~Malditas plantas~ [Rosie W.]

La clase de Herbología había sido desastrosa. No tan sólo el día había sido de lo peor -con lluvias, truenos, viento y mucho barro incluido en el menú- sino que además la lección había sido una de las más desafiantes que había enfrentado nunca; y de las más asquerosas también. No era que a mí me impidiera hacer las cosas ensuciarme un poco las manos ni mucho menos, pero realmente aquel día todo había salido mal.
Las vainas de Snargaluff que teníamos que sacar de entre los tentáculos de aquellas horripilantes -pero tan útiles- plantas mágicas, me habían dejado varias marcas y dolores en los brazos y manos, y esa había sido la parte fácil. Como teníamos dos horas seguidas, el profesor indicó que luego de que obtuviéramos nuestras vainas, teníamos que exprimir unos bubotubérculos para extraer el pus para la clase de Pociones pues se suponía que llevásemos para la próxima lección nuestros propios ingredientes frescos...
No es por criticar pero... ¿¡Vainas de Snargaluff y pus de Bubotubérculos en una misma clase!? Costaba creerlo, pero así era...
Cuando la campana sonó desde el interior del Castillo, suspiré aliviado. Me quité mis guantes de piel de dragón que estaban magullados por los tentáculos y sucios de pus, y me saqué la túnica raída que usábamos en los Invernaderos cuando sabíamos que nos ensuciaríamos de aquella manera. Apenas salí al exterior para dirigirme al Castillo, al pasar en frente de uno de los vidrios del Invernadero vi mi aspecto en general. Mis rulos generalmente limpios y peinados, estaban hechos una maraña de pelo con manchas de pus amarillento. Puse cara de decepción y hartazgo y luego tiré mi cabeza hacia atrás mirando el cielo...
Fue entonces cuando oí una risita algo burlona detrás de mí, que se acercaba. Me di vuelta y una cabellera rojiza demasiado familiar venía hacia mí y esa cara picarona estaba surcada por una sonrisa de oreja a oreja.
-Ni lo menciones, Rosie...- le dije a mi hermana de mal humor, pero enseguida sonreí y corrí a su encuentro dándole un abrazo y sin poder evitar pasar un poco de mi suciedad a su pulcra imágen..

Patear aquella piedrita desde el campo de Quidditch no conseguía sacar la bronca que había dentro de mí en estos momentos. Estábamos entrenando cuando  ese pequeño grupo de Slytherin llego para sacarnos a las malas de allí, no solo del campo, sino también de las gradas, de los vestuarios, de todo, según ellos era su tiempo, cosa que no era cierta ya que teníamos un permiso firmado ¿Pero que podríamos a ver echo? Nada más que tragar, respirar profundo y marchar con impotencia.  Cada día que pasaba me era más fácil y por otro lado me costaba más y más, aguantar la injusticia  y el aprovecho de muchos.  Luego de que nos echaran había dejado las ropas en el vestuario y solo me quede con la escoba en mano.  Ya con mi uniforme, había comenzado vagar por el camino largo hacia el castillo, existía la opción de volar pero hacerlo  con furia en mí no iba a terminar nada bien.

Camine hacia el patio de entrada del castillo y comencé a preguntar por mi hermano, estaba seguro que alguno sabría donde se enocntraba. Pasar por al lado de la lechuceria me hizo recordar el hecho de mandarle una carta nuestra madre, las noticias solían olvidársele gracias al tiempo que siquiera tardaba en conseguirlas.  Uno de sus compañeros de Ravenclaw me mostro la dirección a los invernaderos ya que su clase terminaría en pocos minutos.  No tarde mucho en llegar.  En el momento en que divisé esos rulos desordenados, me percate del desorden andante que era Hugo,  una risa se escapó de mi sin poder evitarlo.

