a sonreirle como tantas otras veces, con la diferencia de que, en ese momento, mis turbados sentimientos se estaban reorganizando automáticamente y enfriándose todos al mismo tiempo. Proferí un pequeño gruñido mientras le escuchaba decir que no pensaba pagarme. Definitivamente, la temperatura del pequeño y oscuro cuarto, había ascendido varios grados en cuestión de minutos. Me limité a respirar hondo y a suspirar, retirando las manos del chico de mi cintura para tomarlas entre las mías. Creía haber adivinado sus intenciones y acercarme un poco más a él para besar su mejilla fue la prueba del fuego porque pude sentir por unos instantes toda la longitud de su cuerpo contra el propio.
- ¿Se supone que ahora debo ser yo quién asuma tu deuda, entonces? - intenté fingir incredulidad e inocencia pero a esas alturas ya estaba muy cansada de fingir. Mi visión terminó por acostumbrarse a la oscuridad y lo aproveché para contemplar sus ojos, ardientemente brillantes. Mi sonrisa se hizo más intensa poco antes de soltar sus manos para introducir las mías entre los pliegues de mi túnica. -Hoy no, amor -. Mi gesto se tornó en obvio enfado y mis palabras en siseos viperinos.
- Everte Statum -. Un destello luminoso emanó de mi varita, que había deslizado previamente hasta mi mano desde la manga de la misma túnica en la que hacía unos segundos buscaba calor.
El hechizo, fue suficiente como para derribar al chico y permitirme salir del armario enfadada. A este, le siguió un "Fermaportus", que bloqueó mágicamente la puerta del habitáculo. No esperaba causar daño real a Freddy, ni retenerle en el armario de las escobas, tan solo hacerle pagar por las emociones contradictorias que me invadían.
Por un lado, me sentía utilizada por él. Todo eso no podría ser más que una estrategia para llevarme a un baño de prefectos en las plantas superiores o a su sala común ahora que estaban todos los de Gryffindor desayunando y cobrarse su premio sobre mi falsa inocencia. Por otro lado e independientemente de la primera opción, me sentía reconfortada. Había tenido tiempo para reflexionar y meditar una y mil veces los primeros minutos de la conversación. También me había servido de desahogo psicológico y físico pues mis ojos estaban enrojecidos, mezcla de ira, miedo, tristeza, culpabilidad, dolor y cansancio. Subí corriendo las escaleras, buscando cualquier lugar en el que refugiarme, pero especialmente buscando un lugar al que traer el caos.
- ¿Se supone que ahora debo ser yo quién asuma tu deuda, entonces? - intenté fingir incredulidad e inocencia pero a esas alturas ya estaba muy cansada de fingir. Mi visión terminó por acostumbrarse a la oscuridad y lo aproveché para contemplar sus ojos, ardientemente brillantes. Mi sonrisa se hizo más intensa poco antes de soltar sus manos para introducir las mías entre los pliegues de mi túnica. -Hoy no, amor -. Mi gesto se tornó en obvio enfado y mis palabras en siseos viperinos.
- Everte Statum -. Un destello luminoso emanó de mi varita, que había deslizado previamente hasta mi mano desde la manga de la misma túnica en la que hacía unos segundos buscaba calor.
El hechizo, fue suficiente como para derribar al chico y permitirme salir del armario enfadada. A este, le siguió un "Fermaportus", que bloqueó mágicamente la puerta del habitáculo. No esperaba causar daño real a Freddy, ni retenerle en el armario de las escobas, tan solo hacerle pagar por las emociones contradictorias que me invadían.
Por un lado, me sentía utilizada por él. Todo eso no podría ser más que una estrategia para llevarme a un baño de prefectos en las plantas superiores o a su sala común ahora que estaban todos los de Gryffindor desayunando y cobrarse su premio sobre mi falsa inocencia. Por otro lado e independientemente de la primera opción, me sentía reconfortada. Había tenido tiempo para reflexionar y meditar una y mil veces los primeros minutos de la conversación. También me había servido de desahogo psicológico y físico pues mis ojos estaban enrojecidos, mezcla de ira, miedo, tristeza, culpabilidad, dolor y cansancio. Subí corriendo las escaleras, buscando cualquier lugar en el que refugiarme, pero especialmente buscando un lugar al que traer el caos.
Kristen S. Longbottom- Estudiante Slytherin
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