-¿Mencionar que, Hug? – dije con un tono tonto e irónico. Pero antes de poder decir siquiera hola el ya estaba sobre mi, lo rodeo dándole un fuerte estrujaso de mi parte. – Se que compartimos las cosas, pero prefiero quedarme limpia. – hable aun riendo, separándolo un poco de mi.   – Merlín ¿Qué te paso? – lo tome de la muñeca rápidamente y lo lleve hacia adentro de uno de los pequeños cuartos del invernadero, uno en el que sabia que encontraríamos una canilla y agua limpia.  Abrí el grifo mientras mojaba mis manos y un trapo y lo pasa por cabello, limpiando al menos un poco.  – te estaba buscando – comente escurriendo el trapo.

El tono burlón que mi hermana usó no me molestó para nada, una porque estaba acostumbrado a él, y otra porque esa sonrisa cálida y ese estrujón que me regaló lo compensaron con creces.
Oí sus palabras y eché hacia atrás los ojos como demasiado molesto como para volver a repetir en palabras aunque fuera la experiencia totalmente desagradable que había vivido en la clase de Herbología.
-Agh...- comenté y ella sonrió aún más, aunque podía notar algo en ella que no estaba del todo bien. ¿Quizás estuviese molesta por algo? ¿Triste? No sabía, pero lo cierto era que me había estado buscando por alguna razón que esperaba me comentara enseguida, así que resté importancia a lo que a mí me pasaba y, luego de seguirla hasta un lugar donde pudimos encontrar algo de agua y un trapo para limpiarnos, continué: -¿Puedes creerte que nos pongan lección de Bubotubérculos y su asqueroso pus y de las vainas de Snargaluff en un mismo día? ¡En una misma clase! Pero ya pasó... auch...- dije mientras Rosie enredaba uno de sus dedos en mi cabello y tiraba con fuerza para sacarme la suciedad.
Miré a mi hermana, me limpié las manos y suspiré.
-Me buscabas, ¿eh? ¿Qué pasa Rosie? ¿Está todo bien? ¿Pasó algo en casa? Dime la verdad y no me ocultes nada...- apremié acostumbrado ya a su "protección" gracias a la cuál yo era el último en enterarme de las cosas serias que sucedían a nuestro alrededor y más aún en nuestra familia...
Suspiré y mi calmé.
-Lo siento.. ¿Estás bien?- inquirí y me acerqué a mi hermana y volví a abrazarla, para luego sentarme a esperar su respuesta en un pequeño banco de piedra.

Agarrando el trapo con ambas manos volví a escurrir el exceso de agua, lo que falta era no solo volver sucios al castillo, si no también empapados por el agua de los invernaderos, que no eran exactamente el agua mas pura que había en el castillo. Le dedique una sonría mezclada con una risa que no se atrevía a salir mientras me contaba su versión exagerada de la clase de Herbologia, aunque tenia que admitir que en el estado en el que se encontraba podía creer cada palabra que me decía. - Es una asco, aparte ¿para que les hicieron hacer eso?- coincido con el mientras, sin importarle que, el sigue hablando. Moje una de mis manos y la sacudí rápido para salpicarle el rostro juguetona.  Ya con las manos húmedas me atreví a meter los dedos entre sus salvaje y pegajosos rulos que, gracias al pus, se encontraban pegados uno con otros.  -  No te quejes  - le reclame alargando mas de la cuenta la ultima "e" mientras que cariñosa y delicadamente, le di un tirón de cabello apropósito.

Me extendí para el costado mientras tomaba el trapo nuevamente y se lo tiraba en la cara, mojandolo completamente, y entonces el siguió con el trabajo, sacandose la suciedad del a cara y manos aunque ya estaba presentable.  

Al escuchar su acusación y exigencia de contarle todo, por un lado me dio risa pues sabia que era verdad, yo solía cuidarlo de mas no quería que se metiera donde pudiera salir lastimado, no al menos si yo podía evitarlo, pero por otro el habla enserio, conocía sus enojos cuando los chismes llegaban por boca de otros.  Luego de su abrazo di un par de pasos hacia atrás chocandome con la larga mesa de madera repleta de cosas, y plantas, pero en especial con polvo y tierra. Dandome un envión con las manos, haciendo fuerza contra el borde de la mesa, me senté arriba de esta mirando a Hugo. - Necesitaba que me prestes a Whitey, -me calle por varios segundos y luego sol un suspiro .- no es nada, solo quería enviarle una carta a mama, o a la tía Fluer, para saber que saben - hice una mueca con los labios, había pasado mucho tiempo y pocas noticias nos habían contado, muchas de ellas por insistencia. Pero mucho no importaba por que al final terminaban siendo no mas que chismes de las malas lenguas.  Me incline hacia adelante haciendole un mohín - me lo prestaras ¿cierto?

En cuanto Rosie terminó de asearse y -aunque no me gustase- de asearme a mí también, y apenas los dos estuvimos algo más "presentables", ella se subió arriba de una de las mesas que había en la pequeña habitación contigua a los invernaderos -y que por cierto no estaba precisamente limpia y libre del polvo y la suciedad del lugar- y pasó a comentarme por qué era que me había estado buscando.
Yo siempre sospechaba de que, detrás de las palabras de mi hermana, pudiesen estar ocultándose las verdaderas razones de sus pedidos y charlas. Tal vez, como yo era aún "demasiado pequeño" -y en eso muchas veces se parecía a mamá- no debía meterme en asuntos que no me concernían, pero lo que no entendía era que, si se trataba de mi familia, me concernían más que a nadie...
Oí su pedido y esa chispa de curiosidad inevitable se encendió en mí. Si bien era cierto que mamá no nos había escrito en demasiado tiempo, y no teníamos novedades de nada, tenía miedo de que Rosie siguiera ocultándome cosas que ella sabía y yo no.
-Vamos a poner algo en claro, Rosie...- comencé utilizando un tono de lo más serio; no perdí la amabilidad y no estaba enojado con ella ni nada, pero sí quería que me tomara en serio y no como broma; después de todo, si descubría que me había estado mintiendo ahí si que estaría enojado -Si sabes algo más de lo que pasa en casa, dímelo ya...- terminé y la miré acercándome despacio hasta donde estaba y sentándome a su lado.
-Sabes que... todo esto me afecta más que a nadie... por favor, Rosie...- agregué siendo incapaz de pronunciar siquiera o describir la situación que rodeaba y agobiaba a mi familia por entonces.
-Y claro.. claro que te prestaré a Whitey. Ahora debe estar en la Lechucería, aunque no se cómo se la estarán pasando las lechuzas con él ahí... la verdad es que es algo territorial y no le agradan para nada...- terminé y me encogí de hombros.

Hugo comenzó hablar y yo me puse rígida y seria. Su habla comenzó con esa vos tierna pero termino seria y en un cierto punto desafiante, al menos para mí, de todas formas esa chisma dulce que siempre lo perseguía no lo abandono en ningún momento. Merlín, sabía que hablaba en serio, pero no podía decirle lo que él quería escuchar, no porque soy terca, sobreprotectora o no quisiera que sepa las novedades, si no por que no existían. Semanas habían pasado sin una sola carta, mi madre se había esfumado y la Tia Fluer nos mantenía al tanto debes en cuando, ya que ahora vivía en compañía de nuestra madre.

Arque una ceja, cuando su hablareria siguió,  arque una ceja y di un salto de la mesa dando dos pasos hacia él. Mis manos se dejaron caer sobre sus hombros y acerque mi rostro al suyo. – Escucha Hug, no tengo nada que decirte, por algo quiero enviar esa carta – dije tranquila sin perder la monotonía en mi voz, parecía una respuesta ensayada pero quería que lo entendiese de verdad, que supiera que respetaba su intención de saber las noticias. Cerré los ojos y respire profundo. – Cuando me entere de algo serás el primero ¿De acuerdo? – le dedique una débil sonrisa torcida y sacudí su cabello mientras me daba la vuelta dirigiéndome hacia la puerta.

Me pare a mitad de camino y me gire hacia él. Solté una risa sin escrúpulos ante su comentario, lleve automáticamente una mano para cubrir mi boca– Es que solo a ti se te ocurre tener un halcón águila o sea lo que sea Whitey. Dale vamos a buscarlo y lleva tus cosas, así escribimos algo allí.  – tome la escoba que había dejado descansando en la entrada, soltando un soplido al recordar la situación en el campo.